El precio de la victoria

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Las pantallas gigantes de la ciudad capital de Neo-Aethelgard, normalmente dedicadas a anuncios comerciales y noticias políticas, mostraban imágenes impactantes: la transmisión en vivo de la Asociación de Exterminación de Amenazas Sobrenaturales (A.E.A.S.), una organización internacional dedicada a la caza y eliminación de monstruos. La presentadora, con una voz vibrante y profesional, anunciaba la victoria de la A.E.A.S. en una expedición reciente.

"Buenas noches, Aethel," comenzó la presentadora, su rostro iluminado por la luz de los estudios. "En una operación de alto riesgo llevada a cabo en las profundidades de la selva de Lunaris, la A.E.A.S. ha logrado una victoria sin precedentes. Nuestros valientes cazadores se enfrentaron a tres monstruos demoníacos de rango S, criaturas de un poder inimaginable, y los derrotaron."

La pantalla mostró imágenes de los monstruos derrotados: un Golem de Obsidiana, una criatura colosal hecha de roca volcánica y energía oscura, con un poder destructivo capaz de arrasar ciudades enteras; un Wyvern de Fuego, un semi dragón alado que escupía fuego infernal, capaz de incinerar todo a su paso; y una Hidra de las Sombras, una criatura multi-cabezas que podía manipular las sombras y crear ilusiones devastadoras.

"La operación fue extremadamente peligrosa," continuó la presentadora, "pero la valentía y la habilidad de nuestros cazadores lograron salvar a millones de personas. La A.E.A.S. ha demostrado una vez más su compromiso con la seguridad de Aethel y el mundo."

Las imágenes cambiaron, mostrando a los cazadores de la A.E.A.S. celebrando su victoria, sus rostros cansados pero llenos de orgullo. La transmisión terminó con un mensaje de esperanza y un llamado a la unidad contra las amenazas sobrenaturales.

Mientras la ciudad celebraba la victoria de la A.E.A.S., en la antigua ciudad desértica de Nightspire, un escenario de destrucción y muerte, la escena era completamente diferente. El lugar donde Kayn y Selene habían dado sus vidas estaba rodeado por miembros de la organización Silente, recolectando evidencia y asegurando la zona. El aire estaba cargado de tensión y tristeza. Entre los Silentes, se encontraba un hombre de mediana edad, con el cabello canoso y los ojos llenos de ira y tristeza: General Marcus Thorne, el jefe de la división de operaciones especiales del Imperio Solari.

Observaba los restos destrozados del teatro, los cuerpos desmembrados de los miembros de la Liga de las Sombras, y los fragmentos dispersos de los cuerpos de Kayn y Selene. "Maldita sea," murmuró Thorne, su voz llena de rabia contenida. "Kayn... Selene..."

Uno de los líderes de la organización *Silente*, una mujer de aspecto severo llamada Comandante Lyra, se acercó a Thorne. "General Thorne," dijo, su voz llena de respeto y preocupación, "lamentamos profundamente la pérdida de los agentes Kayn y Selene. Estamos haciendo todo lo posible para recopilar información sobre lo sucedido."

Thorne se volvió hacia Lyra, su mirada penetrante e implacable. "¿Quién envió a Kayn y Selene a esa misión suicida?" preguntó, su voz fría como el acero. "Lord Valerius, una amenaza de nivel S, estaba en ese lugar. ¿Cómo es posible que Kayn y Selene, dos de nuestros mejores agentes, fueran enviados a una misión tan peligrosa sin el apoyo adecuado?". 

Lyra se tensó ante la furia de Thorne. "General, la información sobre la misión era confidencial," respondió, "pero puedo asegurarle que se tomaron todas las precauciones necesarias."

"Precauciones," replicó Thorne, su voz llena de sarcasmo. "Enviar a dos agentes a enfrentarse a una amenaza de nivel S sin apoyo aéreo, sin refuerzos, sin... nada. Eso no son precauciones, Lyra, eso es negligencia. Quiero saber quién tomó esa decisión, y quiero saberlo ahora mismo."

Lyra se mantuvo firme, pero su mirada reflejaba su nerviosismo. "General, la información sobre la misión es clasificada. No puedo revelarla sin la autorización del Alto Mando."

Thorne se acercó a Lyra, su voz baja y amenazante. "Lyra," dijo, "no me importa la autorización del Alto Mando. Quiero saber quién envió a Kayn y Selene a morir. Si no me lo dices, te aseguro que encontraré la manera de averiguarlo, y las consecuencias serán mucho peores que cualquier sanción del Alto Mando."

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 Lyra tragó saliva, consciente del poder y la influencia de Thorne. En ese instante, un brillo plateado emanó de ella, estableciendo un enlace mental con Thorne. Su aura plateada, intensa y fría, envolvió a Lyra, proyectándose hacia Thorne. Este, al percibir la conexión, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo mientras una aura dorada, ardiente y poderosa, lo envolvía. El aire entre ambos vibró con la energía de sus auras opuestas, creando una distorsión palpable en el espacio. 

 {Lyra:General... creo que la orden vino directamente del Consejo de Ancianos.} La voz de Lyra resonó en la mente de Thorne, clara y precisa, evitando cualquier posibilidad de ser escuchada por oídos externos.

 El choque de sus auras intensificó la distorsión espacial, creando un efecto visual similar a ondas de calor que se expandían y contraían entre ambos. Thorne sintió la presión de la aura de Lyra, pero su propia aura dorada no cedió, manteniendo una fuerza igual. 

 {Thorne: El Consejo de ancianos... Malditos sean.} La voz de Thorne retumbó en la mente de Lyra, resonando con una furia contenida. El espacio entre ellos pareció vibrar con más intensidad, los colores de sus auras entremezclándose, creando un espectáculo visual de luces doradas y plateadas que se entrelazaban y chocaban. 

{Te agradezco la ayuda Lyra, por ahora terminemos este show...} Dijo Thorne mientras ella asentia en silencio dando por finalizado su enlace mental, y disipando sus auras, tras eso el general se dio la vuelta para marcharse. Thorne caminaba de regreso en silencio por un momento, procesando la información. El Consejo de Ancianos, una sociedad secreta que operaba en las sombras, era una entidad poderosa e influyente. 

Si ellos habían ordenado la misión, era probable que hubiera razones que él desconocía. Pero eso no disminuía su ira ni su sed de venganza. Su aura dorada se mantuvo latente, un recordatorio silencioso de su furia contenida."El Consejo de Ancianos," murmuró Thorne, su voz llena de una mezcla de ira y tristeza. "Malditos sean. Kayn y Selene no morirán en vano. Encontraré a los responsables, y los haré pagar por sus acciones." 

Su mirada se volvió hacia los restos destrozados de sus agentes, una promesa de venganza brillando en sus ojos. La investigación apenas comenzaba, y la sombra de la muerte de Kayn y Selene se cernía sobre Aethel, prometiendo un futuro oscuro y lleno de consecuencias.

'Parece ser que nosotros tambien estamos en la mira de aquellos que estan involucrados detras de todo esto...pero, no pienso dejarme intimidar por nadie' Penso Lyra mientras daba un suspiro de cansancio mirando la espalda del General que se alejaba antes de mirar a lo lejos, sus ojos brillando en un gris intenso con intencion asesina. 

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 Al momento siguiente, su figura se distorsionó, desvaneciéndose en sombras. Un instante después, a kilómetros de distancia, Lyra reapareció entre las sombras en un edificio, como un espectro surgido de la nada. Cinco figuras, se encontraban reunidos, cuchicheando en voz baja mientras observaban en la distancia. Antes de que pudieran reaccionar, una onda de frío glacial los envolvió. La mirada de Lyra, fría y penetrante, se posó sobre ellos. Sus cuerpos se congelaron al instante, sus movimientos se volvieron rígidos y sus ojos perdieron todo rastro de conciencia. sin un solo sonido, Lyra los apiló con una precisión inhumana, formando una pila de cuerpos congelados.

 Luego, con una expresión impasible, se sentó sobre la cima de la pila, su aura plateada brillando tenuemente en la oscuridad. El silencio, roto solo por el crujir del hielo, reinó absoluto.

'Bien...supongo que empezare con estas moscas que me estaban vigilando...Solo espero que duren lo suficiente como para desquitarme lo sufic, despues de todo aun sigo enojada por la perdida de mis subordinados' Penso Lyra mientras daba un suspiro de molestia pensando en sus siguientes pasos a seguir.

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La nada. Un vacío absoluto, sin forma, sin sonido, sin tiempo. Solo una oscuridad profunda que lo envolvía por completo. No había pensamiento, ni sensación, solo una existencia pura, una esencia... un alma. Esta alma, la de Kayn, se encontraba atrapada en un abismo insondable, un espacio entre espacios, un lugar donde las leyes de la realidad se deshacía.Sin previo aviso, una fuerza desconocida lo empujó hacia adelante. El vacío se quebró, dejando paso a una sucesión de capas de energía, cada una vibrante con una fuerza diferente.

Eran como membranas de una realidad desconocida, cada una más caótica que la anterior. El alma de Kayn las atravesaba, un viaje sin rumbo, sin control, un torbellino de energía que lo desgarraba y lo reconstruía al mismo tiempo.Finalmente, llegó a su destino: una dimensión caótica, un mar de energía turbulenta y colores imposibles. Era un lugar donde la materia se creaba y destruía en un instante, donde las leyes de la física no existían, y donde el tiempo era una ilusión.

Aquí, el alma de Kayn comenzó a desintegrarse, sus partículas dispersándose en el torbellino de energía. Era una destrucción lenta, agonizante, pero al mismo tiempo, una regeneración constante. Sus partículas se reagrupaban, se reconstruían, formando una nueva estructura, una nueva forma de ser. El proceso se repitió una y otra vez, un ciclo infinito de destrucción y regeneración. El alma de Kayn se adaptaba, se transformaba, se moldeaba a la imagen de la dimensión caótica. Era un proceso doloroso, pero también una metamorfosis.

En este crisol de energía, el alma se fortalecía, se volvía más resistente, más adaptable. Después de un tiempo indeterminado, una forma humana comenzó a tomar forma dentro de la energía caótica. Era una forma etérea, una silueta que se moldeaba y cambiaba constantemente, adaptándose a la energía que lo rodeaba.

Era una forma imperfecta, pero era una forma, una forma de resistir la destrucción. De repente, un destello de luz cegadora atravesó la dimensión caótica. El alma, ya en forma humana, fue arrastrado por esa luz, un portal que lo transportaba a otro lugar. La dimensión caótica se desvaneció, dejando tras de sí solo la nada. El destello de luz lo depositó en un lugar desconocido.

Un cuerpo, joven y sin vida, yacía en el suelo. El alma de Kayn, sintiendo una conexión inexplicable, se adentró en ese cuerpo, como una corriente que se filtraba en un recipiente vacío. El cuerpo era ajeno, pero la conexión era inmediata. Era un nuevo comienzo, una nueva vida. Los días, las semanas, los meses pasaron. El cuerpo se modificaba, se transformaba, fusionándose con el alma de Kayn. Era un proceso lento, una simbiosis entre la materia y la energía.

La energía del Vacío, que había transformado el alma, comenzaba a remodelar el cuerpo, fusionándose con él, convirtiéndolo en un recipiente perfecto para su nueva forma de ser. Un día, la conciencia de Kayn regresó. No fue un despertar repentino, sino una aparición gradual, como si emergiera de un sueño profundo.

Su mente estaba confusa, llena de fragmentos de recuerdos, de sensaciones extrañas. No recordaba todo, Era una sensación extraña, una mezcla de poder y confusión. No sabía quién era, o qué era capaz de hacer. Solo sabía que había regresado, cambiado para siempre. El Vacío lo había transformado, y el mundo de Aethel estaba a punto de descubrir la magnitud de esa transformación. La muerte había sido solo el comienzo.

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La confusión era abrumadora. Fragmentos de recuerdos, destellos de imágenes, sensaciones extrañas... todo se mezclaba en su mente como un rompecabezas deshecho. Recordaba a Selene, su compañera, la traición de los Silentes, la Matriz de Sangre de Valerius... y luego, tras un destello, la nada. La oscuridad absoluta. La muerte. O eso creía.

Ahora, estaba aquí, en un cuerpo que sentía familiar, pero que al mismo tiempo era extrañamente ajeno. Miró sus manos, notando la fuerza inusual en sus dedos, la resistencia de la piel. Intentó canalizar magia, como siempre había hecho, pero... nada. Un vacío. No sentía el flujo de energía que antes lo recorría, la familiar sensación de poder mágico. Estaba vacío, completamente desprovisto de magia.

Los recuerdos comenzaron a regresar con más claridad. La batalla final, la desesperación, el dolor... y luego, la luz cegadora. Un destello que lo había arrancado de la oscuridad, un portal hacia... ¿dónde? El recuerdo de la Matriz de Sangre de Valerius, de los hilos de sangre que lo aprisionaban, era vívido. Pero después... solo el vacío.

Un escalofrío lo recorrió. Recordó las palabras de Valerius: "La oscuridad que se avecina es más grande de lo que puedes imaginar". ¿Qué significaba eso? ¿Qué oscuridad se avecinaba? Y, sobre todo, ¿cómo estaba vivo?Su mente, aguda y analítica, comenzó a trabajar. Descartó la posibilidad de una resurrección divina o un milagro.

No había nada sobrenatural en su estado actual. Su cuerpo, aunque diferente, era tangible, real. La ausencia de magia era la clave. Si no había magia involucrada en su regreso, entonces solo quedaba una explicación: tecnología. Una tecnología avanzada, capaz de rescatar un alma de la muerte. El recuerdo de Selene, su compañera elfa, volvió con fuerza.

Ella era una experta en magia elemental, pero también conocía la tecnología del Imperio. Recordó que Selene llevaba un amuleto, un artefacto antiguo que había mencionado en varias ocasiones. Un amuleto que, según ella, contenía un poder inimaginable. La conclusión era inevitable. Selene, en un último acto de desesperación, había utilizado ese amuleto para salvar su alma. Había rescatado su esencia de la muerte, transportándola a través de algún tipo de portal tecnológico, hacia este cuerpo.

"Pero... ¿qué paso con Selene?" Murmuro al pensar en el recuerdo de su último instante, su mirada llena de tristeza, lo atormentaba. No sabía si había sobrevivido, o si su sacrificio había sido en vano. El destino de su alma era un misterio, una herida abierta en su corazón.

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