—¿Puedes llevarme hasta él? —Micaela preguntó cuidadosamente.
Marcos giró la cabeza al instante y frunció el ceño:
—¡Mañana te operan!
—Lo sé. Voy a ir a echar un solo vistazo.
—¿No puedes ir después de la operación?
Micaela negó con la cabeza, como si no fuera a hacer la operación sin ver a Carlos.
Marcos agarró la almohada del sofá y la tiró al suelo.
Micaela se quedó aturdida. Mirando su espalda, Micaela supo que había vuelto a romperle el corazón.
—¿No te vas? —Marcos se detuvo, y de repente giró la cabeza para mirar a Micaela, que seguía sentado en el sofá.
Micaela se congeló, luego se levantó inmediatamente y lo siguió.
Marcos la condujo hasta la entrada del bar y luego dio la vuelta a un pequeño callejón.
—Adelante —Marcos se apresuró a cogerla del brazo y la condujo al interior.
¿Cómo sabría Marcos que había una pequeña puerta aquí?
Antes de que pudiera hacer esta pregunta, muchas personas aparecían frente a ella.