***Advertencia: Capítulo con escenas explícitas (+17)***
Hace un mes...
Era un agradable dia; el sol iluminaba perfectamente el bello paisaje de la ciudad Solé junto con el bosque Darkness. El cielo era impecablemente maravilloso por su color tan peculiar: Azul.
Era el día perfecto para una escena inolvidable.
En la finca de la Rosa ubicada en la región "C" de dicha ciudad; Mey veía con admiración el perfecto día. Sus nervios los tenía a flor de piel; hoy era su magnífico día en que contraria nupcias. Se casaría con el amor de su vida; el mejor amigo desde su infancia y que ahora sería su futuro esposo. Ese hombre que la complementaba; un hombre cálido y bizarro, llamado: Isaac.
- Mey, ¿estás nerviosa? Jijiji ¡Sólo faltan dos horas!. - exclamó una chica morena con su pelo rizado y negro. Emitía una alegría extrema por su gran amiga Mey.
Mey quien permanecía viendo hacia el horizonte, se giró observando a su amiga, la cual ella quería como una hermana más.
Se mordió los labios antes de responderle:
- Es más que obvio pequeña Lenny, no puedo mantenerme quieta.
Su amiga Lenny solo pudo sonreír al ver que Mey se retorcía por sus nervios y era más que evidente que no podía estar tranquila.
Lenny sólo podía reír en silencio.
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Mey atisbo la sonrisa burlona de su amiga y le dijo: - ¡Oh! Lenny... Por dios deja de pensar en "eso"
Ella sabía a que se refería, no soportaba que sus amigas la abrumaran que la noche de su boda sería toda una mujer.
Lenny: - Jijiji... Tranquila pequeña inocente. Pronto llegará el maquiliista. Y "por dios" deja de ver tu vestido. Estas hermosa y más con ese pecho, vas a sobresalir demasiado.
Uff... te verás genial. - expresó con total orgullo.
Haciendo que Mey se intimidara un poco. Era una hermosa chica, con un cuerpo esbelto y más porque tenía unos atributos sobresalientes y perfectos.
Su amiga Lenny se retiró de la habitación, dejando a Mey sola.
Ella e movió directo hacia la gran cama donde se encontraba un hermoso vestido de seda con piedras brillantes y con un escote sutil, largo y ajustado, justo como ella soñó. Le paso delicadamente su mano, sintiendo la delicada y fina tela.
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En la región "D" de la ciudad Solé...
En una mansión, conocida por ser de una familia prestigiada y honrada, donde el futuro esposo de Mey vivía.
En la habitación principal de él, se emanaba un ambiente vigoroso y erótico.
- Wen... Wendy...para... - susurró Isaac jadeando, apenas conteniendo el aliento por las arremetidas felaciones que le hacía una mujer medio desnuda de su torso, en cuchillas y sosteniéndose de su trasero de él.
- ¿Parar?... No... Creo... Tú... Lo estás disfrutando. - dijo con el aire entrecortado, mientras que su saliva se deslizaba por las comisuras de sus labios carnosos.
Gemia de placer, sintiendo la humedad de su intimidad.
Ambos estaban en el baño. Por precaución para que nadie los captará infraganti.
Wendy no paraba de sus acometidas, moviendo su boca, deslizando su lengua caliente sobre el erguido y palpitante miembro de Isaac.
Ella disfrutaba como él, dejaba escapar un gemido ronco. Al mismo tiempo, Isaac se recargaba en el lavamanos, intentando no perder su poco juicio, el cual le repetía en su mente que no podía estar haciendo esto en este día. Sin embargo, estaba cediendo al placer del sexo oral, se estremecía por la lengua caliente de ella, que hurgaba y lamia su miembro duro y palpitante.
La atmósfera se convirtió en lujuria.
Isaac se aferraba en los bordes del lavamanos con más fuerzas. Al no resistir más la succión de su miembro, él agarró del pelo rojizo a Wendy, empujando su boca sobre su miembro con brusquedad y al mismo tiempo que su pelvis chocaba en el rostro carmín de ella.
Isaac jadeaba, gotas de sudor resbalaban sobre su torso esculpido y desnudo. Wendy cada vez más percibía como se humedecia su abertura, que palpitaba y dolía por la sensación de ser penetrada por él. Solo podía pensar que él la arremetiera, una de las tantas veces que lo habían hecho en secreto y justo ahora lo quería sentir en su húmedo sexo.
Estaba más excitada de lo normal; sabía que hoy era un día importante para su media hermana Mey, pero a ella no le importo para nada, al contrario le gustaba sentirse extasiada; llena de placer por estar con Isaac.
Isaac se estremeció al sentir que estaba llegando a su límite. - Me voy a venir... - dijo en un último aliento.
Dándole a entender a ella que se moviera.
Sin embargo, ella aceleró más, dejando a Isaac sin opción y expulsando su esencia cremosa en la boca de Wendy.
Ella de inmediato, al sentir esa eyaculacion caliente, se lo trago percibiando el sabor de su esencia viril. Después de eso, se relamio los labios carnosos. Jadeando de su excitacion.
Isaac tembloroso dejo escapar un gruñido de placer. Se pasó su mano sobre su frente sudorosa. Maldiciendo por qué una vez más se dejó vencer, cayendo en la redes de esta mujer meticulosa.
Era imposible para él resistirse al voluptuoso cuerpo de Wendy. Pero se culpaba por romper su promesa de terminar con esta relación prohibida y al mismo tiempo por serle infiel a Mey.
Wendy se levantó, pasando sus dedos por sus labios y dibujando una sonrisa de satisfacción total, dejando caer sus ojos zafiros sobre el gran hombre frente de ella.
- Sé que no será la última vez... Mi vida... - murmuró ella.
Isaac: -....
Él no tenía palabras, sus ojos marrones se oscurecieron.
Se subió sus boxers y se subió la cremallera de su pantalón crema. Por el silencio de él, Wendy no le quedó de otra, que pensar con malicia y rabia.
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Isaac se hecho agua en la cara. Aclarando sus pensamiento, veía por el reflejo del espejo a Wendy quién mantenía una postura alarmante, con sus senos al aire, dejando su piel blanca a la vista de él.
Isaac: - Vete. - espetó.
Wendy : - ¿Qué? Tú en verdad eres necio a pesar de lo que pasó ¿quieres que me vaya?. - expresó con su voz aguda y melancólica. Se subió su sostén y su vestido de terciopelo blanco.
Isaac sólo resoplo. No quería hacer un escándalo ni menos por estar en su casa.
Así que habló con una voz grave y determinante.
- Solo vete Wendy. Te lo rectifico, me voy a casar con ella.
Wendy apretó con fuerzas sus dientes, tratando de contener su molestia.
- Aja... Piénsalo muy bien. Te amo Isaac. No olvides que te has acostumbrado a mis caricias y que ella ni siquiera deja que la toques. Conoces como ella actúa como una niña... - margullo Wendy. Se aliso su cabello rojizo y salió del baño, cerrando de un portazo.
Él se quedó furioso, empuñando sus manos. Ya no sabía exactamente qué debía hacer, admitía qué sentía atracción por la bella figura de Wendy pero a la vez en su corazón se encontraba Mey, la quien decía amar inmensamente.
Sabía cómo era el comportamiento de Mey, rebelde y tierna a la vez. Eran amigos de la infancia, desde el preescolar. Se enamoraron en la preparatoria, hace cuatros años que ya tenía una relación de novios.
Ambos tenían un amor mutuo y sincero pero ahora eso parecía que estaba desvaneciendo por su parte. Tenía un sinfín de dudas en su mente.
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....
Mey estaba lista para su gran momento. Sus nervios cada vez la sobrepasaban. Se vio por última vez en el espejo, observándose de pies a cabeza; tenía un hermoso peinado, un maquillaje sutil y suave en su tez pálida.
Sus ojos verdes esmeraldas radiaban felicidad. Todas sus amigas tanto del trabajo y las de su preparatoria se encontraban en la habitación viéndola con asombroso y alegría. Todas ellas eran sus damas de honor. Sólo faltaba una de ellas.
- Llegó la hora. - anunció Lenny con una enorme sonrisa. Mey asintió con una débil sonrisa. Los nervios la mantenían impaciente.
Todas salieron de la casa, directo a una limosina color blanco que estaba muy bien adornado. Subieron y partieron a su destino.
Minutos después...
Llegaron justo en una catedral, con enormes arreglos florales para la ocasión. La familia de ella y su futuro esposo ya estaban reunidos en la catedral. Solo esperando la llegada de ella.
Las damas de honor que vestían del mismo color turquesa, descendieron de la limusina. Luego Mey con su hermosa vestido de seda, salió con cuidado.
Sólo giro su vista y vio que su media hermana Wendy no estaba. Se preocupó, porque ya era la hora y ella sería su otra dama de honor.
Se encaminó junto con su padre Franco, quién sonreía de alegría por ver a su querida hija llena de felicidad. Avanzaron hacia dentro de la catedral, caminando sobre una enorme alfombra roja. Conforme caminanban con lentitud, Mey se puso más nerviosa, todas las miradas de los presentes cayeron sobre ella. <
De inmediato, vislumbró a Isaac, que vestía un traje beige, alto y esbelto, con su cabello negro bien peinado. Se ruborizó, ella estaba profundamente enamorada de él y lo amaba demasiado.
Las damas de honor se hisieron a un lado; Mey sostuvo la mano de Isaac al momento que llegaron al altar. Su corazón retumbó, no dejaba de ver los ojos marrones de Isaac. Este era el mejor día de su vida.
Todo estaba listo. El sacerdote se estaba preparando para empezar la sagrada ceremonia. Al siguiente segundo, Mey percibió que la mano de Isaac temblaba y lo vio de reojo, viendo la expresión solemne de él.
Isaac: - Lo siento, perdón pero no puedo... Yo no... - dijo soltando la mano de Mey.
Bajo un escalón, y camino a grandes pasos hacia el centro, donde estaba una figura; esa mujer era Wendy.
Mey aturdida, se dio la media vuelta y se quedó atónita por lo que estaba viendo.
Mey: - ¿Qué...?. - musitó.
No podía digerir lo que contemplaba, su futuro esposo tomada de la mano a su media hermana, y ambos se marchaban, dejando un total caos.
Todo a su alrededor de Mey desapareció quedando solo a su vista como ellos se alejaban. - No, no, no te vayas... No me dejes por favor... - murmuró.
Al mismo tiempo que sus lágrimas brotaban y caí de rodillas. Su padre, su hermano Walter (medillizo de Wendy) se acercaron a ella, pero Mey se mantenía en una burbuja de dolor y sufrimiento. Lloraba delante de todos, apretando con fuerzas la tela de su vestido.
Después de todo el caótico desastre, Mey se alejo de todos y más de aquellos que sabían de la infidelidad de Isaac. Esa relación que ya era de un año.
Jamás perdonaría a su media hermana y menos a Isaac. Los odiaba con todo su corazón pero era inevitable no dejar de amarlo; eso sería difícil y un proceso largo. Desde aquel día fatido, ella se hundió en una total depresión, sus ojos color esmeralda quedaron vacíos y sin vida.
Ya no tenía ningún propósito para seguir adelante.
Ese día sería el peor de todos grabado en su memoria.