Rodrigo salió del edificio y corrió hacia la ubicación donde deberían estar. No pasó mucho tiempo —apenas un minuto— cuando vio un coche acercándose, por lo que se puso en medio de la carretera.
¡¿Qué te pasa, imbécil?!! ¡¡Fíjate!! — El chofer del coche frenó de golpe mientras tocaba el claxon, gritando enojado a Rodrigo.
Rodrigo no dijo nada, solo se acercó al coche, abrió la puerta y sorprendió al chofer —pues tenía el seguro activado—, luego lo sacó del coche sin que este pudiera hacer nada.
¡¡¿Quién te crees que eres?!! — El chofer se levantó, alzando el pecho mientras le gritaba a Rodrigo.
Rodrigo solo lo agarró de la camisa y lo mandó a volar hasta un poste de luz.
Tienes suerte de que estoy apresurado, porque si no te haría pagar esta falta de respeto. — dijo Rodrigo con una voz muy grave. Al terminar de hablar, se subió al coche y se marchó.
¡¡Maldita sea!! Esta ciudad cada vez se llena de más ratas. — murmuró el chofer mientras se levantaba enojado y se alejaba a pie, rumbo a su casa.
Rodrigo fue a toda velocidad en el coche, saltándose señales y límites, hasta que, después de unos minutos, llegó al retén.
¿Qué carajos pasó aquí? — Rodrigo se mostró impresionado al ver un tráfico enorme cerca del retén.
¿Será que atraparon al usurpador? — se preguntó mientras disminuía la velocidad para entrar normalmente en el retén.
¡Deténgase! — le ordenó un soldado a lo lejos, haciendo una seña con las manos.
¿Qué necesita, oficial? — preguntó Rodrigo de forma obediente cuando se acercó el soldado.
Sus papeles, por favor. — respondió el soldado, sacando una lista y un bolígrafo.
Ah, ¿Manuel? Soy yo, Rodrigo. — replicó, mostrando una enorme sonrisa al reconocer al soldado —. Déjame pasar, necesito llegar al otro lado.
¡Señor, sus papeles! — El soldado alzó un poco más la voz, sorprendiendo a Rodrigo.
Ahh, ya sé, de seguro quieres tu propina. —dijo Rodrigo, mientras comenzaba a revisar el coche.
De pronto, Manuel lo agarró de la camisa, sacando su cabeza hacia afuera y mirándolo aterradoramente.
¡Mira, Rodrigo! Solo porque somos amigos te dejaré pasar esta falta de respeto, pero no lo repetiré de nuevo. — Manuel respiró hondo y se quedó callado por un rato —. ¡¡Papeles!!
Luego, soltó a Rodrigo y empezó a contar. Rodrigo sabía que si Manuel llegaba a diez no lo dejaría pasar, así que no debía permitir que terminara de contar, aunque no tenía ningún papel legítimo.
{¿Qué le está pasando?} — pensó Rodrigo mientras hacía como que buscaba.