Peek

Hace mucho que no sentía esta sensación… Me pregunto si será amor… No estoy segura. Hace mucho tenía mi vida hecha, padres amorosos, el respeto de mi pueblo, pretendientes a más no poder… Entonces aquél fatídico accidente ocurrió y morí de la forma más dolorosa y atroz posible, pero al menos logré proteger a los míos…

Pasé décadas en un lugar extraño, habían miles de personas de todas las razas, eso me agradaba. Entonces necesitaron de mi presencia, una diosa me dio la posibilidad de reencarnar y acepté, ella intentó borrar mis memorias, pero yo soy inmune a esas cosas pues mi habilidad lo previene.

Caí del cielo directo al agua de un río, ¿En qué estaban pensando al tirarme al agua? Como sea… ahí fue cuando lo conocí, ¿Un humano? ¿Un elfo? ¿Quizás ambos? No estaba segura, pero él mostró cariño hacia mí, un cariño que no sentía hace décadas, entonces lo hizo, me acarició la cabeza. Desde ese momento juré que solo él podría acariciarme la cabeza, porque ahora yo soy suya por siempre… o eso pensé… una noche yo… solo morí… Lloré por mi situación y por la del chico. Pasaron los días hasta que otra de las diosas se me acercó, me dijo que ya sabía mi secreto, que no podía olvidar, pero me cubrió.

Ella y la diosa de las bestias me reencarnaron nuevamente, ya quería ver al chico. Cuando caí en sus brazos no pude hacer otra cosa más que llorar porque me había reunido con mi padre… Yo soy su hija y me llaman…

— ¡Peek! ¡A comer! — exclamó Joseph. Peek estaba sentada un poco lejos, pero cuando escuchó aquello corrió hasta el comedor del palacio donde se sentó en su lugar habitual. — ¿Tienes hambre, hija?

— ¡Sí! — exclamó Peek lista para comer.

— Esa es mi niña. — los mayordomos llegaron y les dieron comida a los Guardianes y a Peek.

— ¡Hey, chicos! — exclamó Alister. — Les tengo una sorpresa.

— ¡Habla! — exclamó Sabrina.

— Bien, pues, ya saben que nuestra situación no es la mejor, ¿Verdad? Vivimos en el palacio de Codan, no hay mucho espacio y ya van siete veces que me pierdo, así que… — sacó de su pulsera unos planos y los mostró en la mesa. — ¡Bum! ¡Nuestro propio hogar! — los Guardianes vieron los planos, eran de una casa de dos pisos, bastante amplía y que recordaba a la taberna donde vivían antes, pero más grande. — Estará como estuvo antes la taberna donde vivían nuestros antepasados: a la entrada del bosque.

— Me gusta como se ve… — dijo Sohee. — Pero… ¿No son seis habitaciones mucho?

— Nunca se sabe cuando habrán nuevos miembros, si saben a lo que me refiero.

— Nop. — dijo Joseph aún comiendo con Peek a su lado.

— Bueno, tomando en cuenta que Sohee no se ha embarazado de la forma en la que ustedes dos se dan guerra, pues… quizás más habitaciones sea mucho…

— ¿¡Eh!? — exclamaron Joseph y Sohee sonrojados.

— Digamos que ahora son habitaciones para invitados.

— ¿Cuándo iniciarán con la construcción? — preguntó Sabrina.

— Hace dos semanas.

— ¿¡Qué!? — exclamaron todos.

— A mediados del mes que viene ya estará lista. Tenía unos favores que cobrar con uno de los mejores constructores e ingenieros de Akena, así que… Tendremos casa.

— ¡Wow! ¡Finalmente hiciste algo bueno! — exclamó Joseph riendo.

— ¡Te callas! — Peek miró a Joseph, él la miró y le sonrió, ella le devolvió la sonrisa.

— Te amo, papá. Haré mi mayor esfuerzo por ser una gran hija. Te amo... Papá... — pensó Peek antes de ofrecerle un poco de si comida a Joseph.

(Dato gracioso y para nada perturbador:

Los lobos "la causa de muerte de Peek en su anterior vida" junto a otros cánidos no tienen problemas morales con comer a su presa viva, así que... sí... Peek se mantuvo viva por cinco minutos mientras los lobos se comían sus entrañas... ¡Felíz noche!)