Los minutos pasaron y Mey seguía en la cama, en un profundo silencio.
Al fin terminó de pensar. Hizo memoria que no tenía nada en la cocina, también que su hermano Walter le dio una cantidad de dinero muy considerable y más de lo que esperaba.
Era tedioso ir de compras pero tenía que hacerlo ya que ni siquiera una migaja de pan tenia para desayunar. Y su pensamiento fue para Lou, conociéndolo de seguro andaría como una cucaracha buscando por toda la cocina que comer.
Desde que Mey lo encontró nuevamente en medio del bosque, se percató que Lou comía más de lo considerable. Aparte que ni se le notaba signos de que subiera de peso. Mantenía su mismo cuerpo corpulento.
Entonces Mey decidió que era hora para ir al supermercado, aunque una parte de ella le causará incertidumbre salir por segunda vez de la casa.
Se levantó de la cama, estirando sus brazos y soltando un bostezo. Buscó rápidamente en su armario un cambio de ropa para ducharse.
Su destino para ir al supermercado más abastecedor, más cercano y que se ajustaba al bolsillo; donde acostumbraba ir cada fin de mes era en la Región D.
Tenía en cuenta que ahí vivía su ex-prometido Isaac. Pero a ella ya no le importó demasiado. No negaría el hecho que ir a esa región le traería recuerdos, nada agradables. Sin embargo, ella una vez más se motivó. No podía seguir todo el tiempo encerrada; ya había decidido seguir adelante sin importar las adversidades que le cruzaran en su camino.
Lo positivo de ir a la Región D era que se encontraba todo tipo de mercados. Podrías encontrar hasta lo más enigmático y extraño del mundo.
Ahora, otro problema minúsculo. Bueno, no tanto pero aún así a ella le ocasionó ansiedad. Era el ser inmutable de Lou.
Sinceramente Mey, no quería ir con Lou o mejor dicho no lo llevaría para nada. Sabía de antemano que su impecable, magnética y deslumbrante belleza de Lou, causaría un sobrevuelo mucho mayor que en la Región C. Y eso se debía que en la Región D, la gente abundaban a diario.
No obstante, ella necesitaba y quería tomarse su tiempo para buscar un empleo. Tomaría esta oportunidad para salirse de su casa y buscar información de un trabajo.
Ella le parecía más adecuado y apropiado la Región D, ya que se encontraba todo tipo de tiendas y otra ventaja, que solo le tomaría 20 minutos para viajar hasta su hogar. Menos tiempo que la misma Región C.
Especuló que lo más probable era que Lou siguiera en la cama como el bello durmiente que es. Y entonces, Mey indagó que sería la oportunidad perfecta para irse a hurtadillas. Sería ágil y sigilosa; no haría ningún tipo de ruido agudo antes de irse de la casa. Tampoco se iría, no sin antes dejarle una nota a Lou.
Luego del incidente de anoche, quería evitarlo a toda costa. Sin olvidar que también le tendió sus bragas sin pudor alguno. Necesitaría tiempo para omitir en su memoria esa escena bochornosa.
...
7:15 a.m.
Mey estaba lista para marcharse. Su pelo violeta estaba bien peinado; se puso uno de sus típicos mallones y una blusa celeste, holgada. Creyendo que así sus grandes senos no sobresalían demasiado. Pero aún así, era difícil cubrir esa parte natural de sus pechos.
Agradeció que el día de hoy la temperatura no era muy fría. Agarró su bolso y se lo atravesó por su cuerpo.
También agarró el dinero que le dio su hermano. Creía que Walter fue muy generoso en darle tanto dinero. Pero con lo orgullosa que ella podría ser, se dijo a sí misma que le regresaría el último centavo, tan solo faltaba conseguir un trabajo.
- ¿Cómo estará él...?. - se preguntó, preocupada por su hermano Walter.
Estaba en un dilema de si llamarlo o mandarle un mensaje. Quería saber si estaba molesto o no. Lo ideal era darle su espacio. Rara veces su hermano se molestaba o dejaba salir su furia a la vista de otros.
Suspiró, intentado no ponerse emocional.
Ya se venía lo difícil.
Mey salió de su habitación, siendo muy sigilosa. Para ella era absurdo salir a escondidas de su propia casa. Nunca lo hubiera imaginado.
¿Qué tipo de vida era este?
Sí lograba irse sin que Lou se percatará de ello, más tarde le daría una explicación convincente.
Movió sus piernas, con cautela y procurando no hacer un sonido agudo. Fue consciente que la habitación de Lou se encontraba enfrente de ella. Cualquier minúsculo sonido, haría que el ser alienígena se pusiera en alerta.
Todavía indagaba en su mente qué tipo de poderes poseía Lou. ¿Algún día él se lo haría saber?, era una incógnita sí eso llegará a ocurrir.
Ya saliendo por el umbral del pasillo, avanzó con más rapidez hasta la puerta principal.
Soltó un suspiro furtivo.
Su mano agarró el picaporte y a punto de girarla, se detuvo al oír unas pisadas que la desconcertaron.
Enseguida trago saliva. Su corazón dio un salto enorme.
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- ¿Adónde vas? - inquirió la voz ronca del ser inmutable, que hizo despabilar a Mey.
Ella sintió como un escalofrío le subía por su espina dorsal. Volvió a pasar saliva. Sin saber qué responder, estando petrificada, sólo se mordió su labio.
Ella supo que esta vez, la voz de Lou sonaba fría.
Y entonces...
- Humana. - añadió él.
Escuchar que le dijo "humana", le puso los pelos de punta, no era nada bueno.
Con el loco tamboreo de su corazón, decidió hablar.
- Er...Lou...y-yo voy a comprar algunas cosas. Pensé que seguías dormido, así que decidí no despertarte. Jejee...pero ya lo estas. - dijo Mey, riendo nerviosamente.
Su esfuerzo para ocultar sus nervios era perceptible. Así que prefirió no ver a Lou. Sino, él se percataría que ella en realidad se iría sin él.
Por otro lado, él analizó a la chica y su atuendo. Era pequeña e indefensa a sus ojos. Era notable la temblorina de sus piernas torneadas, él se preguntó qué le pasaba.
- Iré contigo. - respondió él con determinación en su voz.
No era una petición, sino una orden que por nada del mundo debía ser replicada.
Ella quedó atónita por la frialdad de esa orden. '¿Ahora qué demonios le pasaba?', pensó Mey. Recordó que ayer se comportó como un sinvergüenza y ahora su actitud era fría. ¿Acaso una de sus neuronas le fallaba?.
Mey no quería ser controlada. Quizás Lou estaba mostrando cambios pero para nada se dejaría doblegar por él. Así que dejaría en claro su postura.
- Em. Será mejor ir sola. Tú, puedes espe---
- No. Algo me dice que intentas escapar de mí. - espetó Lou, interrumpiendo a Mey.
Su voz no sonó exaltada pero se percibía esa determinación y frialdad, más que antes.
Era cierto que su mente brillante le indicaba que la chica tenía la más fina intención de dejarlo solo en la casa.
Para Mey, el tono de Lou era firme y dura.
Ahora los papales habían cambiado.
Ya no era ella quien ordenaba, sino la que tenía que obedecer al ser alienígena.
Mey, jorobada y buscando qué responder, cruzó sus dedos. Hace un instante tenía la iniciativa de replicar pero percibiendo la extraña atmósfera, se bloqueó de su mente.
Sabía que había un límite. No todo el tiempo Lou le cuidaría sus pasos. Aparte, ni siquiera pensó escapar de su propia casa.
Sino, ¿Dónde rayos viviría?
Era ilógico la teoría de Lou.
No se daría por vencida. Se dijo a sí misma que lo intentaría un poco más. Literalmente, desafiaría a Lou. Ese ser de otro mundo.
- No. Ya te dije que será mejor ir sola. Aparte yo quiero...
*¡¡PAC!!*
La mano de Lou aterrizó en la puerta, haciendo que Mey entrecerrará sus ojos, jorobando más su esbelto cuerpo por el súbito movimiento.
- Iré contigo. Te lo dije ayer...que te protegería.