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¿Como lo haras?

(Villa Rica, el fraccionamiento más caro de Ciudad Sol)

Dentro de la casa más grande del fraccionamiento, Luis, el gerente del casino, estaba sentado en un sillón del vestíbulo cuando vio a un hombre alto, vestido con una armadura de samurái completamente negra, bajando las escaleras. Levantándose del sillón.

Primo, ¿qué te trae por aquí? — preguntó Samuel, contento, mientras lo abrazaba.

Primo — respondió Luis, abrazándolo también —. La verdad, estoy metido en un problema grave.

¿Qué pasa? Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea — Samuel le respondió mientras ambos se sentaban en el sillón.

Resulta que perdí mucho dinero en el casino donde trabajo y me van a... ya sabes, para proteger su honor, si no pago — Luis se volvió a acomodar en el sillón, quedando frente a Samuel.

¿Cuánto perdiste? — Samuel, con una sonrisa nerviosa, lo miraba.

Ciento veinte mil millones — Luis respondió en voz baja.

¡¿Qué?! ¿Cómo pudiste perder tanto? Lo siento, pero no puedo prestarte esa cantidad — Samuel estaba sorprendido y, a la vez, triste por no poder ayudar a su primo.

Fue en una apuesta que comenzó con mil millones. Pensando que en algún momento ganaría, seguí apostando, y la cifra siguió subiendo hasta llegar a ciento veinte mil millones. Pero no quiero que me prestes dinero — Luis esbozó una sonrisa.

¿Entonces, qué quieres? — Samuel estaba desconcertado.

Que me ayudes a recuperar el dinero — Luis mostraba una gran dosis de entusiasmo, y su sonrisa lo evidenciaba.

¿Cómo lo vas a hacer? — Samuel alzó una ceja, dudando.

...

(En la habitación de Roberto, él investigaba más sobre el "Rey del Casino". Se enteró de que había ascendido a ese título gracias a que eliminó al dueño del casino "Inframundo". Ese casino se llamaba así porque se permitía de todo: juegos, apuestas, peleas clandestinas, y solo podía acceder la élite del país y mafiosos. Aunque fue clausurado, ya no importaba; el Rey del Casino tenía suficiente dinero para abrir otro tras otro, hasta tener control sobre todo el norte. Aquellos que no pertenecían a él, los dueños de otros casinos, lo respetaban y pagaban protección para no terminar con sus establecimientos destrozados. Ningún casino que no fuera del Rey o que no pagara protección cada mes tenía permiso de operar en el norte).

Vaya, fácilmente estaría más de cuarenta años encarcelado con todos sus crímenes acumulados — Roberto, tras revisar periódicos, mensajes de texto y entrevistas anónimas a algunos empleados y exdueños de casinos, quedó asombrado y sonrió.

(Roberto estaba analizando las conexiones del Rey con otros mafiosos, gente de la élite y algunos políticos, cuando recibió una llamada).