Mientras tanto…
Henry miraba su teléfono mientras sonaba... otra vez.
Sin respuesta.
Se recostó contra el asiento de cuero de su SUV, estacionado justo afuera del edificio del ático de Logan Kingsley. Sus dedos golpeaban impacientemente el volante.
—Esta chica mejor que no me esté ignorando por su sueño de belleza —murmuró.
Volvió a marcar. Todavía sin respuesta. Con un suspiro, lo intentó una última vez.
La línea se conectó.
Y entonces llegó una voz tan afilada que podría cortar vidrio. —¿Quién demonios me está llamando tan tarde en la noche? No necesito tarjetas de crédito ni ofertas gratuitas de supermercado. ¡Soy increíblemente rica, idiotas!
Henry parpadeó. —Uhh... ¿Señorita Emma?
Hubo una pausa. Luego un momento de silencio.
Su tono cambió instantáneamente.
—¿Henry?
—Sí. Lamento llamar tan tarde, pero... eh... es urgente. Es sobre Jean.
Otra pausa.
—...¿Qué hizo ahora? ¿Incendió una sala de juntas? ¿Mordió a un CEO?