Un espacio en blanco, como cuando alguien dice “nada”. Es literalmente eso: la nada absoluta. Sumado a una sensación de estar cayendo infinitamente sin tocar fondo…
Oturf:
—¡Ahhh!
(asustado)
Despierta en su habitación a las 6:03 a.m. con un sueño bastante incomprensible. ¿Qué puede significar estar cayendo infinitamente?
Oturf:
—¡Qué horrible pesadilla! No dejaba de caer y mi corazón se aceleraba mientras más caía…
(mira el reloj)
—¿Qué hora es? 6:04 a.m. … Ya es tarde para la escuela. Debo alistarme.
A pesar de que ya era tarde, Oturf se queda mirando fijamente la chancla derecha por un rato.
Oturf va en 3° de secundaria. Tiene 14 años. Es un chico algo introvertido, no tiene control sobre sí mismo, es llorón, flojo, no hace deporte, saca malas notas, y en resumen… le hace falta desarrollo de personaje.
(Así se describe él mismo).
Al terminar de alistarse, Oturf sale de su cuarto, cuando en la puerta su mamá lo toma de las manos.
Mamá:
—Que te vaya bien, hijo.
(le entrega su lonche en un recipiente)
Oturf toma el lonche y sale corriendo hacia la parada del camión. El trayecto hasta la escuela toma 30 minutos. Aunque la parada está a solo dos cuadras de su casa, él camina tres más adelante con la intención de subirse a un camión lo más vacío posible.
Ese día, el día anterior había llovido demasiado y la calle aún estaba húmeda. De pronto, Oturf resbala con el piso mojado y cae con todo y lonche.
Oturf:
—¡Maldita sea… mi lonche! Agh… Me caí muy duro… Esa sensación de caer… fue igual a la del sueño, pero esta vez sí dolió, y mucho.
Se levanta, adolorido.
Oturf:
—Bueno, hoy no habrá lonche… Mi mamá no cerró bien el tupper, y al caer se salió todo.
(se enfada con la situación… y un poco con su mamá)
Oturf retoma su camino y llega a la primera parada.
Oturf (pensando):
—Hay demasiadas personas… voy a tener que caminar un poco más.
Había nueve personas esperando el camión. En la siguiente parada, había siete. En la próxima, solo cinco. Aunque ya eran menos, aún quedaban más paradas adelante. Finalmente, en la última, solo había tres personas.
Oturf (pensando):
—Ahh… (suspira) Aquí lo voy a esperar. Desde lejos puedo ver que ya viene.
6:51 a.m. Llega el camión. Oturf sube y se da cuenta de que, a pesar de haber caminado tres paradas más, el camión está igual de lleno. (Entre las 6 y 8 a.m., es hora pico).
Oturf (pensando):
—¿¡Cómo puede ser posible!? ¡Odio el transporte público!
Oturf se abre paso entre la espesa jungla humana (un puño de personas) para llegar al fondo del pasillo, y en eso se encuentra con un gran obstáculo.
Oturf (pensando):
—¿Q-qué es eso? ¿Una ballena? ¿Un hipopótamo? No… eso era una persona.
Oturf:
—C-com... p-permiso…
El señor se hace a un lado, dejando un pequeño espacio por donde Oturf logra pasar. Al fondo, encuentra un asiento desocupado.
Oturf (pensando):
—¡Sii, lo logré!
Pero una señora mayor, que estaba justo detrás, le habla:
Señora:
—¿Me podrías ceder el asiento, por favor? Ya estoy muy viejita…
Oturf:
—P-por supuesto…
Oturf (pensando):
—Y sí… esta es la horrible experiencia del transporte público.
Ahh… (suspira).
Son las 7:22 a.m. (22 minutos tarde). Oturf toca la puerta del salón.
Oturf:
—Buenos días… Lo siento, maestra, ¿puedo pasar?
Maestra:
—¿Otra vez tarde, Oturf? Si sigues llegando tarde, te daré un reporte y citaré a tu madre.
Oturf:
—L-lo siento mucho, maestra… Ya no se repetirá.
Oturf toma su asiento al fondo a la derecha, junto a su amiga Lia.
Lia:
—¿Qué te pasó? ¡Estás todo húmedo! ¿Te orinaste o qué? Jajaja.
Oturf:
—¡Claro que no! Me caí de camino a la escuela. ¿No notaste que llovió todo el día de ayer? Me resbalé porque el piso estaba mojado.
Lia:
—Aaah… ¿Entonces por eso llegaste tarde?
Lia es una amiga de la infancia de Oturf; se conocen desde 2° de primaria.
Y sí, tú que estás leyendo (o viendo esto), no tienen ningún interés romántico entre sí. Solo son amigos.
Oturf:
—No… De hecho fue por—
(piensa: ese sueño… caía y caía sin fondo…)
Oturf:
—Oye, Lia… ¿tú qué sueñas normalmente?
Lia:
—Yo sueño que estoy en una pradera llena de flores bonitas. Y cuando el sueño empieza a volverse feo o raro, imagino otro escenario más agradable.
La capacidad de controlar lo que ocurre en tus sueños se llama sueño lúcido. El soñador puede imaginar cualquier escenario y hacer que ocurra lo que él quiera. Algunas personas tienen esta capacidad.
Al escuchar sobre la capacidad de Lia de imaginar lo que ella quisiera en sus sueños, Oturf se entusiasma por saber de la capacidad de Lia.
(Se levanta muy emocionado)
Oturf:
—¡¿En serio puedes hacer eso?!
La maestra escucha a Oturf y le llama la atención muy enfada.
Maestra:
—¡Oturf! Aparte de llegar tarde, interrumpes la clase y alborotas al grupo platicando.
¡No tienes remedio! Llamaré a tu madre al terminar la clase.
Oturf se sintió avergonzado al ser regañado dos veces el mismo día. No era común que le llamaran la atención, porque eso es justamente lo que trata de evitar todos los días: no llamar la atención, ni con su maestra ni con sus compañeros de clase.
En ese momento, Oturf estaba muy frustrado y decepcionado de sí mismo. Esta vez no dijo nada. Solo volvió a tomar su asiento.
Oturf:
—¿Qué me está pasando? Esto no debería estar ocurriendo… No suelo llamar la atención. Me siento muy mal.
(Apoyaba su cabeza en la paleta de la silla, cubriéndose la cara. Algunas lágrimas se le escapaban.)
Maestra:
—¡Atención! Como dije la clase pasada, hoy harán el examen de diagnóstico. Les pedí que trajeran lápiz, borrador y, lo más importante, hojas blancas.
Oturf se limpió las lágrimas rápidamente, se enderezó y miró a Lia con preocupación.
Oturf (susurrando):
—Hey, Lia… psst…
(Lia voltea lentamente hacia Oturf.)
Lia:
—¿Sí?
Oturf:
—¿De verdad pidió todo eso?
Flashback: El viernes pasado
Oturf miraba por la ventana, observando cómo caía cada gota del tejado del salón. Las gotas caían una por una, consecutivamente. No llovía mucho, pero tampoco era poca cosa.
Veía cómo se formaban las gotas, y al alcanzar cierto tamaño, caían. Una chap, dos chap, tres chap…
De fondo, la maestra explicaba sobre el examen de diagnóstico.
Oturf (pensando):
—Ahh… esto es muy relajante.
Lia:
—Claro, pero tú estabas embobado viendo la lluvia.
No se podría poner peor la situación, ¿verdad?
Como Oturf no prestó atención mientras la maestra daba las indicaciones de los materiales necesarios para el diagnóstico, no trajo la hoja blanca donde deberían anotarse solo las respuestas.
La maestra dictaría las preguntas, y los alumnos tendrían que escribir el número y la respuesta correspondiente.
El examen de diagnóstico sirve para saber cuál es el conocimiento previo de los alumnos, resolver dudas, mejorar la enseñanza, y detectar fortalezas y debilidades.
A veces, los alumnos tienen ideas erróneas sobre algún tema, y el examen permite identificar eso y medir el nivel real del grupo.
Este tipo de exámenes no afecta la calificación, pero sí puede hacer que la maestra te regañe si ve que no tienes ni idea.
Oturf:
—¡Agh! Tienes razón. Ya recordé… Qué idiota soy. ¿Y ahora qué hago? Al menos tengo el lápiz y el borrador. Ya sería el maldito colmo no haber traído ni eso. Bueno, como los uso todos los días, no los olvidé. Si no, quién sabe…
Lia:
—No te quise decir nada ese día. A ver si así aprendes a prestar atención, al menos en las indicaciones más importantes que da la maestra.
Oturf:
(Suspiro)
—Y dices ser mi amiga…
Oturf busca en su mochila, por si acaso tuviera alguna hoja blanca que pudiera usar. Solo encuentra envolturas de comida, migajas de galleta, una paleta del año pasado pegada a la mochila, un tupper vacío, los libros del día y una libreta.
Oturf:
—Qué sucia está mi mochila… Luego la limpio.
(Aunque, siendo honestos, nadie sabe si ese “luego” será pronto o nunca.)
—¿Y si uso una hoja de la libreta? Hmm… ¿Cuadro o raya?
¿Qué me dirá la maestra si soy el único que no siguió las indicaciones? ¿Otra vez me regañará frente a todos?
Bueno… peor sería no entregar nada. Usaré la de raya.
(Arranca la hoja lentamente, tratando de no hacer ruido.)
Una vez terminado el examen, la maestra pide a todos que dejen su hoja sobre su escritorio.
Maestra:
—Voy a revisar sus exámenes mientras ustedes salen al recreo. Ya solo faltan cinco minutos.
Oturf pone su hoja en el escritorio sin que la maestra lo vea, mientras ella conversa con algunos de los alumnos “top” del salón.
Alumnos top:
—Las preguntas del examen… Me las sabía todas. Todo eso lo vimos desde primero.
—Jajaja, ¿verdad?
Oturf (pensando):
—Malditos presumidos… “El examen estaba re fácil, ña ña ña, yo me sé todo…”
Llega la hora del recreo. Se forma una multitud de niños impacientes por salir. Oturf no se une a la masa; prefiere esperar. No le gusta estar entre tanta gente. No quiere llamar la atención.
Solo quedan los “raritos del salón”, Oturf y Lia.
Lia:
—¿Te vas a quedar aquí otra vez como un rarito o me acompañas a comer? No me quiero sentar sola.
Como a Oturf se le había caído el lonche en el camino, la verdad, le daba igual salir o no. Pero aceptó acompañarla. Quería seguir hablando sobre los sueños lúcidos.
Oturf:
—Como sea… vamos. Te acompaño.
(Salen del salón y se dirigen a la zona de mesitas)
Lia:
—Oturf, ¿tú qué trajiste de comer?
Oturf no respondió la pregunta.
Lia:
—¿No me vas a responder? Tuviste un mal día, ¿no es así?
Y podría ponerse peor…
(Llegan a la zona de mesitas y se sientan)
La zona de mesitas, o área de comida, estaba enfrente de la cancha de fútbol. Había varios niños jugando.
Oturf:
—Ahh… (suspira y baja la cabeza)
—No traje comida. Cuando me caí, también se me cayó el lonche. El tupper estaba mal cerrado… (gruñía su estómago)
Oturf estaba apenado por lo que pasó, se sentía muy estúpido
Lia:
(suelta una carcajada)
—¡Jajajaja! Qué tonto eres, ¡te pasa de todo a ti!
(se tranquiliza)
—Qué mala suerte tienes…
De repente, un balón se aproxima hacia Lia y la golpea, tirando toda su comida.
Oturf, al ver esto, no pudo contener la risa.
Oturf:
—¡Jajaja! ¿Qué decías? Ahora tú también te quedarás sin comer.
—¡El karma existe, y ya se hizo presente! (con una voz malvada)
(El chico del balón se disculpa con Lia)
Lia:
—¡Ay! No es justo… ¿Y ahora qué voy a comer? ¡Tengo mucha hambre!
(Una pequeña lágrima en su rostro)
Oturf:
—Eso te pasa por burlona.
Una brisa fresca, borró la tristez y el calor del verano que sentía ambos. Entonces Oturf recuerda la pregunta que quería hacerle a Lia sobre cómo controlar los sueños.
Oturf:
—Oye, ¿recuerdas cuando recién llegué y te pregunté cómo hacías eso de controlar tus sueños?
Lia:
—Sí. ¿Por qué?
Suena el timbre de la escuela. El receso ha terminado. Se dirigen al salón.
Maestra:
—Ya revisé sus exámenes. Los llamaré para que pasen a recogerlos conforme a la lista.
Nombra a algunos alumnos. Llega el turno de Lia. Ella recoge su examen y regresa a su asiento.
Oturf:
—A ver, a ver…
Lia:
—Tengo un… ¡ocho!
(lo dice con orgullo)
Oturf:
—Ja, eres muy promedio.
(Con algo de envidia)
Aunque el examen no afectaba directamente en su calificación Oturf estaba muy nervioso, no solo por la hoja de libreta en la que anotó el examen, si no que, no estaba seguro del resultado de su examen y lo más probable es que no recuerde nada de los años pasados. La maestra pronuncia el nombre de Oturf.
Oturf se levanta con mucho nervios, mira lentamente la hacia la cara de la maestra (muestra una cara de decepción) su corazón latía más y más rápido cómo en el sueño de estar cayendo infinitamente…
Maestra:
—¡No seguiste las indicaciones! Más aparte obtuviste un seis en el resultado del examen tendré que ser más dura contigo ¿Qué te pasó? ¿Tienes algunos problemas? Dime te ayudaré.
(preocupada)
Oturf:
—L-lo siento mucho maestra, n-no es nada, voy a esforzarme.
(Estaba muy nervioso)
Ni el sabía que le estaba sucediendo ese día pero algo si estaba seguro, ese sueño estaba afectando mucho a Oturf. Antes de ese sueño no recordaba algún otro sueño después de despertar, era como si no soñara o como si los sueños pasaran desapercibidos.
Oturf regresaba a su asiento y de nuevo se puso triste, avergonzado y decepcionado de si mismo.
Lia:
—¿Qué te dijo la maestra? ¿te regañó por no seguir las indicaciones, verdad?
Oturf:
—Callate, deja de burlarte de mi.
(A punto de llorar)
Lia:
—aashh, como sea eres un tonto, solo preguntaba, mi intención no era burlarme. ¿que te está pasando?
Oturf:
—Eso no te debe de importar.
(enfadado)
Oturf estaba siendo muy grosero y cortante. Paso el resto de la clase y no se hablaron ni voltearon a ver en todo el día. Ya era hora de la salida y Oturf salió muy de prisa pues quería llegar a casa lo más rápido posible. Tenía la realidad bien alterada y su plan era llegar antes que la maestra llame a su madre para contarle primero a su mamá lo que pasó en verdad y todo lo que está pasando.
Llaga a un semáforo revisa a los lados primero y ve que del lado de la izquierda hay una luz de un carro a lo lejos pero luego mira al semáforo y estaba en rojo (para los autos) Oturf da 3 pasos y el semáforo cambia a verde…. Una moto a toda velocidad se acercaba con mucha velocidad hacia Oturf…
El señor no presto atención al camino y ya venía demasiado rápido desde lejos y como vio que el semáforo cambió a verde pensó que el chico se detendría pero yendo a máxima velocidad, no creo que alguien pueda frenar fácilmente.
Oturf fue atropellado, sale volado y cae y se golpeó la cabeza y se desmaya…
Un espacio en blanco, como cuando alguien dice “nada”. Es literalmente eso: la nada absoluta. Sumado a una sensación de estar cayendo infinitamente sin tocar fondo…
Oturf:
—¡AAHHH!
(Demasiado asustado)
—¿e-e estoy en mi c-cuarto?...
Oturf (pensando):
—¡¿QUÉ PASO? DIABLOS FUE ESO?! ¿ESTOY VIVO? (Se pregunta de nuevo) ¿QUÉ PASÓ? Que horrible pesadilla…
(Empieza a llorar)
Oturf:
—Fui un imbécil… patético.
—¿Por qué le hablé así a Lia?
—Todo me sale mal, no tengo control de nada…
—Y si eso hubiera pasado de verdad… ¿qué pensaría mi familia? ¿Y Lia?
(Voz quebrada por el llanto)
[Imaginación de Oturf:]
—“Eres un inútil.”
—“Qué bueno que moriste.”
—“Eras un estorbo.”
—“Ya no sabía qué hacer contigo… y ahora estoy aliviado.”
—“Eres un tonto.”
—“¿Cómo acabé siendo tu amiga?”
(La cabeza le daba vueltas. Todo se mezclaba con dolor, vergüenza y miedo.)
El sueño que experimento fue muy real, no sabía si fue un sueño o de verdad pasó. El dolor que sintió cuando lo atropellaron las costillas romperse TODO se sintió muy real…
Oturf estaba envuelto en llanto, no entendía nada.
Mira la hora (6:04 a.m.)
Oturf:
(Mira la hora)
—¡¿Q-q qué?! L- l-a la hora e-e es la misma a la que me desperté en el sueño…
—¡no, no, no esto es una casualidad ¿verdad?!
Oturf revisa su teléfono para confirmar y decía: 6:04 a.m. … Lunes….