Capitulo XXXVII

Soy de las mejores asesinas que existen en este mundo, soy tan buena en mi trabajo que jamás me han descubierto, puedo interpretar casi cualquier papel, puedo luchar contra cualquier cosa sin temor alguno entonces:

¿Por qué diablos me escondo en el baño temiendo lo peor?

Me hacia esa pregunta mientras disminuía mi temperatura corporal a capacidades que ningún mortal puede aguantar, afuera del baño escuchaba unas vocecitas agudas preguntándole de todo a Augusto. Creo que no deje nada en la cam… ¡deje algo de vital importancia encima de la cama y creo que un tacón! No creo que las encuentren ¡Por qué tenía que pasar esto cuando estábamos ocupados!

Lo que paso hace menos de 5 horas fue tan fantástico que me encantaría repetirlo todos los días. Dejo su lado de caballero tímido para convertirse en una bestia, ojalá fuera así siempre.

Dejando eso.

Gracias al cielo que la alarma que tiene ese dispositivo mágico se activó o si no nos hubieran visto. Aunque me sorprende que desactivaran los otros dispositivos sin mayor esfuerzo, ¿Quién fue?

Por cierto, es increíble lo bien planteadas y meticulosas son las preguntas que le hacen a su padre, tienen tan analizada la habitación donde se encuentra internado, el clima que hace, donde esta cada cosa y me atrevería a decir que incluso saben cada uno de sus gestos, por sus voces no creo que quienes están allí pasen de 5 o 9 años.

Durante años, digo décadas había sentido miedo, pero este miedo es distinto. No es igual a cuando me encontré al inquisidor por primera vez, no es lo mismo como cuando me metí en la biblioteca real de Liare a robar libros. Este miedo es distinto, es algo que jamás había experimentado. Una asesina profesional como yo no debería sentir tal estupidez, pero ¿Por qué tengo miedo? Pareciera que se me fuera a salir el corazón… lo había meditado tantas veces y siempre llegaba a la misma conclusión. La verdad es que…

Pasa un momento.

Espero a que se vayan (cosa que dudo)

Entonces una de ellas empieza a sospechar que hay alguien en el baño y saca una excusa para entrar.

Aunque Augusto invente mil excusas le es imposible evitar lo que viene, desgraciadamente es un pésimo mentiroso.

Siento como poco a poco se acerca ¿Qué puedo hacer ahora? ¿terminar de vestirme? ¿fingir que necesitaba usa el baño? Nadie se va a creer eso, debería ser muy ingenuo para creer ese tipo de mentiras. Entonces comienza a mover la manija hasta que, por suerte, ¡enserio suerte! una de ellas dice que le cree a su padre, lo que hace que la otra se abstenga de entrar, a lo que la otra le pide que vaya al piso de abajo.

Cuando me relajo al ver que el peligro desapareció, sucede lo contrario.

La que se queda dice:

- La señorita que se esconde en el baño ¿esta vestida?