La atmósfera que rodeaba a Lou y a Mey estaba llena de calidez y avidez; ambos tenían su corazón latiendo frenéticamente.
Mey respiraba agitadamente, sus labios tiriteaban a causa de tener los dedos de Lou sobre ellos. El dedo índice de Lou estaba a milímetros de escabullirse en la boca de ella. Mey no supo qué hacer. Sintió que su mente se volcó en un santiamén ante la sensación placentera que la consumía lentamente.
Lou tenía la misma expresión pero sus ojos reflejaban ese destello indescriptible. Él analizó a la chica, preguntándose en su mente por qué temblaba. Así que él le preguntó: - ¿Qué...pasa?
Él no era consciente que la chica se moría de la vergüenza porque su dedo de él se encontraba en medio de sus labios. Otra ola de calor se apoderó de Mey y el cosquilleo de su bajo vientre, le nubló sus sentidos.
¿Qué tipo de sensación era esta?
Ella tuvo la fuerza suficiente para moverse. Así con su cuerpo temblando se alejó de Lou, chocando con el apoyabrazos del sofá. Lou se quedó con su brazo al aire.
- Y-Y-Yo...ya te-tengo sueño. Eeeh...hasta mañana. - dijo ella apresurada, ocultado su cara carmín.
Sin más preámbulos, Mey se levantó del sofá y con las piernas tambaleante camino a grandes zancadas hasta su habitación.
Con ese jadeo, giro la perilla y se adentró a su habitación. Su corazón no dejaba de latir como loco.
<<¡D-Dios mío! ¿Qué fue lo que pasó? ¿P-Por qué dejé que tocará...mis labios?>>, pensó
Mey mientras se apoyaba contra la puerta. Todavía percibía esa sensación electrizante en sus labios. Inconscientemente, se llevó sus dedos a su labios; ella sabía lo que su cuerpo emanaba y admitió que se excitó por ese desliz en sus labios.
Pero lo increíble, gotas de sudor se deslizaban por su clavícula; también que esa sensación intensa y con un calor vehemente...no lo experimento con Isaac. Ella hizo memoria que en ningún instante de aquellos besos y abrazos inocentes, sintió una ola de calor magnética.
Mientras tanto, en la sala de estar con la televisión encendida; Lou tenía su vista en la pantalla. Él también sentía esa electricidad que le recorría cada poro de su piel.
Sin embargo, sus ojos se dilataron abruptamente cuando en la película una escena apasionante se efectuaba entre los actores.
Una escena donde el personaje masculino y femenino se encontraban semidesnudos encima de una cama con una luz tenue.
Lou nuevamente quedó absorto ante lo que se transmitía.
<<¿Qué hacen ellos...?>>, se preguntó el inocente de Lou.
Y cuando ambos personajes se tocaron mutuamente con una cercanía íntima, dándose besos húmedos y apasionados; jadeando el uno a otro...la mente de Lou se volcó ante la insólita escena para él.
Él no nunca antes había visto algo como eso y menos se le fue estipulado en su conocimiento infinito.
Inquieto ante dicha escena y sonidos, se levantó y apagó el televisor. Esa escena erótica dejó su mente una confusión. Una imagen donde el personaje masculino le dijo a su amada: "Nos convertiremos en un uno", eso fue lo último que alcanzó a escuchar.
Todavía tratando de procesar la escena.
En la habitación de Mey, ella se encontraba sentada en el piso, con su cabeza clavada entre sus rodillas. Era difícil eludir la excitación de su cuerpo. También aturdida por el súbito movimiento de Lou. ¿Cómo este ser era desvergonzado y audaz al mismo tiempo?
¿Por qué cada vez más su personalidad cambiaba?, ella no comprendió que pensaba la mente del ser alienígena.
¿Cómo serían los días siguientes?, era una realidad impredecible.
Ella se puso de pie y soltó un largo suspiro. Se dirigió a su cama y se acostó. Ignorando si Lou seguía o no despierto.
Solo deseaba dormir y olvidar el momento bochornoso que pasó junto a él.
***
A la mañana siguiente...
Un amanecer frío, el sol apenas iluminaba el gran horizonte junto al Bosque Darkness. Era viernes y el fin de semana se acercaba. Los pajarillos cantaban al mismo son por el amanecer.
Mey dormía con una expresión apacible, apretando la almohada como de costumbre. Eran a las seis de la mañana, aún.
*¡Beep Beep Beep!*
El móvil de ella, sonó una y otra vez hasta que ella emitió un gruñido. Mey a regañadientes por despertarse, cogió su móvil y contestó sin tomarse la molestia de saber quién era.
- ¿Ho...la?. - inquirió ella con ese bostezo y los ojos cerrados.
- Hija, ¿sigues durmiendo?. - habló una mujer, con el ceño fruncido.
Mey dormitada, sólo murmuró un "mm".
Entonces la mujer al escuchar a ella, dijo:
- ¡Mey!
Enseguida Mey se despabilo, enderezando su cuerpo y abriendo sus ojos en par.
Era la voz de su madre Mariel.
- ¡¿M-Mamá?!. - exclamó ella, quitándose los mechones de su pelo que se pegaron en su cara ante el exaltó.
- Si, hija soy yo. ¿Por qué sigues en la cama? - inquirió su madre.
Mariel, se encontraba en otro país; justo en este instante estaba frente a su ordenador, revisando su último proyecto comunitario mientras esperaba la respuesta de su hija.
- Aaah es temprano mamá... - musitó Mey, frotandosé sus ojos.
Su madre Mariel rara veces la llamaba a sabiendas que el trabajo de su madre era caridad y le consumía tiempo. Sin importar la distancia de su madre era estricta respecto a la hora de levantarse así como la forma de comportarse.
Pero enseguida Mey, se percató que ella rompió su viejo móvil. De tal forma, que era extraño que su madre tuviera su nuevo número telefónico.
- Er... Por cierto, mamá, ¿cómo conse---
- Walter me lo dio. Supe lo que pasó ayer. ¿Cómo estás? ¿Por qué decidiste ir?. - interrumpió su madre, claramente con un tono de molestia pero a la vez llena de preocupación por el estado de su hija.
Mey conocía a su madre. No importará lo estoica que fuera a veces, su madre siempre estaba al pendiente de su entorno y de la situación que ella pasaba.
Se produjo un largo silencio.
Mariel tecleaba datos en su ordenador al mismo tiempo que Mey se llevó sus rodillas a la altura de su pecho. Todavía no sabía qué responder a su madre.
- Suspiro...querida entiendo que no me quieras contar pero...por favor, no vuelvas allí. Ahora la situación con tu padre no es la mejor. - mencionó Mariel, dándole a conocer a su hija que la situación con su padre ya no se encontraba en buenos términos.
Los ojos marrones de Mariel, contemplaban la pantalla del ordenador pero en su mente pensaba en su hija Mey.
Ella se sentía mal consigo misma por no estar a lado de su hija cuándo más la necesitaba. Se enteró que su hija fue plantada en el altar; que todos los días se la pasó encerrada sufriendo con un dolor devastador.
No tenía permitido aún, regresar al País Selyn ya que se encontraba en el País Krone, organizando su último proyecto humanitario.
- Lo sé mamá...pero la abuela se enfermó...y quería verla. - respondió Mey, llena de aflicción por recordar la escena de su padre abofeteandolá y de la disputa de su hermano Walter e Isaac.
Seguía preocupada por su hermano Walter.
- De acuerdo, lo entiendo pero...no vuelvas a ir. Yo pronto estaré de regreso. Solo te pido que no vayas a la finca. - pidió Mariel a su hija.
No permitiría que su hija fuera repudiada por su mismo padre y hermanastra. Trabajaría a horas forzadas para estar cuánto antes con su hija y hacerle saber que todo estaría bien.
- Hija, estoy trabajando. Te llamaré otro día. Cualquier cosa que necesites, avísame. ¿OK? - añadió por último la madre de Mey.
- Esta bien, mamá. Cuidate y hasta luego. - respondió Mey, despidiéndose de su madre. Colgó la llamada y dejó su móvil en la mesita de noche.
Dio una bocanada de nadie, llevando su brazo sobre sus ojos.
- Es temprano... - se dijo a sí misma.
Ya no tenía sueño para nada. Antes de levantarse, prefirió quedarse unos minutos más en la cama para pensar qué hacer el día de hoy.