el peor equipo de la barra

🌸 Capítulo 5: “El peor equipo de la barra”

El día comienza igual que los anteriores en la asociación: con los cuatro protagonistas arrastrando los pies hacia su puesto, sin muchas ganas. Después de todo, siguen siendo los últimos en la tabla, los sin rango, y todos en la sede los miran como si fueran un mal chiste.

En cuanto llegan, ya hay un grupo de empleados riéndose:

—Ahí vienen… los recogedores de basura.

—Oye, ¿cuánto apostamos a que hoy tampoco encuentran nada?

—Pobres, parecen la burla de los yokais también.

Supsuro, con su humor negro característico, masculla:

—Bah… que se rían lo que quieran. Ellos no saben lo que es ver lo que yo he visto…

Pero por dentro se le nota algo molesto, sobre todo porque lo compararon el otro día con un masoquista.

Sen, por su parte, ni se inmuta, ajusta los vendajes en sus dedos llenos de heridas por los hilos y solo dice:

—Mientras nos den madera y tiempo… no me importa lo que digan.

Aunque sus marionetas están feas y medio rotas todavía.

Marin, resignada, murmura:

—Bueno… al menos una enfermera normal todavía me gana. Qué triste.

En la oficina donde se entregan las tareas del día, la secretaria asignada les explica de nuevo:

—Por si no les quedó claro, ustedes son equipo 1, el peor. Solo recogen materiales. Ni investigan zonas, ni curan heridos, ni pelean contra yokais grandes. Apenas sirven para algo. Así que no se emocionen.

—Sí, sí —dice Yuki bostezando mientras apoya la cabeza en la mesa—. Lo que digas…

Sen y Supsuro se ofenden un poco cuando la secretaria menciona de nuevo sus apodos:

—Un titiritero drogadicto, un masoquista sin remedio, una enfermera que apenas sabe vendar heridas… y tú —mirando a Yuki— ni hablo de ti.

La última vez que alguien se burló de Yuki, ella lo mandó a Shanghái. Así que todos prefieren callar.

La misión de hoy no es distinta: tienen que ir a las afueras de la ciudad a recoger materiales raros que dejó un yokai caído por otro equipo.

—No se pierdan esta vez, ¿eh? La última vez tardaron cinco horas en encontrar su puesto.

Los cuatro salen al campo a regañadientes. Supsuro murmura algo sobre “por qué tengo que aguantar esto” y Marin le da un suave golpe con el botiquín. Sen carga con un saco lleno de marionetas feas y hilos, mientras Yuki flota medio dormida en el aire y nadie se molesta en despertarla.

Al final del día logran recolectar unas piedras y ramas que valen… casi nada. Cuando las entregan en la asociación, todo el mundo se ríe de ellos otra vez.

—¿De verdad tardaron todo el día para traer esto? —se burla uno de rango alto.

Yuki alza la mirada por un momento y dice con voz baja:

—La próxima vez que me molesten, los entierro bajo concreto.

Y todos callan de inmediato.

El capítulo cierra con los cuatro caminando de vuelta al dormitorio asignado, comiendo dangos que compraron en el camino y preguntándose si algún día dejarán de ser la burla de todos.

—No puede ser tan difícil subir de rango… ¿verdad? —dice Marin.

—No, solo tienes que no ser como ustedes —responde Yuki, mientras sigue comiendo su dango sin molestarse en mirarlos.

Y Sen solo susurra para sí mismo:

—Algún día mis marionetas serán perfectas…