La Última Conexión

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Atrapado en la Matriz de Sangre de Lord Valerius, Kayn sentía la energía vital drenarse de su cuerpo. La sangre, manipulada por el poder del vampiro, lo envolvía como una prisión viviente, cada tentáculo una serpiente oscura que le extraía la fuerza. Su respiración se hacía cada vez más difícil, su visión se nublaba.

"Es una lástima, Silente," dijo Lord Valerius, su voz resonando en el espacio distorsionado de la Matriz de Sangre. "Tu habilidad era admirable, pero tu arrogancia te ha llevado a tu perdición. Ahora, pagarás el precio por desafiar a la Liga de las Sombras." Valerius levantó su mano, listo para asestar el golpe final, para drenar la última gota de energía vital de Kayn. 

Pero Kayn, incluso en su agonía, no se rendía. Intentó ganar tiempo, buscando información que pudiera ser útil para el Imperio Solari. "Valerius," dijo Kayn, su voz apenas un susurro, "Dime... ¿quién está detrás de todo esto? ¿Qué buscan realmente?" 

Valerius rió, una risa fría y cruel que resonaba en el espacio distorsionado. "La ignorancia es una bendición, Silente. No necesitas saber la respuesta. Solo necesitas morir." 

 "No," dijo Kayn, su voz más firme, "necesito saber... para poder detenerlos."

Valerius se detuvo, intrigado por la persistencia de Kayn. "De acuerdo," dijo, su voz más suave, "te daré una pista. La oscuridad que se avecina es más grande de lo que puedes imaginar. Es una oscuridad que engullirá a Aethel, a todo el mundo."

En ese instante, el teatro se sacudió violentamente. La Matriz de Sangre, el dominio de Valerius, comenzó a desestabilizarse. Una figura cayó desde el techo, aterrizando con un golpe sordo en el suelo. Era Selene, la verdadera Selene, su cuerpo cubierto de sangre y heridas, su armadura rota y agrietada. Su cabello plateado, normalmente impecable, estaba manchado con la sangre de sus enemigos. 

Con una velocidad asombrosa, Selene liberó a Kayn de la Matriz de Sangre. Sus movimientos eran precisos y letales, con su magia reforzando su cuerpo para luego aprovechar su impulso y, con una patada fulminante, impactó en la falsa Selene, enviándola a volar contra una pared. La impostora se desintegró en polvo oscuro, su ilusión desvaneciéndose. Kayn, tambaleándose, se levantó con dificultad.

 La Matriz de Sangre se disipó poco a poco, como un cristal rompiéndose lentamente por completo, dejando tras de sí un silencio sepulcral. Miró a Selene, su rostro lleno de asombro y gratitud. Su cuerpo estaba destrozado, su armadura hecha jirones, su cabello manchado de sangre. La visión de su compañera herida lo llenó de una mezcla de alivio y culpa. "Selene," dijo Kayn, su voz llena de emoción, "gracias... gracias por salvarme."

Selene sonrió débilmente, su rostro pálido pero su mirada llena de determinación. "No te preocupes por mí," dijo, su voz apenas un susurro. "Lo importante es que estamos juntos. Ahora, terminemos esto." 

Con un nuevo impulso de energía, Kayn y Selene se prepararon para enfrentar a Lord Valerius y a los miembros restantes de la Liga de las Sombras. La batalla estaba lejos de terminar, pero ahora, unidos de nuevo, tenían una oportunidad de luchar por el destino de Aethel. El amanecer sangriento había comenzado.

"Es inútil..." dijo Lord Valerius con una voz aterradora antes de liberar su aura sangrienta, ejerciendo una presión inimaginable en los dos. El aura aterradora distorsionaba el espacio a su alrededor mientras su sonrisa sedienta de sangre crecía.

 "Matriz de sangre... Vínculo de sangre," la voz de Lord Valerius resonó en el teatro en ruinas, un eco siniestro que precedió a la explosión de energía carmesí que se expandió por todo el suelo en solo 0,6 segundos. Debajo de sus pies, el suelo de sangre vibró, vomitando miles de hilos de sangre que se enredaron alrededor de Selene y Kayn, aprisionándolos en una red viscosa y mortal.

 'Esa matriz de nuevo! Hay una gran diferencia de poder,' pensó Kayn, luchando desesperadamente contra los hilos que lo estrangulaban. El poder de Valerius era abrumador, una fuerza oscura que lo empujaba hacia la oscuridad. Pero en medio de su lucha, su mirada se encontró con la de Selene, quien, a diferencia de él, permanecía inmóvil, su rostro una máscara de concentración. 

En sus ojos, Selene vio un torbellino de recuerdos, una rápida sucesión de imágenes que reflejaban una vida compartida, una amistad forjada en el fuego de incontables misiones. Para ella, el tiempo pareció detenerse. La amenaza inminente de la muerte, la sensación de los hilos de sangre apretándose contra su piel, se desvanecieron, reemplazados por una oleada de recuerdos vívidos que inundaron su mente.

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El sol de la mañana, aún tímido, se filtraba a través de las ventanas de la Academia de los Silentes, iluminando el polvo que flotaba en el aire. Selene, con el sudor brillando en su frente, bloqueaba un ataque de Kayn. Sus espadas, dos cuchillas de acero que se entrelazaban en una danza mortal, chocaban con un sonido metálico que resonaba en la sala de entrenamiento.

Kayn, con su agilidad y su velocidad sobrehumana, era un oponente formidable, pero Selene, con su magia elemental, se defendía con una gracia y una precisión que igualaban la destreza de Kayn. "Tu forma es demasiado rígida, Selene," la voz de Kayn, grave y firme, resonaba en sus oídos. "Necesitas más fluidez, soltarte un poco más. Debes moverte como el agua, adaptándote a cada movimiento de tu oponente, fluyendo alrededor de sus ataques, anticipando sus intenciones."

Selene rió, esquivando un ataque con un movimiento fluido, su cabello plateado ondeando como una cascada. "Fácil para ti decirlo, Kayn. Tú tienes la ventaja de la velocidad y el sigilo. Yo necesito usar mi fuerza y mi magia para compensar. Pero estoy mejorando. Lo estás viendo, ¿verdad?"

Kayn sonrió, sus ojos dorados brillando con admiración. "Sí, Selene. Estás mejorando. Pero aún necesitas relajarte, dejar que la magia fluya a través de ti, en lugar de forzarla." Su mirada se suavizó, un brillo de afecto en sus ojos. "Recuerda, Selene, la mejor defensa es un buen ataque, y el mejor ataque es el que tu enemigo nunca ve venir. Como el agua que se filtra entre las rocas, o el viento que se desliza entre los árboles."

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El recuerdo se prolongó, mostrando una serie de sesiones de entrenamiento, cada una de ellas un testimonio de su amistad y su creciente maestría en sus artes. Se veían discutiendo estrategias, compartiendo bromas, apoyándose mutuamente en los momentos de frustración. La imagen de Kayn, siempre paciente y comprensivo, guiándola, corrigiendo sus errores, la llenó de una profunda nostalgia.

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La oscuridad de la noche envolvía la frontera del Imperio Solari, un manto de silencio roto solo por el susurro del viento entre los árboles. Kayn y Selene, ocultos entre las sombras, observaban un campamento de contrabandistas. El aire estaba cargado de una tensión palpable, la amenaza de la detección una espada suspendida sobre sus cabezas. 

Kayn, con su camuflaje mágico activado, se movía como un fantasma, sus pasos silenciosos como los de un espectro. Selene, con un susurro de magia, manipulaba el viento, creando una barrera de silencio que ocultaba sus movimientos. "Hay más de lo que esperábamos," susurró Selene, su voz apenas audible por encima del susurro del viento."Debemos actuar con cautela. No podemos permitir que nos detecten."

Su mirada se posó en Kayn, transmitiéndole una mezcla de preocupación y determinación. Kayn asintió, sus ojos brillando con una mezcla de seriedad y cautela."Lo sé. Pero esta vez, no podemos permitirnos ningún error. El fracaso no es una opción." Su mano se posó sobre el mango de su daga, la fría superficie de obsidiana un recordatorio de la gravedad de la situación. "Confío en ti, Selene. Como siempre." 

 El recuerdo se prolongó, mostrando la tensión, la precisión y la sincronización perfecta de sus movimientos mientras se infiltraban en el campamento, superando cada obstáculo con una eficiencia mortal y asesinando a todo aquel que se cruzaba en su camino. La imagen de Kayn, siempre atento y protector, la llenó de una profunda sensación de seguridad.

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Un día soleado en Eldoria, el reino natal de Selene. Kayn, invitado por Selene, exploraba un bosque encantado, el aire lleno del aroma de flores silvestres y el canto de aves desconocidas. Selene, con una sonrisa radiante, le mostraba las plantas mágicas del bosque, explicándole sus propiedades y usos.

Kayn, fascinado, la escuchaba con atención, su mirada llena de admiración.El sol brillaba sobre ellos, bañándolos en una luz cálida y dorada, un contraste perfecto con la oscuridad que se avecinaba. "Este lugar es hermoso, Selene," dijo Kayn, su voz llena de asombro. "Nunca había visto nada igual."

Selene sonrió, tomando la mano de Kayn. "Es mi hogar, Kayn. Y me alegra compartirlo contigo. Es un lugar de paz, de magia, de... recuerdos." Su voz se quebró ligeramente, un velo de tristeza oscureciendo sus ojos. "Recuerdos que quiero conservar para siempre."

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Más recuerdos fueron mostrando momentos de alegría y tranquilidad, momentos de paz que contrastaban con la brutalidad de su vida como Silentes. La imagen de Kayn, siempre atento y cariñoso, la llenó de una profunda sensación de amor y pérdida. El torbellino de recuerdos cesó, siendo destrozados como cristal por la inevitable realidad, la amenaza inminente de la muerte regresó con toda su fuerza.

Pero en ese instante fugaz, Selene había encontrado la fuerza, la determinación para luchar por su vida, por la vida de Kayn. Con un suspiro de molestia, una mirada de determinación apareció en sus ojos. En un movimiento rápido, sostuvo su amuleto, el único vestigio de esperanza que le quedaba, y un brillo intenso emergió de él.

'Perdón... Kayn...' fue su último pensamiento, mientras su visión se desvanecía, el brillo del amuleto envolviendo a ambos en un resplandor cegador. La lluvia de sangre perforante de Valerius los alcanzó al instante.

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"Lluvia de sangre perforante," Lord Valerius, no dispuesto a dejar que escapen, los atacó en un destello. Miles de gotas de sangre viajaron rápidamente y destrozaron sin cesar ambos cuerpos. Sus cuerpos destrozados y sin vida cayeron en un golpe fuerte al suelo. Al ver esto, Lord Valerius detuvo su ataque y finalmente dio un respiro de alivio. 

"Qué moscas tan molestas... aunque fueron capaces de eliminar a gran parte de los miembros presentes, lamentablemente se toparon conmigo, los Silentes Kayn y Selene, los recordaré. Aunque ese monstruo mimetico murió, al parecer, al final resultó ser un simple monstruo inútil," habló Lord Valerius para sí mismo mientras observaba su entorno. Gran parte de la ciudad fue destruida al liberar su Matriz de Sangre a su alrededor, mientras que había cuerpos de los antiguos miembros de la Liga de las Sombras esparcidos por el suelo.

 Tras un suspiro, dejó de lado el asunto y agitó su mano frente a él, desgarrando el espacio y creando un portal, el cual al ingresar dentro desapareció. Dejando solo el entorno destruido y los cadáveres de los antiguos Silentes bajo la luz de luna como única evidencia de lo ocurrido.

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