Wu Xue estaba completamente inconsciente de que su postura estaba excitando al hombre; solo estaba preocupada por disfrutar del cómodo masaje.
Cada vez que Chen An aplicaba el vergonzoso juguete vibrante al cuerpo de Wu Xue, sus gemidos seguían sus movimientos, volviéndose cada vez más provocativos y conmovedores.
—Ah, ah, se siente tan bien —gimió—. Mmm, realmente no puedo soportarlo más, me siento tan bien, amo tanto esta sensación...
Los gemidos de Wu Xue eran tan embriagadores que casi llenaban toda la habitación, haciendo que la entrepierna de Chen An se abultara desde el principio, y en este momento crítico, Wu Xue no pudo evitar retorcer su cuerpo blanco como la nieve para acercar sus redondeadas nalgas aún más a Chen An.
Chen An, observando la escena erótica que se desarrollaba ante él, estaba muy sediento, incapaz de resistir el impulso de explorar las profundidades más íntimas de Wu Xue.