—Mmm, yo...
Atrapada en una excitación tan extrema, la mente de Wang Ping era totalmente incapaz de procesar lo que Chen An había dicho, y fue precisamente la emoción de su sugerencia lo que la hizo sentirse aún más exaltada que si hubiera estado lejos.
Wang Ping no podía entender cómo Chen An podía ser tan audaz como para considerar enviar estas fotos secretas de ella a su esposo.
Si su esposo descubriera estas cosas que había hecho, cuán enojado y desconsolado estaría, quizás llevando a un divorcio. Estos pensamientos, mezclándose con la estimulación fisiológica que Wang Ping estaba experimentando, la convirtieron completamente en una mujer desenfrenada que solo derivaba placer de tales actos.
Porque cuando Wang Ping pensaba en la cara enfurecida de su esposo, una sensación extraña muy estimulante y excitante brotaba en lo profundo de su corazón, haciendo que su cuerpo fuera aún más sensible a las repetidas embestidas de Chen An.