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Olé Torito

Roberto aplastó el rifle, quebrándolo por la mitad mientras miraba a los ojos al soldado. Se puso en cuclillas y lo agarró del uniforme.

Hermano, ríndete. — dijo Roberto, esbozando una sonrisa amable, aunque sus ojos brillaban con frialdad.

El soldado puso sus piernas alrededor del cuello de Roberto y, con un giro, lo lanzó por los aires.

Roberto hizo una voltereta en el aire, aterrizando de pie y levantando una nube de polvo. Se lanzó como una bala de cañón hacia el soldado, lanzándole una patada baja en la pantorrilla.

El soldado brincó para esquivar la patada y contraatacó, pateándolo en la cara de forma consecutiva. Pero Roberto levantó su brazo para bloquear los golpes.

Eres bueno, tú debes de ser el Toro Hernández. — dijo Roberto, agarrando al soldado de la pierna y estrellándolo contra el suelo.

El soldado se quedó sin aliento, pero intentó levantarse mientras le preguntaba a Roberto:

— ¿C...cómo sabes mi apodo?

Roberto se acercó a él, lo levantó y le susurró al oído:

— Soy el General del Sur.

El Toro estaba a punto de disculparse, pero Roberto lo interrumpió con un gesto autoritario.

— Estoy en una misión, así que no digas nada, ¿entendido?

El Toro asintió apresuradamente. Roberto lo soltó y se dirigió a abrir las barras de acceso.

Al acercarse a la camioneta, vio que los demás conductores estaban grabando. Como llevaba puesta una máscara, no le importó y simplemente hizo un gesto de silencio con el dedo.

Al subirse a la camioneta, condujo un poco hasta alejarse lo suficiente del retén. Cuando estuvo a un kilómetro de distancia, se estacionó en un callejón y se bajó para abrir la parte trasera.

Ya me libré del retén. — anunció Roberto al abrir la puerta, convencido de que todo estaba resuelto.

¿Qué fueron esos disparos? ¿Nunca antes había sucedido un tiroteo? — Los demás integrantes bombardearon a Roberto con preguntas sobre lo que había ocurrido apenas unos minutos antes.

///Escuadrón LOBO, ¿dónde están?///

Al escuchar la voz, el chofer corrió a contestar. Después de informar que iban en camino, se olvidaron de Roberto y se dirigieron a donde debían estar hacía una hora.

(En la Calle 15, dentro del edificio abandonado)

¡¿Quién eres?! — gritó Rodrigo, levantándose de golpe, empapado en sudor frío. Rápidamente buscó su arma, pero no encontró nada. Al contrario, se dio cuenta de que estaba en el baño del Edificio O. Cuando se vio en el espejo, se dio cuenta de que llevaba puesta otra ropa diferente a la que tenía cuando llegó.

Rápidamente salió corriendo, saltando sobre los escombros para no tropezar, hasta salir del edificio en busca de un coche.