—Oye, niño, ¿estás bien? — Podía escuchar una voz preocupada a la distancia, pero cuando intenté abrir los ojos solo vi una sombra verde. —¿Cómo es posible que estés tan lastimado? No importa, relájate y déjame ayudar…— Otra vez la voz, ¿quién podrá ser? ¿Qué me pasó? ¿Dónde estoy? Varias imágenes del día anterior aparecieron en mi cabeza. Claro, me quedé dormido a medio camino, supongo. Debo de verme muy patético para que un extraño quiera ayudarme.
Mientras pensaba todo esto, empecé a sentir algo cálido recorriendo todo mi cuerpo. Mi cabeza empezó a ponerse más clara, pero seguía muy cansado. Pude abrir los ojos y la sombra verde resultó ser un anciano. Era calvo, pero tenía grandes patillas blancas. Tenía una gran barba gris que medía al menos veinte centímetros. No era muy alto ni muy bajo, y su complexión era delgada. Vestía una túnica verde y unos lentes pequeños redondos. Alrededor de su cuello había un collar de oro, pero lo que más llamó mi atención fue el pendiente que colgaba del collar. Era una figura de oro en forma de un báculo con diamantes incrustados en la base, el medio y la esfera de la punta. Es el escudo de los magos de la corte de Lonrok.
—¿Mago? — Dije con mucho trabajo. El hombre de verde me miró y sonrió mientras ponía una de sus manos sobre mi frente, poco después perdí la conciencia.
Cuando desperté, todo estaba muy oscuro. Debo haber dormido todo el día, pero, ¿dónde estoy? Miré alrededor para encontrar algún indicio que me indicara mi localización, pero solo encontré piedra negra y musgo de color rojo. Estaba acostado en una pila de hojas secas, cada una de dos metros aproximadamente. Claramente su propósito es el de una cama, pero es muy rústico de cualquier forma. El sonido de una fogata se podía escuchar, pero no encontraba ningún fuego. ¿Estará escondido?
—¿Ya despertaste? Vaya, debes de tener un potencial espectacular para la magia si tus reservas te permitieron despertar tan rápido— Al terminar de hablar, tres esferas de luz aparecieron de la nada, formando un triángulo en el techo de lo que ahora se, era una cueva. Con la nueva visibilidad pude ver al hombre de verde que había visto antes. ¿Un mago? Si el emblema no era suficiente la aparición de las luces me lo dejaba muy en claro. —Me llamo Iamos, soy un ex-mago de la corte real de Verdas, la capital de Lonrok. Me tomé la libertad de traerte a mi refugio en lo que despertabas— Iamos me dirigió una mirada expectante, como si estuviera esperando a que yo hablara. Bueno, si alguien se presenta contigo es cordial presentarte tú también, ¿no?
—Mi nombre es Zekke Belverd, heredero del barón Belverd, de la Baronía de Piedra Negra. Gracias por ayudarme— en ese momento me di cuenta de que no solo mis heridas estaban totalmente curadas, mi ropa desgarrada estaba como nueva y no tenía hambre a pesar de no haber comido nada en un día. El poder de un mago realmente es increíble. Si tan solo pudiera… —Y no tengo potencial mágico, señor Iamos, un acólito me examinó el día de ayer. —
—¿Belverd? ¿Barón? ¿Entonces que hacías dormido en medio del bosque con ropa sucia y rota, muchacho? — dijo Iamos con una voz grave mientras me miraba tratando de explicar la situación. Siempre supuse que los magos eran más perspicaces.
—Bueno… No me fue muy bien en mi examinación mágica. A mi mamá le encantaba la magia y me heredó ese gusto, pero a mi padre nunca le gustó. Cuando me fue mal en la prueba y mi padre me dijo que tenía que quedarme en casa, le dije que, aunque me fue mal aún podía ser mago, pero después el insultó a mi mamá, así que me escapé. Corrí hasta que mis piernas no pudieron, y me quedé dormido— Mientras le explicaba esto a Iamos, el parecía no escuchar. Estaba mirando un tronco de madera rotatorio. Se escuchaba el crepitar de la madera y se sentía calor emanar del tronco, esa debe ser la fogata invisible.
—¿Qué tan mal? — preguntó Iamos, supuse que tenía algo que ver con la observación de mis reservas.
—Pues, tengo reservas de mana muy grandes para mi edad, o eso dijo el acólito, pero mi afinidad a los atributos es mediocre y mi aptitud es de dos…— mis ojos aún estaban un poco rojos cada que pensaba en esto.
—Me cuesta trabajo creer que un niño con una reserva tan grande tenga afinidades bajas. Debe de haber más…— dijo como si esperara que yo hablara más.
—Al parecer también tengo afinidad perfecta con el viento, pero no sé por qué para mí el atributo aire es inutilizable. — dije fríamente. No quería hablar más
—¿Inutilizable? — apenas dije esto los ojos de Iamos estaban redondos como un par de platos y murmuró en voz baja. Un par de agonizantes y callados segundos después explotó en carcajadas. —¡JAJAJA! ¡PUES SÍ! MUCHACHO, ¡NO TIENES TALENTO! ¡JAJAJA! — cuando parecía que iba a llorar de la risa, se detuvo y me dijo un poco más seriamente —Pero sabes, un niño con aptitud dos aún puede llegar a ser un mago. Sería un camino difícil, pero vamos, he conocido magos con una aptitud de uno. Seguramente podrías convertirte en un mago. Lo mejor del caso es, que si tu motivación es tan fuerte como creo que es, ¡crecerás aún más rápido! — dijo con ademanes. Si estaba mintiendo, era de verdad un muy buen mentiroso.
En ese momento todas las historias del héroe que encuentra un maestro ermitaño se me vinieron a la mente. Debe de ser el destino; ¿me encuentro con un mago después de haber sido rechazado por un acólito? Esta es mi oportunidad. Me sentía increíble, como flotando. Aún hay esperanzas para convertirme en un mago. —Entonces, señor Iamos, ¿me podría enseñar? ¡Se lo suplico! — me incliné hasta el punto en el que mi frente tocó el piso. —Un mago ermitaño que me salvó la vida. Señor Iamos, ¡nuestro encuentro estaba escrito por el destino! — cuando terminé de decir esto esperé en silencio hasta escuchar una respuesta. Debieron de haber pasado dos minutos hasta que se escuchó una voz.
—Me rehúso. — dijo con una voz tan fría como la piedra. —Para empezar, no soy un ermitaño, soy un fugitivo. Escapé de la corte por diferencias de opiniones y ahora me buscan por deserción. Segundo, aunque dije que puedes volverte un mago, no significa que sea fácil. Esto es de esas cosas que no importa cuánto esfuerzo pongas en ellas, la suerte está a cargo. Educar y entrenar un mago es un proceso muy costoso, no encontrarás a nadie que te entrene con esa aptitud tuya de dos puntos. Y tercero, ya estoy muy viejo para educar a otro mago. He vivido mucho más de lo que me correspondía y estoy en mi último año de vida. Esa es otra de las razones por la cual deserté de la corte. Estaba harto de ayudar a volver más rico a los ricos. Decidí que quería ayudar a quien fuera sin esperar nada a cambio. Es por eso que te ayudé, pero definitivamente no te voy a entrenar. Hasta un mago de rango gran maestro tiene su fecha de expiración, y la mía está muy cerca. Ya ni siquiera tengo mi agilidad mental, soy un mero despojo de lo que alguna vez fui…— Iamos se detuvo al ver mi cara, escuchando con atención todo lo que dijo y se dio cuenta de que estaba divagando. —De cualquier forma, aunque quisiera enseñarte no tendría tiempo para terminar tu formación, y un mago incompleto es una existencia que es mejor no crear. — Amos parecía haber terminado, pero paré de poner atención después de escuchar las palabras "gran maestro". ¡Es de los rangos más altos, a solo unos pasos del rango legendario! No entiendo como alguien de ese nivel pudo detenerse a ayudar a un niño tirado en el bosque, pero estoy agradecido de que lo hiciera. Con su recomendación, aún un aspirante con aptitud de dos podría ingresar a cualquier academia.
—¿Gran Maestro? — Mis ojos no podían expresar más respeto y sorpresa al dirigirme a este mago. —¡Le ruego al gran Iamos reconsidere! Estoy seguro de que con su asistencia puedo llegar a ser un gran mago. Y si sigue insistiendo en no tomarme como su pupilo, le imploro que me recomiende para poder entrar a una academia. Con su ayuda, no importa que tan mal pronóstico tenga, estoy seguro de poder ingresar. — Dije aplastando mi frente contra el suelo.
—Aún si te recomiendo y entras, ¿Qué harás después? No tendrás respaldo económico y te será muy difícil avanzar…— pareció pensarlo por unos segundos, pero después agitó su cabeza. —No, no te voy a recomendar. Solo sufrirías discriminación y mucho más. Dejando eso de lado, ¿no te dije que soy un hombre buscado por el reino? No puedo hacer recomendaciones así de fácilmente. Lo más que puedo hacer por ti es alimentarte y llevarte de regreso a tu hogar. La baronía de Belverd, ¿no? Me queda de camino. —
—Señor, por favor, le imploro que reconsidere. — dije con lágrimas en los ojos y una voz a punto de colapsar.
—No. Mi decisión es inapelable, no te ayudaré en eso. Si logras entrar a una academia será por tus propios méritos y no la ayuda de un viejo decrépito. Ahora vamos a comer, mañana a primera hora te regresaré a tu padre. — No podía creer lo que oía. ¿Y mi maestro ermitaño? ¿Y mi camino del héroe? ¿Y mi destino? Las cosas no deberían haber resultado de este modo.
Toda la sangra había escapado cabeza. Mis párpados se sentían pesados, mi boca seca y mi piel pálida como la nieve. Mis pensamientos se sumieron en una densa letargia, cubiertos por una densa niebla. Comí por las mociones automáticas de mi cuerpo y pude dormir no por cansancio, sino porque no había otra cosa que hacer. Sentía que quería desaparecer de esta vida y no volver jamás.