El Miedo No Contado

—¿Fue Alex? —preguntó Logan en voz baja, observando cuidadosamente su expresión.

La pregunta quedó suspendida pesadamente en el aire.

Lo recordaba demasiado bien... cómo Alex la había agarrado violentamente el día de su boda. Cómo Jean se había quedado rígida, pero no había gritado. Como si hubiera aprendido hace mucho tiempo que gritar no ayudaba.

Jean no respondió.

Pero su silencio hablaba por sí solo.

Excepto que... algo no encajaba. Había un destello de algo más en sus ojos. No era el desdén cauteloso que sentía por Alex. No, esto era algo más frío.

Más roto.

No era Alex.

La voz de Logan bajó. —¿Entonces quién?

Aun así, ella no dijo nada.

Sus dedos se aferraron con fuerza a la sábana. Su mandíbula se tensó.

Y de repente, Logan supo... que ella no iba a decírselo.

No porque no pudiera. Sino porque no quería.

Cualquiera que fuera el nombre que atormentaba sus sueños... ella no confiaba lo suficiente en él para decirlo.