Una personalidad impecable

El tiempo para merendar se acercaba; Wendy por el rabillo del ojo y cautelosa ante los presentes, espiaba a Lou. Le parecía un hombre majestuoso, voluminoso, imaginando el cuerpo de adonis que poseía debajo del traje pulcro y elegante que vestía.

Pero lo más atractivo y que destacaba de su personalidad era el pendiente plateado de su lóbulo izquierdo, para Wendy era más seductor dicho hombre a quien todavía desconocía. Admiro su belleza física; incluso estrujo sus voluptuoso pecho contra su vestido de seda. Intentando que Lou la viera pero ese hombre parecía absorto en sus propios pensamientos.

Sin obtener su objetivo, Wendy se enderezó y sólo pudo mirar con cierta decepción en sus ojos.

Por otro lado, Mey se percató del movimiento atrevido de su media hermana. Era una desvergonzada para ella por hacer eso delante de los demás.

<<¡Qué barbaridad! Sus pechos son más falsos que nada. No puedo creer que vio Isaac en ella. ¡Aghr! ¿Por qué me interesa? Vaya, es estúpido divagar sobre ellos.>>, meditó Mey, reprendiendosé por pensar en Isaac.

Cuando le dijo a su abuela que ya no le importaba esa situación degastante, era en serio y desde ahora que ya había admitido su terrible sufrimiento, se concentraría en buscar un trabajo, rehacer su vida y por ahora, se abstendría de tener una relación amorosa.

Bueno, eso pensaba ella aunque en los más recóndito de su alma, no estaba muy segura al estar viviendo bajo el mismo techo con Lou, el ser alienígena que le llegó como una "Bendición y Maldición" al mismo tiempo por todo lo bueno y malo que acontecía día a día.

Dejando eso de lado, Mey se sentía tensa y rígida porque tenía de frente a su padre. Tenía cierto temor que sacará el tema de la discusión que aconteció en el jardín y que con ello, señalará a Lou como un hombre agresivo.

Aun así, los segundos transcurrían, y El Señor Franco actuaba normal; a primera vista ignorando su presencia de su hija y guardando su molestia por lo que pasó en el jardín.

Mey se mentalizó en simplemente ignorar a Wendy e Isaac; con su expresión neutral espero para merendar.

Lou se mantenía inmutable, prácticamente era como un robot, mirando fijamente al frente sin importarle el humano que tenía delante. Pero en su mente solo tenía una cosa: comer.

Solo podía procesar la sensación de las inmensas ganas y el extraño revoloteo que tenia en su estómago, esperando por degustar. Ya estaba mentalizado para ser un humano normal a la vista de otros aunque la realidad, parecía un robot. No dejó de lado que en la mesa se encontraba ese hombre, el Señor Franco, a quien quiso aniquilar cuando abofeteo a Mey.

Lou lo analizó en un santiamén, estaba en alerta ya que percibió que cuyo hombre emanaba una vibra negativa hacía Mey. Para Lou era un peligro; un humano peligroso a la vista de él.

Luego de la espera de cinco minutos, la sirvienta Esther y otra más, entraron con una charola de plata al comedor.

La entrada consistía en una sopa: "Crema de elote"

Para Lou era un deleite el aroma de la crema de elote, simplemente embriagador, sin saberlo el admiraba al platillo como lo único que existía en ese momento.

Sin más espera, la anciana Naty dio la orden para empezar a comer.

Luego de la entrada, llegó el plato fuerte: "Pollo a la naranja".

Desde luego, Wendy comió a regañadientes dicho platillo ya que era el favorito de Mey y para su desgracia, a Wendy le desagradable los cítricos. Ella se sintió ofendida.

Todos terminaron de comer en un profundo silencio.

Lou cada vez más se inundaba ante las mezclas de aromas que deleitan su paladar. Pensó que la comida del Planeta Tierra era única y exquisita, muy diferente a su Planeta Marte.

Nadie mencionó nada después de terminar. El Señor Franco se sintió conmovido por ver a su madre Naty disfrutar de la adradable merienda.

Ahora, las miradas curiosas hacia Lou no faltaban, ya que durante la merienda, él se comportó como todo un noble. Fue hipnotizante a la vista de cualquier, inclusive para Mey, era realmente increíble el comportamiento impecable de Lou.

Ella recordó que no le enseñó cómo comportarse a la hora de comer y estaba más que eufórica por dentro porque su simple enseñanza dio un fruto impresionante.

<<¡Muy bien Lou! Eres un ser único en el universo. Te adaptas más de lo que imaginé.>>, alabó a Lou con mucho entusiasmo.

Mey estaba asombrada por el enorme cambio de Lou. Por supuesto, su atractivo físico era de otro nivel. Sería el perfecto e ideal novio pero la realidad era que era un espécimen alienígena y sobre todo, que no tenía emociones ni idea que era experimentar el amor.

Para Mey, era una decepción que un gran hombre guapo y encantador fuera de otro mundo.

Quién estaba más asombrado, era Walter, ya que ver que dicho hombre, quien perdió la memoria temporalmente, actuará como si nada le sucediera. Era escéptico ante el comportamiento de Lou; lo único que concluyó era que éste intentaba impresionar una vez más a su hermana Mey.

El Señor Franco, no dejaba de mirar con irritación a Lou, quería mencionar algo respecto sobre la discusión del jardín pero se obligó a callarse ante lo que podría desatarse ya que la anciana Naty se encontraba presente. Sin embargo, ganas no le faltaban para correr a Lou de su casa.

Mientras hacían una pausa para el postre. Wendy ya molesta por comer el platillo favorito de Mey, habló.

- Abue, ¿no presentarás al "invitado" de mi...hermana?. - preguntó Wendy con una sonrisa provocativa al mismo tiempo que le lanzaba una mirada desafiante a Mey. Ella claramente tenía la intención de provocar a Mey.

Por supuesto, Mey rápidamente captó la intención de Wendy pero no le daría el gusto de caer en su artimaña. Era absurdo iniciar una disputa delante de la abuela.

- ¡Tsk! Eso no debe incumbirte a ti. - espetó Walter crispando sus labios ante la desafiante de su hermana melliza.

Él la miró con desdén y le lanzó una advertencia: "No te permitiré que te atrevas a insultarla."

Wendy se mordió sus labios ante esa advertencia furtiva. De ninguna manera se quedaría de brazos cruzados y menos permitir que su hermano la despreciara más. No olvidó que el día de la boda fallida, Walter fue muy directo y áspero en dejarle en claro que la única hermana que existía para él, era Mey.

Había sido despreciada delante de los demás por su mismo hermano mellizo.

Desde entonces, Wendy le remordía y acumulaba más su odio por Mey por rebatarle el afecto de su hermano.

La atmósfera cambió drásticamente, ya que ambos hermanos mellizos se fulminaban con la mirada y ponían la situación más tensa para Mey.

- Wendy y Walter, no sean insolentes. Su abuela está presente. - habló duramente el Señor Franco, interfiriendo para que no se armará una discusión entre ambos hermanos.

Walter sólo gruño y desvío la mirada de Wendy.

El Señor Franco no toleraba que sus dos preciados hijos mellizos que eran inseparables de pequeños, ahora cada vez más se alejaban mutuamente y por supuesto, no pudo evitar que la causa era su hija menor, Mey.