Reencuentros

Joseph caminaba con Peek por Akena, ella ya tenía puesto su arete dorado y Joseph decidió sacarla a pasear como recompensa por ser tan valiente… bueno, él es su padre, tenía que decir eso obligatoriamente pese a los gritos y chillidos de Peek al ver el clavo con el que le perforarían la oreja.

— ¡Papi, comida! — exclamó Peek señalando una tienda con dulces, Joseph la notó.

— ¿Quieres dulces? — preguntó Joseph con una sonrisa. Peek asintió con su cabeza y fueron hacia el vendedor.

— ¡Oh, muchacho! ¡Ha pasado un tiempo! — exclamó el vendedor. — ¿Qué puedo hacer por ti?

— ¡Papi, ulce! — exclamó Peek señalando una paleta.

— ¿Y quien es esta niñita?

— Señor Franks, ha pasado un tiempo. Quiero esa paleta, por favor. Y ella es Peek, mi hija. — dijo Joseph cargando a Peek.

— ¿Hija? ¡Wow, muchacho! ¿No crees que fuiste muy rápido?

— Una larga historia.

— Veo que es una elfo.

— Otra larga historia.

— Ya veo… ¿Cuál paleta querías? — Peek señaló una paleta de arcoíris, el señor Franks se la dio a Peek y Joseph pagó. Continuaron caminando.

— ¿Te gusta esa paleta?

— ¡Si! — exclamó Peek sonrojada por lo dulce que era esa paleta.

— Te estás volviendo muy buena en hablar. ¿Quieres algo más? — Peek señaló una pequeña tienda de juguetes. — Oh… Rayos… — entraron.

El lugar tenía varios juguetes y accesorios como collares, pulseras y demás. Estuvieron un tiempo eligiendo que comprar hasta que Peek se decidió por comprar un pequeño carruaje de madera. Pagaron y salieron, entonces se toparon con Karla junto a Lily, una chica de cabello rubio, ojos azules y piel clara, pero con un encanto distintivo. Ambas iban agarradas de la mano con felicidad en sus rostros, entonces notaron a Joseph.

— ¡Joshy! — exclamó Karla saludando.

— ¡Karla! ¡Lily! ¡Ha pasado tiempo! — exclamó caminando hacia ellas. — ¿Cómo les ha ido?

— Nos ha ido muy bien. — dijo Lily con una sonrisa. — Hace años que no te veía, Joseph.

— Digo lo mismo. — Peek se asomó por detrás de Joseph y Karla notó a la pequeña niña elfo.

— ¿Oh? ¿Y eso? — preguntó Karla. — ¿Una niña?

— ¡Oh! ¡Ella es Peek, Peek Kallen! — exclamó Joseph cargando a Peek quien aún tenía su paleta en la boca.

— ¿Kallen? ¿Tienes hermana? — preguntó Lily.

— No creo, cariño. — dijo Karla. — Joshy era hijo único… además ella es una elfo pura… y Joshy es una mezcla… Espera…

— Así es, Peek es mi hija. — dijo Joseph con orgullo en su voz. — Es adoptada y una larga y tediosa historia. — Peek bajó de Joseph y saludó a Karla y a Lily de forma adorable.

— ¡Es tan linda! — exclamó Lily saludando a Peek. — ¿Cuántos años tiene?

— Seis años.

— Awww… ¡Es tan adorable! — exclamó Karla intentando acariciar la cabeza de Peek, pero ella rápidamente se alejó y se escondió detrás de Joseph.

— Que raro… Ella no suele ser así.

— Está bien, no me conoce aún, así que es normal que se sienta intimidada.

— No, pero es que ella… No importa. — Joseph miró a Peek quien seguía comiendo su paleta.

— ¿Cómo es tener una hija? — preguntó Lily algo emocionada.

— Es… raro. Porque Peek no se aleja de mí, así que yo soy el que la cambia, la baña, juega con ella, le enseña a limpiarse los dientes, le cepilla el cabello, etcétera. Pero también es una bonita experiencia… pero mi trabajo como que lo arruina un poco. ¡No me malinterpreten! ¡Amo ser un Guardián! Pero también amo a mi hija… Y no voy a dejar que nada le pase, jamás.

— ¿¡Escuchaste, amor!? — exclamó Lily emocionada. — ¡Si Joseph puede con una hija, nosotras también!

— ¿Eh? — preguntó confundido.

— Oh, perdona, es que planeamos adoptar a una niña una vez nos casemos… — dijo Karla, entonces su rostro pasó a ser de angustia. — ¡No puede ser! ¡No te hemos invitado a la boda! ¡Ni a Alister! — ella rápidamente sacó dos sobres de su pulsera. — ¡Oh! ¡También a tu novia! — sacó otro sobre.

— ¿Novia? ¡Wow! ¡Todo un galán! — exclamó Lily de forma pícara. — ¿Y quien es la afortunada?

— Sohee. — dijo Joseph con una sonrisa.

— ¿Sohee? ¿Sohee Miracle?

— Exacto.

— ¿¡Tu novia es la princesa de los elfos!?

— ¡Su novia es la princesa de los elfos! — exclamó Karla.

— Oh, wow… ¡Eres increíble! Un Guardián, novio de una princesa, padre.

— Si… — dijo Joseph. Entonces Sohee apareció desde el cielo, aterrizó al lado de Joseph y retrajo su armadura.

— Perdona la tardanza, Josh. — dijo Sohee algo abrumada. — Necesitaban mi ayuda…

— Tranquila. — dijo él abrazándola. Sohee notó a Karla y a Lily.

— ¡Oh! ¡Tú debes ser Karla! — exclamó al verla.

— Si… Perdón por el malentendido de la vez pasada… — dijo ella apenada.

— N… no hay problema… — dijo Sohee también apenada. Ella vio a Lily. — ¡Hola! ¿Eres amiga de Josh?

— No tanto como Karla, pero sí somos amigos. — respondió Lily, entonces le hizo una reverencia. — Es un honor por fin conocer a la princesa de los elfos.

— No hace falta hacer eso, si no estoy en el palacio, soy solo una elfo común y corriente.

— Estar en una relación con Joshy no es de ser común y corriente. — dijo Karla.

— Por eso la amo. — dijo Joseph abrazándola y dándole un beso en la cabeza. Peek se acercó a Sohee y le abrazó las piernas.

— Mamá. — dijo Peek y Sohee la cargó. Joseph sacó de su pulsera una de las invitaciones.

— Ten, aquí nos invitaron a su boda.

— ¡Oh! ¡Ella es su pareja! ¡Debí imaginármelo! Joseph me contó que Karla estaba comprometida, es un honor conocer a esta pareja.

— Viniendo de usted, el honor es nuestro. — dijo Lily. — ¿Qué les parece si los invitamos a almorzar?

— ¿De verdad? — preguntó Joseph con sumo interés.

— ¡Claro, no hay problema! — exclamó Karla. — Yo invito.

— Oh, claro que no. Conoces mis reglas, Karla, así que yo pago.

— Está bien, no puedo discutir contigo.

Karla y Lily los llevaron a un pequeño restaurante y ordenaron algo de comer, Peek estaba sentada muy cerca a Joseph y tomaba su juguito con tranquilidad mientras el resto tomaba vino tinto. Sohee miró alrededor, notó humanos tanto akenianos como antiguos humanos del desierto, había una pareja de elfos, pero no habían vampiros.

— Hay elfos… — dijo ella y Joseph también los notó.

— Eso es bueno. Ya empezaron a viajar, solo faltan los vampiros.

— No creo que sea buena idea. — dijo Karla. — Aquí le tenemos miedo a los vampiros… Puede que Al sea la excepción, pero aún así…

— Lo entiendo. Pero con tal ya hayan elfos aquí.

— ¡Siempre me han fascinado los elfos! — exclamó Lily. — Su elegancia, sus poderes, su cultura.

— Me alegro que pienses eso de mi gente. Los humanos también me parecen increíbles si te soy honesta. Su asombrosa habilidad de crear cosas de alta tecnología, sus sociedades, sus costumbres.

— Bueno, si quieres ver sociedades increíbles, deberías ver a los vampiros. — dijo Joseph. — ¡Tienen unas cosas llamadas "fábricas", armas de fuego y su moneda son papeles a los que llaman "billetes"! ¡Ellos son muy avanzados!

— Huh… — dijo Karla. — Creo que todas las razas tenemos algo que nos distingue… Los humanos nos especializamos en lo tecnológico, los elfos en lo cultural y mágico mientras que los vampiros en… No sé la verdad, nunca he ido al territorio vampiro.

— No es muy buena idea ir solos, son vampiros después de todo.

— Y pensar que nos entrenaron para matarlos…

— Si… aunque hacer eso me llevó con ella. — dijo mirando a Sohee quien se puso roja. — Eres adorable. — le dijo telepáticamente a Sohee quien se puso más roja.

— Papi, comida. — dijo Peek mirando al mesero traer sus platos.

Juntos comieron y charlaron un poco más, entonces todos terminaron, Joseph pagó todo y salieron. Se despidieron y continuaron sus caminos, Joseph, Sohee y Peek iban a caballo por la pradera mirando el bosque que había a su derecha.

— Ahí fue… — dijo Sohee mirando el bosque. — Ahí comenzó nuestra historia…

— Sí… Donde encontré a la persona más especial de mi vida. — dijo Joseph mirando a Sohee. — Su sedoso cabello… Sus hermosos ojos… Su dulce voz. — él vio a Sohee quien estaba tan roja. — Sí, amo a esa persona tanto… Después de todo, es mi hija.

— ¿Qué?

— ¡Si, hablo de Peek, obviamente!

— ¡Malo!

— ¡Jajajajaja! ¡Lo siento! Pero ya enserio, te amo, Sohee.

— Yo te amo más.

— Yo más.

— Nop, yo más.

— Escucha, estás intentando superar al dios supremo del poder, el valor y la sabiduría. — dijo con sus poderes activados. — No quieres saber lo que te pasará si sigues así.

— ¡Oh, gran dios supremo! He sido una chica taaaaaan mala… Creo que merezco un castigo.

— Es: Oh gran dios supremo, perdóname por mis pecados. Pero entendí el mensaje, y claro que recibirás un castigo impuesto por los dioses.

— ¿Alguien dijo algo sobre un castigo? — preguntó Maya detrás de ellos. Ambos gritaron del susto y Peek solo seguía trenzando la crin del caballo de Joseph. Maya iba en un Pegaso blanco con alas suaves.

— ¿¡Maya!? ¿¡Que haces aquí!?

— Soy la diosa del amor, y…

— Maya, vete si no quieres que suelte a Sohee. — dijo Joseph mientras Sohee le apuntaba a Maya con su ballesta.

— Lo siento… pero quiero compensarles por nuestro… incidente…

— Maya…

— Escuchen mi oferta. Hoy, en la noche, vayan a mi casa, prometo que no habrán nada raro o que yo termine en la cama con Joseph.

— Maya, ella aún no lo supera… — dijo con un cuchillo en su cuello… Sohee era la que empuñaba dicha arma.

— Podría aceptar la oferta. — dijo Sohee sentada detrás de Joseph y con su cuchillo en mano. — A cambio de un favor que te diré allá. ¿Trato?

— Lo que sea por enmendar mis errores.

Pasaron varias horas, ya era de noche, Joseph arropó a Peek y salió donde se encontró a Sohee. Él los tele transportó a la casa de Maya, justo como lo habían dicho. Ahí estaba Maya y los guio hasta una habitación decorada con velas rojas, una cama con pétalos de rosa y vino. Sohee le pidió a Joseph que la esperara en ese cuarto, él obedeció.

Esperó un tiempito cuando Sohee entró, vestía un traje de conejita playboy que le quedaba muy bien. Ella se acercó a Joseph y aplaudió un par de veces, entonces Maya entró con el mismo atuendo.

— ¿Huh? — preguntó Joseph confundido.

— Esta noche, Josh, quiero que no tengas piedad. — dijo Sohee sentándose en las piernas de Joseph, ambos estaban mirándose al rostro.

— No, pero estoy confundido, ¿Por qué está Maya aquí?

— El favorcito que le pedí, es algo que… siendo sincera… Quiero que hagas.

— ¿Qué…?

— Es hora de experimentar un trío. — Joseph la miró algo incrédulo.

— Cada vez me pregunto si alguna vez fuiste normal, Sohee. Hace unos días me diste una paliza por haberme acostado con Maya y ahora das el consentimiento, no solo de eso, sino también a que tú también participarás…

— Tranquilo. Como Guardiana, tengo que saber manejar ciertas cosas, pero esto solo es momentáneo, si vuelves a hacer esto con Maya o alguna de las diosas, vas a morir. — Sohee recostó a Joseph en la cama y ambas, Maya y ella, comenzaron a jugar con él, Joseph miró al techo.

— Oh grandes seres de la creación, la viva imagen de la vida y la muerte, aquí y ahora les agradezco por lo que está pasando, prometo cuidar de este mundo hasta mi último aliento. — pensó mientras lágrimas de felicidad caían de sus ojos. — ¡Me lleva la chingada! — exclamó Joseph sometiendo a ambas contra la cama. — En este reino — dijo con sus ojos totalmente blancos y la estrella formada en su frente. — Yo mando. Yo pongo las reglas. Ahora, obedezcan a su amo.

— Si, amo. — dijeron ambas.

Pasaron varias horas, los tres quedaron dormidos y exhaustos, Joseph abrazaba a Sohee y ella a él, Maya por otro lado estaba sola, pero Joseph despertó un poco y la notó, él suspiró y reflexionó en lo que acababa de pasar, entonces se dio cuenta de algo, una vez él tenga que ir al Reino de las Diosas por siempre, esto será su día a día, posiblemente. Entonces se dio cuenta de algo mucho peor, Sohee… no era inmortal… Ella moriría y Joseph seguiría vivo, sabía que tendría que asegurarse que ese tiempo lo valga.