PTodos se movían de un lado a otro, recogiendo los pedazos de metales para inspeccionarlo más a fondo.
Por otra parte, Caleb se mantenía inexpresivo, observando más de cerca el extraño accidente. No dejaba de pensar que todo esto era misterioso. Desde que empezó a trabajar como guardabosques no se topó con algún tipo de suceso extraño.
Tampoco no podía dejar de lado que hace un rato, en la casa de Mey, se llevó una ingrata sorpresa. Algo que no esperaba para nada. Eso se debía porque cuando entró a la habitación para inspeccionar, se encontró con un gran hombre, nada menos que Lou.
Él se quedó inmóvil y lo único que podía hacer era ver cómo esa magnética figura que le rebasa de altura, se postró ante él. Diciendo unas palabras que lo confundieron: "No te muevas."
Caleb de inmediato se percató que dicho hombre no era para nada normal por su aura fría y enigmática.
Él se dio cuenta que nada estaba bien. Sin más, salió de la habitación como si no hubiera visto nada.
Aún así, Caleb no podía olvidar la misteriosa escena. Todo lo del accidente tenía cierta conexión, algo que no podía encontrar una respuesta, sin embargo también pensó en Rubí y si quería una respuesta lo verificaria con ella. Su aparición en medio de la nada y después del accidente sin duda era raro.
Por ahora, solo se tenía que concentrar en seguir los pasos con el oficial Andrew para ver que más recababa.
...
Las horas transcurrieron, y llegó el atardecer. Mey intentaba tranquilizar su angustia interna. Quería salir pero aún era imposible porque había personas alrededor de la zona.
Ella también pensaba que tenía que buscar un trabajo; el poco dinero ahorrado que tenía, se le estaba acabando. Era un mes completo que se la pasó aislada en su hogar. Un mes sin trabajar y sin contacto con el mundo exterior. Quería una respuesta definitiva de Lou y eso era saber por cuánto tiempo estaría radicando en su hogar.
Tenía cierto temor por la actitud de él; en la forma que actuaba, la hacía pensar que nada podría salir bien en cualquier momento, más porque era un ser sin sentimientos. Un ser con corazón de piedra, así como lo definía Mey.
Luego del extraño evento de la mañana, no dejaba de observarse su cuello, donde era más notorio las huellas de Lou.
Sin embargo, más raro fue que ella misma se mantuvo sin derramar una sola lagrima. Eso sin duda no dejaba de rondar en su mente.
Después de pensar tanto en ella misma, se dirigió a la habitación de Lou.
Tocó la puerta sutilmente.
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Lou estaba postrado en la ventana, inmóvil, simplemente observando los movimientos de las personas.
Enseguida escucho el golpeteo de la puerta. Torció su cuello hacia la puerta y con un gran paso veloz, giro la perilla. Mey se aclaró la mente cuando vio la gran figura de Lou en la penumbra.
Y dijo con ápice de nerviosismo: - Hum... Me preguntaba cuánto tiempo estarás aquí... Umm como te lo digo, necesito trabajar y pues cr...
- El tiempo es mi límite. Tú no puedes salir de aquí hasta que me retire. - explicó Lou.
Mey de inmediato frunció su entreceja.
<<¡¿Qué?!... Él debe estar mal... >>
Antes que Mey replicará por su aclaración de él; Lou se adelantó a decirle algo más.
- Sino humana te voy...
- ¡¡Aaaah!! Basta. No lo digas de nuevo, ya te entendí... ¡tú hombre sin sentimientos! No creas que con tu rostro frío y encantadora voy a caer. ¡Eres un malvado! - refuño Mey con una voz exaltante.
Dicho eso, ella se retiró a su habitación azotando la puerta y causando un ruido sordo.
Lou estático, se quedo observando a la chica que se fue con una expresión enfurecida. Él cerró la puerta, procesando las palabras que ella pronunció. Leyendo la expresión de coraje de su rostro.
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Se volvió a postrar en la ventana, y no tardo para que su mente le diera el significado de dichas palabras.
Él como un ser insensible no sabía cómo interpretarlo. Sólo eran en cierto punto: insignicantes.
En cuestión de minutos a Lou le llegó como flashes en su poderosa mente, el recuerdo de anoche; en dónde la imagen de su erección y su estado eufórico de su propio organismo, se hizo presente.
Un dolor que le produjo dicho recuerdo, lo hizo retroceder y su estómago enseguida se sintió extraño. Al siguiente segundo, se estabilizó mientras que en su mente resonaron las palabras de Mey, esas mismas donde ella lo empujaba para que se levantará de ella. Lou no sabía cómo procesar la extrañeza de su cuerpo. Incluso se tocó su entrepierna.
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Él sabía que no podía sentir el frío ni el calor de su propio ser. Él podía considerarse como un robot.
Sin embargo, ahora todo estaba fuera de sus límites. Algo se estaba presentado y que él mismo se diera que su organismo sintió calor corporal, no le pareció nada normal. Desconocía todo lo que estaba experimentando.
Camino directo a un pequeño espejo delante de una repisa. Se vio a detalle el rostro enigmático que tenía.
Él desconocía la forma y aspecto de su cuerpo humano. Pasó un tiempo en una incubadora, mientras que su organismo renacia al de un humano: con poderes sobrenaturales. Fue enviado sedado, en reposo hasta llegar a su destino: la tierra. Pero ahora que se veía en el espejo fue una especie de confusión.
Todo era distinto y desigual a su mundo.
La apariencia de un humano con los de su especie alienigena, era enorme. Sus marcas de Lou eran de nacimiento, un símbolo; una marca que los diferenciaba de los demás y de su familia, inclusive los descendientes tendrán dicha marca aunque esta puede variar.
En su mundo de Lou, era distinto, misterioso, él a pesar de ser un novato en la tierra, en su mundo era superior e influyente entre su espécimen.
<<¿Qué sucede conmigo? ¿Qué me hizo esa humana?>>, se preguntó al no encontrar una respuesta lógica a su extraño comportamiento.
Su mente no dejaba de aparecer su propia imagen de él sobre Mey.
Era un cambio que no esperaba y el cual no iba a permitir. Su estómago no dejaba de provocarle ciertas sensaciones que no encontraba respuesta.
El dolor leve de su cabeza lo tenía fuera de orbita, se suponía que no debería sentir dolor ni nada por el estilo.
Se vio una vez más en el espejo, captó muy bien el tipo de expresión que mantenía y ese era de confusión. Se palpo las mejillas, se tocó su nariz y su pelo blanquecino. Y este ser inmutable estaba siendo curioso de su propia forma.
Había algo peculiar en Lou, un cambio lleno de preguntas y sin respuestas para él mismo. No dejaba de verse en el espejo mientras que fruncia su entreceja, en busca de una respuesta a través de su reflejo.
Mientras tanto...
Mey se mantenía con una expresión enfurecida, apretando con fuerzas su almohada.
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No dejaba de sentirse molesta, más porque Lou había dicho que ella no podría salir y claro, ella como se atrevería replicar si temía que él pudiera hacerle algo extraño como lo que sucedió en la mañana.
Se levantó de la cama; se sobo las muñecas que apenas esas huellas desaparecían.
No le quedaba de otra que aceptar vivir con este ser enigmático pero aún así se recordó a así misma, no bajar la guardia.
Tenía que conseguir un móvil y de vuelta intentaría dialogar con él; para que tuviera la oportunidad de salir y trabajar porque sino de que sobrevivíria. Por hoy lo dejaría pasar. Se mantendría al margen sobre el tema de que tipo de espécimen era; ya daba por hecho que Lou era un alienigena y se mentalizo para adaptarse a vivir con él y creer que esto no era una pesadilla sino la vida real.
- Yo viviré con él sin saber por cuanto tiempo... - musitó.
Sería caótico su vida a partir de ahora, por lo menos había dejado de pensar en ese hombre que le destrozó el corazón.
Ella tenía 22 años, era joven y hermosa, tenía dos medios hermanos mellizos. Su padre vivía en la misma cuidad mientras que su madre vivía fuera del país. Lo único que apreciaba fue este regalo: su hogar; un obsequio de bodas que le dio su madre un mes antes que se casará.
A la vez le hacía bien y mal porque le recordaba todo su dolor de ser plantada en la iglesia.
Recordar todo eso que la ponía en un estado depresivo, era doloroso y le desgarraba el corazón.
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Sin embargo, ese recuerdo llegó a su memoria, desencadenando un punzón en su corazón.