Capítulo 59 – Un camino
Al mismo tiempo, en un reino intacto por manos mortales, en el vasto y vibrante mundo de Laeh.
Era un espacio como ningún otro, pintado en un caleidoscopio de colores arremolinados.
En su centro se sentaba un niño, aparentemente ordinario. Ningún aura irradiaba de él, ninguna presencia divina anunciaba su importancia. Sin embargo, su mera existencia se sentía... absoluta.
De repente se congeló, levantando los ojos hacia el cielo siempre cambiante. La confusión destelló en su rostro inocente.
—¿Acabo de sentir... la emergencia de una nueva raza? —murmuró. Su voz sonaba infantil, pero llevaba un inmenso poder bajo su suavidad.
Inclinó la cabeza pensativo. —¿Es obra de ese celestial codicioso? ¿O de esa demonio astuta?
Negó con la cabeza casi inmediatamente. —No, imposible. No tienen acceso a mi núcleo.
Sus ojos se estrecharon.
—¿Entonces...?
La comprensión lo golpeó. Su mirada se agudizó.
—¿Uno de mis habitantes la creó?