WebNovelgrises80.00%

soy un error no es así mamá y papá?

—La lluvia se escucha fuertemente sobre el techo, y la ventana mostraba las miles y miles de gotas cayendo junto al cielo de la noche estrellado en la habitación de Emily.

—Cerré los ojos, intento desaparecer de este momento, pero lo único que puedo sentir es su peso encima de mí y sus dedos delicados entrelazados con mis dedos asquerosos y ásperos.

—Por favor, quítate de encima, Emilia. Esto es incómodo para mí —digo mirándola fijamente. No puedo soportar ver esos ojos vulnerables que me perforan como agujas.

—Emily —Enséñame tu mundo, Kaito. Déjame ayudarte —dice, con un latido fuerte como un tambor retumbando una y otra vez.

—No puedo enseñarte mi mundo, Emilia… no es un mundo en el que quieras vivir —desvío la mirada para no enfrentar esos ojos.

—Escucho la lluvia haciéndose más fuerte, cierro los ojos fuertemente, respiro profundamente. El silencio entre nosotros me pesa como una piedra, hasta que siento cómo sus dedos delicados se sueltan de los míos y su peso se aparta de mi cintura.

—Emily —Perdóname por incomodarte —dice. El tiempo parece detenerse por un instante con esa palabra.

—¿Por qué esta chica apareció de repente en mi vida y ahora no quiere irse? ¿Acaso me tiene pena? ¿O tal vez cree que voy a suicidarme? —pienso.

_Después de esto, ¿qué es lo que tengo que hacer?

Abro los ojos entrecerrados y la luz fuerte del sol por la ventana me despierta por completo. Los pájaros cantando y el ruido de la ciudad son algo molestos para mí.

—Giro la cabeza y ahí estaba Emily, en su pijama, con su pelo blanco plateado ordenado, aún durmiendo, con su piel blanca como la nieve y su cuerpo tan delicado.

—¿De verdad se quedó a dormir? Pensé que la había espantado y que se había ido con su hermano… ¿o tal vez se fue y volvió hace unos minutos para disimular? No, eso es imposible… o tal vez no. ¡Aaaa deja de pensar estupideces, idiota! —pienso.

—Miro hacia el techo. El colchón me adormece la espalda, siento como si estuviera acostado sobre miles y miles de flores.

—¿Qué día es hoy? Estamos en verano, por lo que veo… ¿hoy será el día del festival?

—Escucho un bostezo tierno que hace que mi corazón palpite.

—Buenos días, Kaito —dice Emily, con una voz tierna como un hámster.

—Buenos días —me quedo quieto, sin saber qué decir.

—¿Te sientes bien? —pregunta Emily.

—¿Q-qué? Sí… digo, me siento bien —me sudan las palmas aunque intento disimularlo.

—Creo que hoy es el festival de verano. Eso es increíble y emocionante —dice Emily, con una sonrisa.

—¿Emocionante? Yo no sé qué es lo emocionante… la única emoción que tuve en mi vida fue cuando abrí mi regalo, pero pagué por eso. Los festivales son para divertirse con tus amigos, novias o novios, pero yo estoy solo… nadie querría ir conmigo, y está bien, ¿no? Cada uno tiene sus preferencias —mis pensamientos resuenan en el eco de mi mente vacía.

—Vamos a baja...

—¡Buenos días, hermanitaaaa! —dice Jiuga, saltando sobre la cama para abrazar a Emily.

—Buenos días, hermanito —dice Emily.

Jiuga —Buenos días, Kaito. Espero que no te aprovecharas de mi dulce hermana… ¿te hizo algún daño, hermanita? —dice apretando el puño.

Emily —No te preocupes, no pasó nada entre nosotros —dice disimulando.

—Eso me dolió justo en el corazón. Siento como el aire se queda en mi pecho sin salir.

—Claro, no pasó nada entre nosotros, ¿no? Esto no debe ser real… tal vez lo que pasó ayer solo fue en mi mente, o solo un sueño tonto… ¿no es así?

—pienso.

Jiuga—¿Irás con tus amigas al festival? Podríamos ir todos juntos: yo con mis amigos y tú con tus amigas junto a Kaito.

—¿Qué? ¡No, eso es imposible! Yo vomitaría o me moriría por estar rodeado de tanta gente… ¿qué hago ahora? ¿Qué digo? ¿Necesito una excusa para no ir? ¿Me duele el estómago? No, se darán cuenta que estoy mintiendo… ¿qué hago? —pienso desesperado.

—Claro, hermano —dice afirmando Emily.

—Ya no tengo salida —digo rindiéndome.

Emily —Bajaré a hacer el desayuno.

Jiuga —Eso estaría muy bien, tengo mucha hambre.

Emily —¡Qué grosero!

—Oye Kaito, no lastimes a mi hermana, por favor. Estoy seguro de que le agradas… no desaparezcas de su vida de un día para otro, eso sería devastador. Eres su buen amigo, ¿no es así? —me dice con una mirada seria después de que Emilia bajara.

—¿Qué? ¿Somos amigos, Emily y yo? No, solo soy su compañero… ni siquiera la conozco y dudo que ella quiera conocer a alguien como yo. Lo que pasó ayer solo fue un sueño… una mala pasada de mi estúpido cerebro.

—Sí… por supuesto —digo, apretando tanto los puños que me duelen los nudillos.

—Está bien, amigo. Sabes, es bueno tener la compañía de otro hombre… ya me cansaba de la compañía de mi hermana, ella no entiende cosas de hombres —dice riéndose mientras baja las escaleras.

—Intento reírme disimuladamente de su chiste, pero mis músculos de los labios no reaccionan… siento como si tuviera una pesa que no me permite reírme. Aunque, ¿a quién engaño? No siento nada, y eso duele más que sentir —pienso.

—Aprieto los dientes, me dirijo hacia las escaleras y empiezo a bajar, pero veo a una mujer de cabello azul brillante y mirada seria… ¿quién es esta mujer?

Jiuga —Oh, hola May, ¿cómo estás? ¿Lista para esta noche de festival? —dice con emoción.

—Rápidamente me devuelvo, subiendo los escalones antes de que esta chica pueda verme. Me arde la cara… no sé si de vergüenza o de miedo. ¿Qué es esto que estoy sintiendo… vómito? Siento lo agrio y amargo subir por mi garganta… algo grotesco.

No, ahora no… ¡mierda!

—Me doy la vuelta hacia el baño, intento enfocar mi vista pero todo es borroso. Mis pasos son chuecos y desordenados.

—Solo tienes que ir al baño… no hagas ruido o llamarás la atención. Contrólate, mantente de pie, por favor… no hagas ruido, escoria —pienso.

—Recargo mis brazos, empujo la primera puerta que siento… y por suerte sí es el baño. Me dejo caer en la cerámica fría, raspándome las rodillas. Dejo mi cabeza caer en el wáter, abro la boca y lo grotesco y verdoso empieza a salir de golpe… es vómito.

—No entiendo cuál es mi maldito problema… ¿por qué, por qué, por qué, por qué? —digo apretando los puños.

—Con mi mano derecha, débil y sin fuerza, tiro de la cadena.

—Ese sabor amargo es muy asqueroso… prefiero comer gusanos que volver a vomitar esta mierda, pero… sé que volveré a hacerlo.

Emily —¿Por qué no has bajado, Kaito? —dice preocupada.

May —¿Hay otro chico con ustedes? —pregunta seria.

Jiuga —Sí, creo que está en el baño —dice tragando un pedazo de tortilla dulce.

—Tengo que salir del baño —digo, sin energías.

—Flexiono mis pies fuertemente, me estiro para levantarme.

—Estoy seguro de que voy a caerme —pienso.

—Tambaleándome, me dirijo hacia las escaleras, bajo los escalones chuecamente.

—Ahora solo tengo que actuar normal —pienso.

—Llego a la sala y pongo mis manos en los bolsillos de mi pantalón, y para disimular que me iba a caer, me apoyo en la pared.

—Te tardaste mucho —dice Jiuga, burlándose.

—May —¿Quién es este chico tan guapo? —dice, poniéndose roja como un tomate.

Emily —Siéntate, Kaito —dice señalando el asiento.

—Si me dejo de apoyar en esta pared, voy a caerme… eso sería fatal para mí, no quiero estrellarme contra el suelo, ¡maldita sea! —pienso desesperado.

Emily —¿Qué te pasa, Kaito? —dice preocupada.

—Estoy bien… ahí voy —digo. Mi voz sale más ronca de lo que esperaba.

—Respiro profundamente, suelto la pared. Siento que estoy sobre un juego de atracciones sin seguridad.

—Camino con pasos lentos, siento todo a mi alrededor moverse.

—¿Estoy mareado? ¿Por qué justo ahora? ¿La presencia de esta mujer me está poniendo así? Posiblemente sí… me pasó lo mismo cuando Emily me habló, al igual que con Jiuga. ¿Por qué no puedo ser normal?

—Llego al asiento, me dejo caer… por fin puedo respirar.

—El desayuno está delicioso —dice Jiuga, mientras agarra de todo en la mesa.

—Quiero desaparecer ante esta chica… estoy seguro de que ya le doy asco. Eso es normal, ¿no? No soy un tipo muy agradable ni para la vista humana.

—El sonido de Emily y May sentándose en la mesa me saca de mis pensamientos.

May —Este chico es muy guapo —piensa.

—Se acerca a Emily, susurrándole en la oreja… ¿Cuál es el nombre del chico guapo?

Emily —Su nombre es Kaito —dice, desconfiada.

—¿Kaito? ¿Significa “líder del mar”? Qué bonito nombre —dice con los ojos brillosos.

—De seguro le preguntó a Emily por qué un vagabundo está sentado en la misma mesa que ustedes… puedo escuchar los murmullos. Yo no debería estar aquí… yo debería estar en la basura, donde pertenezco. ¿Me consideran los demás una persona normal?

May —Oigan, vamos a ir todos juntos al festival, ¿no?

Jiuga —Claro que sí, todos iremos.

—May —Qué bien que todos iremos. Invité a Mika, espero que no te moleste, Emilia.

—¿Mika? No te preocupes, esa chica no me molesta —dice sonriendo dulcemente.

—Jiuga —No he invitado a ninguno de mis amigos todavía, pero creo que van a estar ahí, así que no necesito invitarlos.

—Qué desconsiderado, hermano —dice Emily, dándole un sermón.

—Trago saliva, siento como esa gota de saliva se desliza por mi garganta recorriendo el rastro amargo que dejó el vómito.

—No estoy listo para nada… no, no. Todos volverán a mirarme como si fuera un monstruo asqueroso, aunque si soy sincero, ya me acostumbré a esas miradas. Mis padres adoptivos me miraban de esa misma manera, como si yo fuera un monstruo. Creo que pensaban que le haría daño a su tan preciado hijo biológico. Me enfoco en la mesa, agarro una tortilla.

—Siento la grasa bajo mis dedos, lo acerco a mis labios, abro la boca, corto con mis dientes el pedazo de tortilla y el sabor es increíblemente delicioso.

—¿Yo me merezco esto? ¿Merezco estar con estos chicos? Por supuesto que no… después del festival voy a marcharme de sus vidas. Ya no tendrán a un parásito con ellos —pienso.

—El sonido de las cucharas y tenedores resonó en mi cabeza vacía y me hizo devolverme a la mesa, pero ya habíamos terminado de desayunar.

Jiuga —Ahhhh, eso sí que estuvo realmente delicioso, gracias hermanita. Salgamos todos juntos afuera a ver cómo preparan el festival.

—Emily —Sí, está bien, pero ustedes adelántense.

—May —Yo te espero, amiga —dice con una sonrisa amigable.

Jiuga —Bien, entonces las esperamos afuera, yo y Kaito.

—Salir afuera es una tortura para mí. Siento como todos me ven como un monstruo, aunque estoy acostumbrado, sigue siendo difícil para mí —pienso.

Jiuga —Vamos, amigo.

—Nos dirigimos a la puerta. Veo la mano de Jiuga abriéndola y mi corazón late con fuerza, como un retumbar: bom, bom, bom. Siento como si me estuvieran pegando golpes en el estómago que me dejan sin aire. Jiuga la abre y me choca la fuerte luz del sol, la gente caminando, los autos tocando la bocina, el ruido, los árboles verdes, las vistas gigantescas de las montañas a lo lejos, los restaurantes llenos de personas, el suelo con pavimentos, los peatones, los animales callejeros… todo eso me incomoda. No me siento bien.

—¿Qué te pasa? —pregunta Jiuga, preocupado.

—No es nada… solo me mareé. Creo que fue por levantarme muy rápido después de desayunar —digo disimulando, mientras pongo los pies afuera para empezar a caminar.

Jiuga —Oh, claro, tiene sentido —dice mientras empezamos a caminar.

—Ah, será muy divertido esta noche, ¿no lo crees, Kaito? No tengo tanto tiempo para pasar con mis amigos porque tengo que trabajar, y la verdad eso es cansador. Mi hermana quiere trabajar, pero una chica tan delicada como ella no podría hacerlo. No quiero que se haga daño, aunque es muy fuerte. Creo que la mejor forma en la que puede ayudarme es estudiando. A mí también me gustaría estudiar, estar en una clase, prestando atención a lo que dice una profesora… eso sería divertido —me dice con un tono de tristeza en su voz.

—Ahora que lo veo… comparado con Jiuga soy una mierda de chico. No soy responsable, no soy fuerte, no estoy trabajando, no tengo hogar… tal vez debería suicidarme. Soy un error de este mundo, ¿no es así mamá y papá? —pienso, cerrando los ojos y tapándome los oídos.

—Oye, Kaito, eres un chico bastante raro… no te entiendo. ¿Quién eres? —pregunta Jiuga deteniéndose.

—De entre mis mil pensamientos escucho la pregunta de Jiuga, borrosa. Intento entender lo que me dice, pero mis pensamientos me vuelven sordo y no quiero abrir mis ojos y ver esas miradas… solo quiero desaparecer.

—El sonido de un claxon me hace abrir los ojos, y ahí está de nuevo Emily, con un vestido de flores reluciente, su hermoso cabello blanco plateado brilloso. Con sus manos delicadas toma mis brazos de oreja a oreja, bajándolas, haciéndome escuchar de nuevo.

—Quiero saber de tu mundo, Kaito —dice emilia con una voz que penetra lo más profundo de mi oscuridad.

—¿Qué? —digo desconcertado.

Jiuga—¿Estás bien, Kaito? Te hablé, pero vi que seguías caminando ignorándome. Ibas a cruzar la calle sin mirar, iba a detenerte pero mi hermana fue más rápida. Me diste un susto de verdad, chico —dice alterado.

—May solo observa, sonrojada.

—Perdónenme… discúlpame, Emily.

—La verdad es que no me hubiese molestado haber muerto… tal vez merezco que un auto me pase por encima. No estoy bien, y creo que para mí no hay salvación.

Jiuga—¡Miren, ya están preparando el festival! —dice emocionado.

—Miro hacia el frente y veo a las personas preparando linternas, banderas, los puestos, grupos ensayando, decorando la calle… todo es tan brillante.

Jiuga —Vayamos al santuario, chicos —dice con una sonrisa en el rostro, mientras se dirige a la escalinata.

—Nos dimos la vuelta hacia la escalinata, llena de vegetación, con árboles y paisajes magistrales. Los árboles gigantes tienen hojas de color rosa, el viento pasa por mis mejillas, refrescándome. Subo cada escalón y, al llegar al santuario rojo, cada uno junta las manos listo para adorar.

—Solo pido que algún día pueda desaparecer en paz… sin que la gente me vea como un monstruo.