Los ojos de Logan se oscurecieron.
Jean sintió el calor que irradiaba de él, no por deseo... sino por la tormenta que se gestaba en su interior. Sus puños se cerraron a los costados, los nudillos volviéndose blancos.
Ella lo vio todo.
La forma en que su mirada oscilaba entre su cuerpo tembloroso y la actitud arrogante de Tyler.
—¿La seguiste hasta aquí? —gruñó Logan. Su voz era baja. Peligrosa.
Tyler ni se inmutó.
—¿Seguirla? Por favor. Este es un lugar público. Y tu esposa parecía bastante feliz de hablar. —Miró a Jean entonces, sus ojos cargados de una falsa ternura—. ¿No es así, Jean?
Jean negó con la cabeza.
—Deja de tergiversar...
—¿Tergiversar? —interrumpió Tyler con suavidad—. Solo estoy diciendo hechos. Tenemos... historia. ¿Crees que lo sabes todo sobre ella, Logan? ¿Sobre lo que es capaz?
Logan dio un paso amenazador hacia adelante.
Pero Tyler levantó ambas palmas, con una postura de falsa rendición.