Un lobo incomprendido II

Dentro de la casa de la abuela, el lobo y ella se encontraban tomando el té. 

El sonido de las tazas al chocar contra los platos acaparó el lugar.

Cualquiera que hubiese estado presente, probablemente habría decidido marcharse de ahí.

Se trataban en un ambiente demasiado incómodo.

"¿No cree que eso es muy excesivo? Es solo una niña." Habló la abuela indecisa rompiendo de esta manera el sepulcral silencio entre ellos.

El lobo miró a la abuela boquiabierto.

"¡Por supuesto que no! No es excesivo y perdone que se lo diga, pero su nieta es una asesina."

"¿Por matar a una araña y arrancar flores…?"

"¡Esa araña era mi amiga!"

La abuela se sobresaltó por el repentino grito del lobo.

Al darse cuenta de su error, se aclaró la garganta y recobró la compostura.

"Como verá, su muerte me ha afectado demasiado. No le estoy pidiendo que me permita lastimar a su nieta ni nada por el estilo. Quiero que sea regañada por lo que hizo y creo que la mejor manera es que sea el afectado quien lo haga, pero no quiero asustarla así que necesito un disfraz."

La abuela aún no estaba convencida, pero no podía negarse. Era solo una anciana sola con un lobo, no deseaba poner en riesgo su vida.

"Hay un cazador que siempre pasa por aquí para acompañarme a comer, si ella descubre su disfraz y él la oye gritar…"

"¡Se lo explicaremos! Usted me ayudará, entonces el cazador tendrá que escucharnos." Aseguró el lobo, pero la abuela no parecía convencida de ello.

"¿Y a dónde se supone que iré yo?"

"Salga a dar un paseo por aquí cerca o escóndase fuera."

La abuela suspiró.

"Sigo sin creer que sea una buena idea."

"Espere."

El lobo levantó una mano indicando que guardara silencio. Sus orejas podían escuchar algo.

"¿Realmente será por aquí?"

Era la voz de Caperucita.

"¡Es Caperucita! Ya está cerca ¡Escóndase! ¡Salga!"

Fue así que la abuela fue echada de su casa por el lobo.

Así que, después de un largo paseo, la abuela se sentó en un tronco dejando escapar un gran suspiro.

Se creyó en problemas al ver una figura a lo lejos acercarse a donde ella descansaba.

'¿Caperucita…?'

La abuela entrecerró los ojos en un intento de describir de quién se trataba la persona a lo lejos.

Por unos momentos, pasó por su mente huir, pero entonces recordó que, si lo hacía y se trataba de su nieta, ella se quedaría a solas con el lobo y este podría llegar a hacerle algo.

Pese a lo que el lobo le pidió. Insegura, se acercó hacia esa figura.

Se trataba de su hija.

"¿Lorena…?"

Al principio, ella no había caído en cuenta de la presencia de su madre, pero cuando la vio, su rostro parecía irradiar luz.

"¡Madre! Mira."

La mujer que se quitó la corona de flores de su cabeza sonrió luego de colocarla en las manos de la abuela. 

El lobo tenía razón, las flores del lugar que le señaló eran preciosas. 

"Son para Caperucita." Explicó mientras le mostraba, con el entusiasmo de una pequeña niña, la corona de flores.

"¿Estás bien?" La voz de la abuela sonaba preocupada. Se dio cuenta que pasaba algo al notarla tan distraída y con la mirada perdida.

"¿Crees que Caperucita se pondrá alegre al verlas? ¿Le gustarán?"

La abuela la miró confundida.

"¿Viniste hasta aquí solo por las flores?"

"Claro que no. Venimos a verte. Estás demasiado enferma ¿Lo recuerdas?" Respondió como si fuera lo más obvio del mundo.

"Te dije que solo necesitaba algunos días de reposo. No es nada grave, no tenías por qué haber venido…"

La abuela reflexionó las palabras de su hija.

"¿Venimos…?"

"¡Sí! Mi hija y yo."

"¿En dónde está Caperucita? ¿Por qué no llegaste con ella?"

"Oh ella está…. Urgh."

La madre de Caperucita se llevó las manos a la cabeza. Esta le palpitaba y causaba un dolor intenso.

"Y-yo… estaba en la cocina cuando ella se fue y…"

Negó con la cabeza

"No, eso no… estábamos en el bosque yo la estaba esperando y… ¿Me fui…?"

Sus piernas flaquearon incapaces de soportar su peso. La abuela soltó la corona y se apresuró a tomarla por el brazo para evitar que cayera al suelo.

"M-madre, no sé qué me pasó. No era yo misma...yo la abandoné." Su voz se quebró "Ella está sola allá en el bosque, debe estar tan asustada… ¡Soy una mala madre! Debo ir a rescatarla…"

"Tranquilízate, Lorena."

Trataba de explicarle lo que había pasado con el lobo y decirle que su hija se encontraba bien, pero varios gritos resonaron por todo el bosque. 

Su voz era inconfundible.

"¡Caperucita!"

Su rostro ansioso se dirigió hacia la abuela

"Debe estar en peligro."

Sacando la fuerza necesaria de su interior, la madre de Caperucita corrió a donde provenía el grito, la abuela la siguió por detrás preocupada, y en el camino, tuvieron la suerte de encontrarse con el cazador del que la abuela le había hablado al lobo.

Este al escuchar la situación por la boca de la madre de Caperucita, enlistó su arma y las acompañó a la cabaña.

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Con la abuela afuera, el lobo se puso el camisón de la abuela y se metió a la cama, tratando de ocultar su rostro.

Toc toc

"¿Quién es?" Preguntó el lobo tratando de imitar la voz de la abuela, no lo consiguió, pero gracias a la puerta que los separaba no hubo mucha diferencia.

De hecho, Fleur ni lo escuchó.

'No me encontré con ningún lobo en camino, así que debería estar bien si paso ¿No es así?'

"Voy a entrar, abuela. Soy Caperucita."

Fleur sintió sus mejillas sonrojarse, era vergonzoso llamarse a sí misma con ese nombre.

Cuando pasó, cerró la puerta y al ver a alguien recostado en la cama, decidió acercarse.

"¿Abuela?"

"¿Sí…?"

Fleur sintió como si una cubeta de agua helada le cayera encima.

El lobo se dio la vuelta para verla. Fleur apenas pudo controlarse.

"¡Bestia!"

Exclamó con apenas un hilo de voz.

'¡¿Bestia?!'

El lobo le miró estupefacto. Era bastante maleducada. Agregó una cosa más a la lista de regaños.

"Nieta, quiero hablar contigo."

"Pero ¡Qué orejas!"

Fleur estaba tan impresionada de lo realista que era su sueño, que ni siquiera se dio cuenta que hablaba en voz alta.

El lobo la miró indignado.

"¿Mis orejas? Eh... Son para oírte mejor, mi niña." Contestó reprimiendo su enojo.

"Tus ojos son… tan… grandes."

El lobo se incomodó al sentir que Fleur lo miraba como un fenómeno.

"Son para verte mejor, querida…"

"¡Y ese hocico es igual de grande!"

Fleur se llevó las manos a la boca. No había podido callarse porque parecía que algo la había estado obligando a hablar.

Ella no pensaba eso realmente.

El lobo la miró afligido. Siempre había tenido grandes complejos consigo mismo, pero su mayor inseguridad era su boca.

'¡Hasta aquí llegué!'

Ya había soportado demasiado su grosera actitud.

"¡Es para comerte mejor!" Le gritó enardecido y de un brinco salió de la cama.

Fleur que gritó en cuanto el lobo comenzó a acercarse a ella, corrió por toda la habitación mientras gritaba por ayuda.

Entonces su pie se enganchó con la alfombra haciéndola tropezar.

Estando en el suelo, Fleur vio acercarse al lobo peligrosamente hacia ella, pasando su lengua entre los dientes como si se preparara para comerla.

"Urgh... ¡MI PECHO!" Fleur gritó llevándose las manos al lugar donde le dolía.

Sintió como si algo le oprimiera con fuerza mientras la respiración comenzaba a faltarle.

"Oye, ¿Estás bien? No quise hacer eso..."

El lobo estaba preocupado.

La puerta de la entrada fue abierta de una patada. De ahí emergió el cazador, la abuela y la mamá de Caperucita.

"¡Hija!"

La madre de Caperucita le lanzó al lobo un par de piedras que había recogido fuera para apartarlo de Caperucita, mientras se apresuraba a acercarse a ella.

"Duele mucho…"

Apenas alcanzó a decir Fleur entre llanto y bocanadas de aire

'¡¿Cómo puede doler tanto si es tan solo un sueño?!'

"¡Quiero regresar a casa!"

Realmente ya no quería seguir en ese horrible sueño.

"Hey, está bien, lo haremos, tranquila…"

La madre de Caperucita dio suaves golpes en el brazo de Caperucita para calmarla

"Respira ¿Sí? Tranquila, todo está bien."

"¡Mamá ayúdame!"

La madre de Caperucita miró a la abuela con ojos suplicantes, pero la abuela no hizo nada.

No había nada que pudiera hacer, vivía lejos del pueblo, aún si corrieran no podrían llegar a tiempo por ayuda.

El cazador se acercó con hacha en mano hacia el lobo.

"¡Espere! Yo … solo iba a regañarla, pero las cosas terminaron así… No soy peligroso ¡Pregúntele a la abuela! Ella me permitió hacerlo."

La madre de Caperucita y el cazador miraron a la abuela.

"Yo…"

"¿Es eso cierto, mamá? ¡Mi hija se está muriendo!"

"¡No! Yo… no sé cómo es que entró este lobo aquí ¡Cazador!"

La abuela se aferró al brazo de este.

El cazador asintió a su pedido y corrió hacia el lobo. Al comprender que nadie lo ayudaría y del grave error que había cometido, el lobo asustado salió por la ventana.

Solo entonces la abuela dejó salir el aire que, sin darse cuenta, estaba conteniendo.

"M-mamá… ya no respira."

La madre de Caperucita sollozó con el cuerpo de ella entre sus brazos.

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Bip bip bip bip

'Agh ¿Cuándo compró mi mamá algo tan ruidoso?'

El horrible pitido de una alarma hizo levantar a Fleur de la cama.

Esta vez estaba en su propia habitación.

Se reincorporó sobresaltada tocando cada parte de su cuerpo para verificar que se encontraba a salvo.

"Creí que moriría."

Estaba aliviada.

Su vista cayó en el reloj que se encontraba sobre el buró a lado de su cama. Eran las 6:10 am. Su ceño se frunció.

'¿Por qué esto está puesto desde tan temprano?

"Hasta que despiertas, ¡Llegarás tarde a la secundaria si no te apresuras!" Gritó su madre desde la sala.

'¿A la secundaria dijo?'

Su madre podría haber confundido las palabras.

A pesar de la hora, obedientemente se levantó y se acercó a la puerta donde colgaba un uniforme que en su vida había visto.

Lo más impresionante fue cuando se miró al espejo.

En él ya no veía a una niña, veía a una adolescente. Estaba mucho más alta y tanto sus facciones como su cuerpo en general habían cambiado.

Estaba tan asustada que salió de su cuarto llorando en busca de sus padres. 

"Y-yo no puedo recordar nada."

Estos la miraron preocupados y escucharon atentamente su historia.