Capitulo XV-3

Hace 10 días.

- Cambias bastante cuando cocinas- le digo al señor cocinero.

Llevaba puesto su ridículo delantal que decía "el mejor papá del mundo" a mí me regalo un delantal fino color rosado, dijo que era necesario para aprender, se tomó la molestia de explicarme milimétricamente para que servía cada uno de los utensilios de cocina.

- Si no me concentro en ello, no puedo ser un buen maestro para ti- responde mientras me explica cómo hacer una galleta.

Hasta para eso es metódico.

Miro un dibujo que hizo, luego tomo uno de esos intentos de peluche.

- ¿Cómo alguien que es tan bueno cocinando puede ser tan malo dibujando o cociendo? Le pregunto.

- Bueno quizá no sea Alex Ross, pero hago el intento de dibujar y frente al peluche.. por eso estoy aprendiendo.

Luego tomo un dibujo que hizo su hija, los comparo. El dibujo de su hija esta jodidamente bien hecho.

- ¿Enserio esto lo hizo tu hija? Le pregunto.

- ¡Sii!- Responde orgulloso-, ¡verdad que es buena!

Dibujo a un tipo con traje negro lanzando rayos, ni idea quien sea, pero parece muy malo.

- ¿Este es un malo? -Le pregunto señalando el dibujo.

- ¡Sii, el gran emperador Palpatine, Darth Sidius, el mejor villano de star wars! - Lo dice con emoción.

- ¿Te gustaría si fuera una villana? -Le pregunto en broma, mientras le guiño un ojo.

dice sin darse cuenta Augusto ya que estaba distraído mezclando ingredientes, luego se da cuenta lo que dijo y casi hace que el tazón se le voltee. Entonces se pone rojo.

No entendí lo que me dijo ya que lo dijo en otro idioma que no conozco.

Voy a molestarlo.

- ¿Dijiste que te gusto en otro idioma cierto? Le susurro al odio.

- N.n…no.on sé de qué hablas.

Me le acerco por detrás mientras comienzo a hacer círculos invisibles con mi dedo en su espalda.

- Me gusta que vengas casi todas las noches- le digo.

En verdad me gusta, su presencia me releja y me desestresa de lo que tengo que soportar por vivir aquí.

- A.aa.aaa. a mí también.

- ¿Quieres acompañarme a mi cuarto? Le pregunto mientras me recuesto sobre él.

El señor cocinero empieza a temblar sin saber que decir, es muy gracioso verlo reaccionar.

Entonces le cubro sus ojos con mis manos mientras le susurro.

- Es una broma.

Eso parece tranquilizarlo.

- ¿O quizá no lo es? Le susurro.

Normalmente se deprime muy rápido.

No me gusta verlo deprimido, es por eso por lo que[RMSC1] me gusta molestarlo.

Quizá le pregunte porque mantiene así.

Habían pasado unos días desde que me empezó a enseñar a cocinar y yo le enseñaba costura.

Un día por estarlo molestando se cortó un dedo.

No se quejó ni nada, solo dijo que eso podía ocurrir si se distraía.

Sabía que era mi culpa, por eso fui a mi cuarto y traje una venda.

Aquella noche no seguimos, solo lo invité a pasar el rato conmigo decidí ponerme a prueba con lo que me enseño.

- Quédate quieto mientras te hago unas galletas- le digo.

Dejo mi cocina hecha mierda y preparo unas pésimas galletas.

El señor cocinero las prueba.

- Están muy mal….. comenta decepcionado- están quemadas y no tienen sabor.

Creí que diría cualquier cosa para hacerme sentir bien, pero no fue así, fue sincero.

Me pongo a reír como tonta.

- Me gusta que seas sincero conmigo- le digo.

- Es el deber de un buen maestro hablar con la verdad.

- Me merezco un castigo- le digo- dame unas palmadas en la cola maestro- exclamo sensualmente.

El señor cocinero se pone rojo.

Oportunidad que aprovecho para burlarme.

Algunas veces me quedo escuchando lo que dice sobre sus hijas, a las cuales ama mucho.

Anteriormente me molestaba solo verlo, pero ahora no me canso de verlo, escucharlo o tocarlo. Solo desearía que fuera sincero consigo mismo.

Existen días en donde no puedo aguantarme, las veces que lo he intentado tocar de mas siempre se paraliza.

Es gracioso ver sus reacciones.

Estaba en la tienda sola cuando entran dos de los lacayos de ese otro imbécil.

- ¿Qué quieren hoy? Les pregunto molesta.

- No es forma de recibirnos- exclama uno molesto.

- Me importa una mierda, ¿Qué quieren?

- En que le agrades a nuestro señor no significa que puedas hablarnos como se te dé la gana.

- Su "señor" no es mi jefe, en que tengamos los mismos objetivos no lo hacen mi jefe y menos tengo que servirle.

- Escucha bien, maldita, solo por seas una calamidad no significa que no pueda golpearte.

Me carcajeo.

- ¿Eso es una amenaza?

El otro sujeto detiene a su compañero.

- Deja que termine la misión, cuando todo acabe podemos matarla.

- Si es que pueden.

Uno de ellos chasquea con la lengua, mientras que el otro me entrega una carta.

- ¿Qué mierdas dice en la carta? Pregunto mientras tomo la carta.

- No es una misión, por si te lo preguntas, es una invitación de mi señor.

Rompo la carta por la mitad, lo que irrita a los dos sujetos.

- No me interesa esa estupidez, si no es una misión no voy a perder mi tiempo.

- ¡Escucha!

Me levanto abro la puerta y les digo con una sonrisa.

- Lárguense de mi lugar de trabajo.

- Te gusta echar a todo el mundo menos a ese humano ¿cierto?

- ¿A si? Veo que tienen tiempo para meterse en lo que no les importa, pero no para entrenar- respondo irritada.

- ¿Acaso te molesta? Pregunta uno de los sujetos sarcásticamente.

- Para nada, si quieren intenten tocarlo, pero saben- me hago la que pienso mientras coloco uno de mis dedos en mi mejilla- él es mío, si algo le llegara a pasar los mataría sin dudarlo- suelto una sádica sonrisa.

- Si no le gustaras a nuestro amo ya te hubiéramos matado.

Me hecho a reír intento resistirme.

- ¿Matarme ustedes? En qué tipo de mundo de fantasía viven- respondo mientras seco las lágrimas de mis ojos, ya me empezó a doler el estómago por la risa.

Los dos sujetos se van molestos.

Se retiran no sin antes amenazar de que le harían daño al señor cocinero.

Me parece gracioso que digan eso, ya que lo protege un demonio y dudo que esos sujetos sepan en lo que van a meterse.

Me he preguntado ¿Qué tan fuerte será el demonio que protege al señor cocinero?

A mi modo de ver, no lo parece. Pero me da mala espina la mujer de piel verdosa brillante, aparenta ser débil cosa que dudo.

Anqué me moleste debo ir a ver a ese sujeto.

Así que salgo de la tienda, pero antes debo ir a ver a alguien.

- Hoy no voy a estar en casa, así que no vayas- le digo al señor cocinero, quien estaba en su descanso y como siempre la chica demonio estaba junto a él, de hecho, cuando me ve se recuesta en su hombro.

- Bueno, entonces practicare en casa- mientras dice eso esconde algo en su bolsillo.

Miro a la chica demonio y le digo.

- ¿Puedo llevármelo?

Ella parece un poco molesta, pero luego mira a su ¿hermano?

- No te lo lleves lejos ya que tenemos que seguir trabajando.

Lo agarro de su mano y entonces me lo llevo.

- ¿Qué escondes en tu bolsillo? Le pregunto mientras me empino para mirarlo directamente a los ojos.

El señor cocinero no desvía la mirada, tal como habíamos quedado de mirarnos a los ojos siempre.

- Es un poema- responde mientras lo saca.

Como era de esperarse esta en otro idioma.

- ¿Es para mí? Le digo en broma.

Entonces él se pone rojo y guarda rápidamente el poema.

- Ee…s p..pp.a ra la mujer que me gusta, pero .duu.dudo que yo le guste. Exclama con resignación.

- Entonces es una chica con suerte- respondo con cierto celo- si fuera yo estaría muy contenta.

Al momento llega el carruaje el cual se estaciona cerca.

Suspiro con desanimo.

- Nos vemos mañana- Sostengo sus manos, no me quiero soltar de hecho quiero acercármele, quedarme con él un poco más. Pero tengo trabajo que hacer.

Le doy un beso en la mejilla al señor cocinero quien se queda paralizado. Desearía besarlo en los labios, pero aún no es el momento.

- ¿Qué quieres? Le pregunto al sujeto mientras intento no aburrirme viendo el paisaje.

- No es la forma de saludar a tu "jefe"- exclama pullándome.

Chasqueo la lengua.

- Deja de decir esa mierda, cuando acabe esta misión me largo de este país y no eres mi jefe.

- Ya lo creo, pero mientras estemos aquí debes actuar así.

Me cruzo de piernas mientras levanto una ceja molesta.

- No se me da la gana.

- Sabes quién soy, no me detendré hasta obtener lo que quiero y allí entras tu Liara.

Hago mala cara.

- No me gustan los imbéciles y menos los chismosos que se meten en mi vida.

El tipo intenta esbozar una sonrisa.

- Debo vigilar a mi agente.

- Si claro, lo que yo haga con mi tiempo libre no es problema de ustedes. Pero si vuelven a hacerlo los matare.

- Solo piensa lo que digo- exclama el sujeto.

- Ya lo pensé, y no me interesa.

- Como tú digas Liara.

No era una misión ni nada parecido, solo era una pérdida de tiempo.

En esos días me enviaron muchos ramos de flores y otros regalos caros, los cuales quemaba. No quiero nada de ese estúpido.