Capítulo 1: La paradoja del ingeniero.
—¡¿Qué esperabas?! —Había gritado con la voz temblorosa Callie su ahora exnovia mientras intentaba con una mano cubrirse con la sábana y con la otra generaba una distancia con el otro hombre que había estado con ella en la cama— Siempre el trabajo era primero… Nunca me prestas atención…
Esas fueron las últimas excusas que escuchó, luego solo veía sus labios moverse, pero él ya se encontraba desconectado; podía incluso decir que escuchaba una pequeña melodía en su cabeza. Era la misma melodía que escuchaba cuando jugaba Tetris.
—De acuerdo —Fue toda respuesta que dio antes de ir al clóset donde sacó su maleta de viaje siempre lista— El arriendo termina este mes para que veas si sigues acá o te vas; alguien vendrá por mis cosas mañana.
Eso había pasado hace tres meses y su vida había seguido igual. Trabajaba desde las ocho hasta las cinco en un laboratorio dentro del área de TI (Técnico-Informática) y, llegando a casa, avanzaba en su programa de difusión científica.
Pero había gente que no estaba de acuerdo con su forma de “enfrentar” la separación. Cuando Cael aceptó acompañar a su hermana al dichoso "Club Científico ", no imaginó que terminaría atrapado en un debate sobre la posibilidad de la teletransportación cuántica con una mujer que bebía su cóctel como si fuera un experimento de laboratorio.
Pero así era su vida últimamente: una serie de eventos inesperados y ligeramente incómodos. Como el día en que su exnovia le había escrito que necesitaba "a alguien con más chispa" antes de marcharse con un instructor de yoga que ni siquiera era el mismo chico con el que la había encontrado. O cuando su hermana, Laura, decidió que la mejor forma de sacarlo de su “miseria” post ruptura era inscribirlo en un club de citas. "Debes expandir tu horizonte social, Cael", le dijo. "Tal vez encuentres a alguien con tu misma afición por los datos" aunque claro, lo había presentado todo como una salida social y no como un Club de citas hasta que no se podía arrepentir.
Y ahí estaba, sentado en una barra con un vaso de agua, observando la escena como si fuera un entomólogo analizando un grupo de insectos exóticos. El club tenía un aire moderno, con luces tenues y murales de ecuaciones científicas en las paredes. Había un cartel en la entrada que decía: "Porque el amor también es una cuestión de química” lo que no era incorrecto, pero considerando que las condiciones no fueran las adecuadas, siempre terminaba en caos y obsesión, algo muy lejano al romanticismo cotidiano.
Laura había desaparecido entre un grupo de personas en menos de cinco minutos hablando de datos curiosos que siempre tenía a mano. Cael, en cambio, llevaba exactamente diecisiete minutos y cuarenta y tres segundos tratando de encontrar una excusa para irse sin parecer un antisocial.
—¿Eres nuevo aquí? —La voz femenina lo tomó por sorpresa.
Eric levantó la vista y vio a una mujer de cabello rizado, ojos brillantes y una sonrisa que parecía permanentemente traviesa. Vestía una camiseta con la ecuación de Schrödinger estampada y sostenía un vaso de algo verde fosforescente.
—Eh… sí. Obligado por mi hermana —Confesó con honestidad.
—Interesante. —Tendió su mano en forma de saludo. Muy distinto al beso que casi siempre buscaban en clubes sociales— Yo vine por voluntad propia. Me llamo Olivia. ¿Y tú?
—Cael. —Le estrechó la mano con una torpeza que hizo que Olivia soltara una risa ligera.
—¿Así que te dejaron aquí como experimento social? Me encanta. ¿Cuál es tu campo?
—Ingeniería en informática. —Hizo una pausa, dudando si debía agregar más información. La costumbre de ser escueto le jugaba en contra en situaciones sociales.
—¡Un programador! Me gusta. Yo soy astrofísica —Dijo Olivia con entusiasmo. Luego inclinó la cabeza, evaluándolo con curiosidad— Déjame adivinar… ¿Eres del tipo que se pierde en su propio código y olvida que existen las necesidades básicas como la comida y el sueño?
Cael frunció el ceño.
—No me olvido de comer. Tengo alarmas para eso.
Olivia estalló en carcajadas.
—¡Dios, me encantas! Eres como un personaje sacado de *The Big Bang Theory*, pero más guapo.
Cael sintió cómo su cara se calentaba y decidió ignorar el comentario.
—¿Y tú? ¿Por qué vienes a un club para solteros? —Preguntó, cambiando de tema.
—Porque es divertido y me gusta poner nerviosa a la gente como tú. —Respondió Olivia encogiéndose de hombros— Me gusta conocer gente rara. Además, aquí puedo hablar de cosas como la paradoja de Fermi sin que me miren como si hablara en klingon.
—La paradoja de Fermi es interesante, pero personalmente creo que el gran filtro podría explicar la falta de contacto con civilizaciones extraterrestres.—Dijo Cael sin pensarlo demasiado.
Olivia lo miró fijamente por un segundo. Luego, sin previo aviso, se sentó en el taburete junto a él y apoyó los codos en la barra.
—Bien, Cael el programador, si vas a lanzar una teoría así, tendrás que defenderla. —Tomó un sorbo de su bebida y le lanzó una mirada desafiante— Dame tu mejor argumento.
Cael parpadeó. No esperaba que alguien realmente se interesara en una conversación así en un lugar diseñado para coquetear. Pero, contra todo pronóstico, no le molestaba.
—Bueno… si asumimos que la vida debería ser común en el universo, pero no encontramos señales de civilizaciones avanzadas, una posibilidad es que haya una barrera que impide que los seres vivos lleguen a ese punto. Podría ser una catástrofe inevitable, como la autodestrucción tecnológica o la incapacidad de colonizar otros planetas antes de agotar los recursos.
—O tal vez —Intervino Olivia, moviendo su vaso en el aire como si estuviera esbozando una ecuación invisible— La vida avanzada existe, pero simplemente no le interesamos. Como si fuéramos hormigas tratando de captar la atención de un astrofísico que está ocupado con problemas más grandes.
Cael asintió, genuinamente intrigado.
—Es una teoría válida. Aunque si fuera así ¿No habríamos detectado alguna evidencia de su existencia, al menos indirectamente?
—Tal vez son muy buenos ocultándose. O tal vez están esperando el momento adecuado para decirnos hola.
Se quedaron en silencio por un momento, evaluando cada uno los argumentos del otro. Eric se sorprendió al notar que estaba disfrutando la conversación. Olivia tenía una forma de hablar que convertía cualquier teoría en algo dinámico, casi como si fuera una historia de aventuras.
—¿Sabes qué me gusta de ti, Cael? —Dijo de repente Olivia, inclinándose un poco más hacia él.
Cael sintió que su cerebro entraba en alerta máxima. No estaba seguro de querer saber la respuesta, pero su curiosidad fue más fuerte.
—¿Qué cosa?
—Que eres honesto. No intentas impresionar a nadie ni finges ser alguien que no eres. Eso es raro hoy en día. —Sonrió y le dio un golpecito en el brazo— Me agradas. Voy a adoptarte como mi nuevo amigo nerd.
Cael frunció el ceño.
—¿Amigo?
—Por ahora. —Olivia guiñó un ojo y terminó su bebida de un solo trago— Pero quién sabe, tal vez con el tiempo te convenza de hacer algo más atrevido. —Se puso de pie, estirándose— Ven, te voy a presentar a algunas personas. Prometo que ninguno de ellos es instructor de yoga.
Eric la observó, dudando si seguirla o no. Su zona de confort le decía que era mejor quedarse en su asiento y evitar interacciones innecesarias. Pero otra parte de él, la parte que todavía procesaba lo interesante que había sido esa conversación, lo impulsó a ponerse de pie.
Tal vez Laura tenía razón. Quizá sí era hora de hacer cosas nuevas.
Y, quién sabe, tal vez conocer a Olivia había sido el mejor error que había cometido en mucho tiempo.