En estos breves cinco minutos, Chen An sintió inmediatamente que su cuerpo parecía manipulado por la Hermana Juan, esta mujer sensual y sexy, siguiendo continuamente sus movimientos y obteniendo ola tras ola de placer.
La Hermana Juan también encontró una satisfacción genuina en su cuerpo, sus seductores gemidos emergiendo de sus labios uno tras otro, haciéndola acelerar sus movimientos aún más. Parecía como si estuviera jugando con Chen An mientras simultáneamente se deleitaba en su propio placer.
Chen An también se dio cuenta en el momento adecuado que el verdadero deseo de la Hermana Juan era un fuerte impulso competitivo, igual que el suyo. Independientemente de su voz y estado, ella no podía resistirse a moverse cada vez más rápido, arriba y abajo.