—Está bien, pero acordamos que solo puedes darme un masaje. No puedes tocar ningún otro lugar —dijo Wu Xue con la cara sonrojada mientras se giraba para mirar a Chen An.
En realidad, incluso ahora Wu Xue se mostraba muy resistente hacia Chen An. En circunstancias normales, ni siquiera le habría dado una segunda mirada a alguien como él. Pero dada la situación actual, Wu Xue solo podía consolarse a sí misma. Si no fuera por el dispositivo de masaje en manos de Chen An que ella no podía comprar, Wu Xue no dejaría que este tipo de persona se acercara a ella.
Con estos pensamientos, Wu Xue se sintió más segura de sí misma. Pensó que una vez que finalmente lograra comprar un dispositivo de masaje tan cómodo, definitivamente regresaría para vengarse de este mal hombre, Chen An.
No mucho después de pensar esto, Chen An hizo demandas aún más excesivas.