Minutos más tarde...
Lou permanecía sentado en el sofá, esperando que Mey saliera del baño.
Sin embargo, los minutos pasaron y ella todavía no salía. Mentalmente se preguntaba si buscarla o seguir esperando.
Ciertamente Mey seguía en la misma posición dentro de la tina, dejando que el agua helada cayera en su cuerpo.
*Plic Plic Plic*
Las gotas de agua resonaban por toda la habitación.
Ella tenía los ojos hinchados y rojizos por haber llorando tanto. Sus lágrimas habían cesado pero no se daba cuenta que su cuerpo temblaba bajo el agua.
La noción del tiempo para ella se detuvo. Simplemente parecía una alma viviente; una bella muñeca de porcelana que sufrió una pequeña grieta.
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Soltó un suspiro y levantó su cabeza. Ella todavía no quería salir pero su cuerpo ya estaba sintiendo los efectos de un resfriado.
Al siguiente segundo...
*Toc Toc Toc*
Ella respingo por el golpe de la puerta.
- Mey. - habló Lou en voz baja, pegando su cara en la puerta, buscando señal de los movimientos de ella.
Su mano derecha yacía en la perilla, dispuesto abrir en cualquier instante por si algo malo sucediera. Aunque el ser inmutable no lo supiera, el mismo estaba angustiado por la chica humana.
Dentro de él, temía que ella le pasará algo malo.
- Er...¿Q-Qué pasa?. - inquirió ella con la voz temblorosa a causa del frío que la penetraba.
- Mey, ¿ya vas a salir? Estas tardando. - mencionó él.
Mey frunció su ceño. Realmente no quería salir y que Lou la viera en tal estado lamentable. Prefería estar un rato más a sola.
Tanto era su aflicción que no percibía que Lou estaba preocupado por ella.
- T-Todavia...voy a estar un poco más...*achís* - respondió ella con un estornudo final, lo cual alertó a Lou.
- ¿Mey? ¿E-Estas bien?. - preguntó enseguida, exaltado por no ver a la chica humana.
Desde luego que percibía que ella no estaba bien para nada. Pero no podía entrar a la fuerza.
Unos segundos pasaron para que Mey se recompusiera. Con el cuerpo rígido se puso de pie, cerró la regadera y se aclaró la garganta para contestar.
- Si estoy bien, *achís* salgo ahorita.
Ella volvió a estornudar y Lou sólo apretó con fuerzas la perilla; quería abrir de golpe y verificar que ella se encontrará bien. Pero se controló. Tenía que respetar el espacio de ella y no sobresar las normas.
- Puedes irte, enseguida voy a salir. - añadió ella.
Al no oír una respuesta de él, indagó que ya se había ido. Así que se sacó la blusa mojada y la aventó en una esquina.
Cuando puso un pie afuera de la tina para desvestirse por completo, con los ojos hinchados y nublados no se fijo bien y dio un mal paso. Se resbaló, cayendo afuera de la tina.
- ¡Aaay!. - exclamó ella por el dolor de su pierna.
*¡¡Zas!!*
Instantáneamente la puerta se abre de golpe, dejándola en shock por el estrepitoso ruido.
Mey: - ¡¿...?!
La vista de Lou cayó en la pobre chica, tirada en el piso completamente empapada de agua.
Solo vestía sus mayas negras y su sostén color beige.
Lou ni siquiera se percató de ello; tan sólo dio una gran zancada hasta ella y la levantó con sus brazos musculosos.
Mey apenas podía asimilar la situación. Se encontraba en los brazos de Lou, y de nuevo su cara pegada contra el fornido pecho de él.
- ¿Te duele algo? ¿Dónde te lastimaste?
La voz ronca de él la despabilo; su aliento cálido la golpeó en la cara.
Ella se estremeció de inmediato. Su cara se puso colorada, ya que estaba en sostén y sus delgadas mayas.
También porque sus grandes y moldeados senos se estrujaban de tal forma que se palmaron en el pecho de él.
Su corazón de ella dio un gran brinco, latiendo a mil por hora mientras que Lou sólo esperaba con ansiedad una respuesta de ella.
Y se puso más ansioso cuando atisbo la cara colorada de Mey.
- *Achís...achís* - estornudo ella, tapándose la cara.
- L-L-Lou...ba-bajame. Estoy bien. - musito Mey en un hilo de voz.
Lou frunció su ceño y decidió acceder al pedido de ella.
Ya de pie, Mey se moría de vergüenza. Una llama ardiente se apoderó de ella.
Lou la miraba de forma inocente y preocupado mientras que ella sólo temblaba de cabeza a los pies. Su cara se puso más roja cuando recordó esa vez que Lou irrumpió en el baño y la vio totalmente desnuda.
¿Por qué él hizo lo mismo? ¿Olvidó las reglas y normas que debía acatar?
Mey parcialmente se cubrió la cara.
Los dos estaban semidesnudos.
Por supuesto que el ser inmutable no era consciente del caos emocional que el causó a Mey.
Él estaba preocupado por ella pero de repente su mente reaccionó ante la temblorosa chica.
Una parte de él, ese pedazo de su ser que no reconocía el pudor y la vergüenza, estalló dentro de él.
Una gran bomba que se esparció por su ser, inclusive la atmósfera cambió radicalmente.
Sus ojos violáceos brillaron; empezó a mirar con demasiada cautela y a detalle a Mey y su mirada se posó en los bultos voluptuosos y esponjosos a la vista.
Sus pupilas se dilataron al máximo; una vibración electrizante que se concentró bajo su vientre. Todo su cuerpo se estremeció y él no entendía el por qué.
Entonces, su memoria llegó cuando la humana durmió junto a él, cuando ese par de bultos se estrujaron en su brazo.
Ahí fue cuando él pensó en tocarlos.
Un insaciable deseo desconocido se apoderó de su mente.
Mey seguía estática, avergonzada, inquieta y sin saber qué hacer porque su mente estaba vacía, bloqueada por tanta emociones. Su piel estaba erizada a causa del frío.
Se preguntaba por qué Lou no decía nada y seguía mirándola en silencio.
Pero ella no se imaginaba que aquel hombre sin pudor, actuaría de una manera pervertida.
Lou incapaz de soportar ese deseo incandescente y extraño por tocar los senos de Mey, involuntariamente llevó su mano derecha en el seno de ella.
Y por arte de magia, un fuego vigoroso lo cubrió por completo.
Tenía su mano en el seno; él se dijo por dentro que lo que llevaba Mey era un estorbo.
Y ella estaba totalmente petrificada.