Especialmente cuando miraba el perfil de Finn a la luz tenue de las farolas, de repente sintió que la curva de su perfil era perfecta.
En ese momento, los ojos de Wendy parpadearon un poco al ver nuevamente su nuez de Adán. No sabía cuándo había comenzado, pero la nuez de Adán del hombre se había convertido en una atracción fatal.
De repente, Wendy sintió la boca seca. Finn daba la impresión de ser un hombre abstemio, y cuando ese tipo de hombre estaba cerca, su presencia hacía que las mujeres cayeran inconscientemente por él.
Finn, que miraba por la ventana, notó la mirada de Wendy. Inmediatamente se volvió hacia ella con el ceño fruncido.
—Sra. Hansen, ¿tiene algo que decir? —Finn preguntó.
Wendy volvió en sí, y su rostro se sonrojó. Afortunadamente, las luces estaban apagadas, por lo que él no pudo darse cuenta.
Ella se esforzó por calmarse y dijo lentamente: