Segunda semana del tercer mes.
Me han pasado cosas extrañas estos días.
Primera.
Había "invitado" a la señorita de las flores un postre, se supone que íbamos a hablar de mis clases, pero.
- Mira- le muestro una nueva hebra de hilo que conseguí en la capital- la conseguí económica.
Ella se coloca las manos en sus mejillas y finge impresión, luego comenta.
- ¿Puedo? Me pregunta mientras estira su mano.
- ¡Claro! - se lo entrego.
La señorita de las flores lo mira con interés.
- Es muy fino- comenta ella.
- Si, lo voy a… se me corta la idea.
Siento un escalofrió que recorre mi pierna izquierda.
La señorita de las flores está recorriendo mi pierna con el pulgar de su pie izquierdo.
- ¿Sucede algo? - pregunta ella haciéndose la inocente.
- B..b.bu.
Entonces las cosas se ponen peores.
Ella va a entregarme el hilo cuando está a punto de tocar mi mano, lo empuja con un dedo lanzándolo a su escote.
- ¡Upps! Se cayo- dice ella sonriendo.
- S.si.sii.
Se acomoda un poco el escote ocultando más el hilo.
- Si quieres puedes sacarlo- apunta ella.
- B..bb.y. no..on.noo c..creo que pueda- respondo.
- Que mal- dice la señorita de las flores triste.
La señorita de las flores se acomoda desinteresadamente, entonces sigue con lo que iba con su de su pie, el cual ya iba en mi rodilla mientras lo único que podía hacer era quedarme allí paralizado, sudando frio. Cada vez más cerca de una zona peligrosa.
¡Y ahora que hago!
- Hagamos una cosa señor cocinero, viendo que no quieres tomarlo entonces solo dime lo siguiente "me gustas"- dice mientras me guiñe el ojo de manera sensual- si lo dices te lo entrego, pero si no bueno…
¡Que le diga que! Ya me es difícil entablar una conversación con ella, pero decirle que ¡me gusta! ¡enserio!
Ella acerca un poco la silla a la mesa.
Acerco mi mano temblorosa, pero prefiero detenerme.
No soy capaz de hacer tal cosa. Como espera que haga tal cosa….
- N..no puedo- le digo bajando la mirada. Entonces abro los ojos de par en par. Su dedo casi, casi, se acercaban a mi entrepierna. Pero se detiene.
La señorita de las flores muy seria me dice lo siguiente mientras toma una cuchara.
- Creo que encontré algo interesante debajo de la mesa así que esta cuchara se me va a caer y es posible que caiga debajo de la mesa, a menos que digas "me gustas"- exclama con malicia, -se va a caer en 3.
Ella se pone a contar mientras extiende su mano.
- 2.
- 1.
Elegir entre decirle me gusta o esperar lo inesperado…
Intento dejar mi mente en blanco, lo cual me resulta imposible pero igual intento decirlo por pura fuerza de voluntad.
- Me.me.me gu.
Alguien me cubre los ojos.
Una cola atrapa la cuchara en el aire mientras esa persona dice.
- Casi se te cae eso.
Conocía esa voz.
Era Bast.
- Vaya, vaya que casualidad que llegaras- responde Liara con molestia- ¿puedes hacer otros trucos con tu cola?
- Si, es que pasaba por aquí y recordé que Augusto debía acompañarme a cierto lugar, también se hacer otros "trucos"- dice de manera desafiante mientras sonríe.
Bast me abraza, siento sus pechos contra la parte trasera de mi cabeza.
- Pero sabes ¿vi algo raro? - pregunta Bast.
- ¿A si? ¿Qué cosa?
- Veras… es que parecía que ibas a tirar la cuchara apropósito ¿acaso buscabas algo debajo de la mesa?
La señorita de las flores apoya los codos en la mesa, mientras abre las manos y apoya su cabeza mientras me mira fijamente.
- Es que me dio una corazonada, entonces quería comprobar si era cierto- dice, pero continua- y justamente estaba entre los pantalones del señor cocinero.
Una vena se asoma en la frente de Bast.
- Qué curioso….
- ¡Verdad! - apunta la señorita de las flores impresionada- ¿te gustaría comprobar.
- Quizá en otro momento, pero me gustaría comprobar solo a mí.
- Si, a mí también.
Ambas chocan.
¿Entre mis pantalones? ¿tengo algo entre mis…. Un momento…. Ellas se están refiriendo a… ¡naaa no creo!
Mientras las dos mujeres se lanzan rayos por los ojos, Augusto inocentemente busca en el bolsillo de su pantalón.
- ¡Bingo! Esto es lo que buscabas ¿cierto, señorita de las flores? - saco una canica que encontré en su negocio- olvidé entregártela la última vez.
Liara prefiere cerrar los ojos y ponerse a reír.
- Eres tan tonto- comenta ella mientras se levanta- como sea, te espero para nuestras clases privadas- entonces señala algo- ¿Ese no es el jefe del gremio?
Bast voltea involuntariamente.
Yo me levanto de mi asiento emocionado, quería conocer en persona al jefe del gremio.
En cuestión de milésimas Liara se mueve y me da un beso en la mejilla.
Bast alcanza a ver, reacciona lo suficientemente rápido para que el beso no sea en los labios, jalando a Augusto unos centímetros sin que él lo note.
- Creo que no era- dice Liara disculpándose. Luego me da un golpe con su dedo en la nariz.
-
Yo no podía creer lo que acaba de pasar. Mi mente estaba en blanco.
Ella acaba de darme un beso en la mejilla.
Mi mente se va de mi cuerpo mientras ella se despide y Bast me lleva tomado de la mano.
Bast me pide ayuda para comprar ropa interior, pero mi mente sigue perdida.
Aunque Bast me diga que elija la que me parezca mejor. En realidad, no le estoy prestando atención.
Cuando la veo siempre se me olvida hablar.
Intento concentrarme en coser.
Pero es tan atractiva…. No…. No es eso, también es perspicaz, sarcástica y no miente cuando habla, todas sus acciones parecen reales, es diferente a todos los que he conocido.
Es raro que me sienta así.
Solo me había sentido así con mi esposa.
Pensar en esos días me trae mucha nostalgia.
Mirarla a los ojos me hace olvidar muchas cosas.
Pero…
No quiero olvidar.
No quiero olvidar a mi esposa.
Nunca la olvidaría.
A ella no le molesta eso, le he hablado sobre mi difunta esposa, sobre mis hijas, es atenta al escucharme, pero algo, pero si le molesta algo.
El verme deprimido le irrita, cuando me ve así me saca de su casa.
¿Qué es lo que quiere conmigo? ¿Por qué me invita o coquetea?
¿Qué pienso yo realmente?