La Nueva Amenaza Despertando

Humo.

Dolor.

Silencio.

Entonces…

Un repentino jadeo, agudo y húmedo, brotó de la garganta de Emma mientras abría los ojos. La sangre goteaba en uno de ellos. Sus oídos resonaban como una campana de iglesia golpeada demasiado fuerte, demasiado cerca.

Estaba boca abajo.

Desorientada por el accidente.

Colgando del cinturón de seguridad, el mundo un desastre retorcido de vidrios rotos, metal y olor a gasolina.

«¡No no no! El coche va a explotar...»

Su instinto rugió más fuerte que la agonía. Con dedos temblorosos resbaladizos por la sangre, forcejeó con el cinturón. Se soltó con un clic, y cayó con fuerza sobre el techo del coche aplastado.

—Jean —murmuró con voz ronca, arrastrando su cuerpo destrozado hacia la ventana lateral agrietada, cada movimiento gritando de dolor.

La primera ráfaga de calor llegó desde atrás.

Sus pulmones ardían. Su visión se nublaba. Pero se arrastró... se arrastró a través de un hueco irregular en la puerta, cortándose el muslo, pero no le importó.