Zinya había estado ciega la mayor parte de su vida. Reconocía el ruido del bebé y sabía la sensación del pequeño cuerpo presionado contra su pecho, pero todo lo demás era una experiencia nueva y sorprendente.
Cómo Elysia miraba a su alrededor, cómo movía sus pequeños dedos, cada uno de sus movimientos era un deleite para los ojos de Zinya. Todavía sufría por haber sido negada la oportunidad de pasar tiempo con sus propios hijos después de su nacimiento.
Además, debido a su condición pasada, no tenía idea de cómo se habían visto durante las diversas fases de su crecimiento.
—Vamos, los niños están esperando. Además, no querrás hacer que tu cuñada se sienta celosa. —Kamila se rió.
Zinya parpadeó unas veces, confundida, preguntándose por qué Tista o Rena deberían sentir celos de su tiempo con Elysia cuando Zinya se dio cuenta de que su hermana hablaba de Surin.