Cuidad Ville Gold...
El tránsito en la Cuidad Metropolitana Ville Gold era la misma de siempre; la gente deambulando de un lado a otro por su trabajo. Todos los días eran ajeteadros, inclusive para el Presidente Orson era un día rutinario con el mismo objetivo de siempre.
Él como un gran magnate, su deber y obligaciones debían cumplirse al pie de la letra, sin excepción alguna.
El Presidente Orson, se encontraba en su Suite, observando desde la gran ventana el resplandeciente cielo despejado con los rayos del sol que iluminaban la cuidad metropolitana. Sus ojos ámbar eran estáticos, meditando lo que su asistente Remi le había dicho hace media hora.
Él como un ser del espacio exterior, nunca meditaba nada pero esta vez fue la excepción ya que sus expectativas se encontraban en una encrucijada.
Previamente, el asistente Remi le había hecho una llamada telefónica, que el Escuadrón UECRA llegó a superficie y que la misión primordial era encontrar a los tres alienígenas que se perdieron de rumbo. Por supuesto, uno de ellos era su hermano menor. El Presidente Orson tenía muy en cuenta que dicho escuadrón era muy minucioso en investigar cada zona para encontrar el paradero de los tres seres alienígenas.
También para el gran magnate era un obstáculo muy grande que no podía eludir fácilmente. Él ya tenía las ubicaciones de A79, X87 y desde luego, el de su hermano: D56.
Solo le importaba a su hermano pero tener a los dos también eran esenciales para su siniestro plan.
Él sólo esperaba el momento indicado para actuar pero saber que el Escuadrón UECRA hizo su aparición, tendría que precipitar sus planes.
Hoy era un noche importante; una fiesta de negocios donde los millonarios se reunían para celebrar un nuevo trato para su conveniencia. La asistencia del Presidente Orson era fundamental, así que no se daría el lujo de faltar. Luego, que la fiesta culminará viajaría a la Cuidad Solé, pasando desapercibido de su misma especie.
La curiosidad de ver a su hermano era enorme; no se conformo verlo en el video de seguridad, quería verlo frente a frente. Pero sólo su curiosidad ascendía al tener en cuenta que su límite de su tiempo en el Planeta Tierra, llegó a su límite y que por ende y razones desconocidas, su hermano no regresó al Planeta Marte como tenía estipulado, es por eso que necesitaba saber sí D56, era como él, un ser con poderes increíbles y superiores que otro cualquier alienígena.
El Presidente Orson seguía contemplando la gran cuidad. Se veía como el gran magnate, admirando el gran imperio que cada vez más se iba desarrollando gracias a él. Los días para un país pacífico y llenos de riquezas, estaban contados y el Presidente Orson lo sabía perfectamente. Curvo sus labios en una sonrisa malévola y se dio la media vuelta.
Salió de su estudio y tomó su saco que se encontraba en el perchero.
Se alistó para volver a su gran empresa. Debía poner en orden documentos confidenciales antes de irse de la Cuidad Ville Gold.
...
El auto negro de último modelo se estacionó en la gran entrada de la empresa OrLan, una de muchas que el Presidente Orson era dueño y la empresa número del País Versas.
El chófer abrió la portezuela, haciendo una reverencia al gran magnate que emanaba una aura glacial.
- Bienvenue le président.
Uno de los asistentes de la empresa lo asistió y saludo con mucha cortesía pero como siempre, el Presidente Orson no contestó y entró al gran edificio.
Su imponente presencia intimidaba a su personal. Él se dirigió al elevador y subió al último piso donde se encontraba su oficina presidencial, donde todas la secretarias esperaban al magnate con reverencia.
Cada una de ellas portaba en impecable orden sus uniformes color azul, mostrando sus respetos a su Gran Jefe Presidente.
Todas saludaron al unísono. Él se detuvo, viendo que su asistente Remi no se encontraba a la vista. Él prosiguió caminando ignorando las jóvenes secretarias que admiraban su atractivo.
Entró a su oficina de aspecto tétrico. Tonalidades azul y negro, indicados para su personalidad glacial y oscura.
Se sentó en su enorme silla confortable. Con una postura autoritaria. Esperando a que su asistente Remi atravesará la puerta de su oficina, no sin antes de pedir permiso para entrar. Sin embargo, minutos pasaron y su asistente recatado y puntal, no llegaba. Enseguida su aura se oscureció.
Tomó su móvil y contacto a Remi. Sólo basto uno vez que sonara y de la otra línea, Remi contestó.
- ¿Dónde estás?. - inquirió el Presidente Orson con frialdad.
Del otro lado de la línea, Remi no se inmutó, acostumbrado al mal genio de su presidente.
- Er...discúlpeme. Me dio un resfriado. - respondió Remi con la voz ronca.
El Presidente Orson, frunció su ceño al escuchar la voz débil de su asistente, algo inusual ya que ellos no enfermaban a menos que su organismo no se adaptará en la superficie tierra.
Pero para el gran magnate era inconcebible que Remi estuviera enfermo. Hace una hora se encontraba en perfecta condiciones.
- Razón. - pronunció el presidente fríamente.
Remi, quien se encontraba acostado, sin señales de un resfriado, se quedó en silencio.
<<¿Razón...? Pero en este instante no sé me ocurre nada.>>, pensó Remi con desesperación.
Los segundos transcurrían y finalmente, dijo:
- Tomé una ducha a mitad de la madrugada. A causa de leer mucho. - sonó seguro de sí, sin pizca de titubeos. Claro, el asistente Remi se estaba excusándose de su verdadera razón.
Remi por primera vez se puso tenso al escuchar la respuesta del presidente.
- Hm. Esta noche viajamos a la cuidad Solé. Y dime, ¿quién va a cubrir tu puesto esta noche de la fiesta? . - preguntó el Presidente Orson, no creyó la absurda repuesta de su asistente pero tampoco iba a interferir en sus asuntos personales.
- La secretaria Cristina, ella es la más indicada. También tiene todo en orden. - dijo Remi.
El Presidente Orson sólo respondió monótono y colgó la llamada.
Remi sólto un suspiro de aliviado por no ser interrogado de más. Se encogió más entre la manta, haciendo una mueca ante la dolencia que sentía en su parte más íntima. Fue absurdo decir una excusa así pero ya no tenía de otra, más que recuperarse para esta noche.
- Así que una ducha fría por leer tanto. ¡Ja ja ja! Qué excusa más rara. - exclamó sarcásticamente un joven que sólo cubría sus partes nobles con una toalla, dejando al descubierto su gran cuerpo corpulento.
Remi, exasperado por su dolencia y faltar a su trabajo, se sentó sobre la cama y tomó una almohada que lanzó contra el apuesto joven que seguía riendo.
Los ojos miel de Remi fulminaron al joven, al mismo tiempo que se sonrojada por el magnífico cuerpo que deslumbraba frente a sus ojos.
- Cállate. Si voy fuera por ti, no estaría en esta posición. Ahora, vístete y vete. - gruño Remi. Pero el joven de ojos grises, sonrió ante la fría actitud de Remi.
Él se acostó nuevamente y cerró sus ojos para dormir un rato.
Mientras tanto, el Presidente Orson, no estaba nada convencido ante la respuesta de asistente. Dejó eso de lado, y encendió su ordenador. Busco el video de la grabación y congeló la imagen donde su hermano aparecía junto a la chica de pelo violeta.
No creía que esa chica de cara inocente y hermosa, hubiera mentido ese día del interrogatorio policial. Ya sabía que ella actuaba extraño pero no se imaginó que estuviera ocultando a un ser alienígena, a su hermano.
No esperaba el momento para verla de nuevo y hacerle saber quién mandaba en el País Versas.