Apenas unos minutos después, un majestuoso dragón con escamas que se asemejaban al cielo de medianoche volaba sobre el interminable mar de dunas, devorando la distancia con impresionante velocidad.
Effie y Jet estaban en su espalda, mirando al sur con expresiones sombrías.
Tras un rato, Effie suspiró.
—¿La situación ya ha cambiado? —preguntó.
Jet asintió.
—Sí. El muro de la ciudad está roto. Las fuerzas de defensa del Cuadrante Oeste se están acercando, pero el Llamado está provocando estragos con su tecnología. La vanguardia de los Despiertos fue atacada por uno de los menores Guardianes de la Puerta y lograron derribarlo, pero su avance se detuvo. Así que, llegaremos primero.
Segadora de Almas mantuvo un tono neutral, pero Effie podía ver que estaba de mal humor.
—No es tu culpa. No te castigues demasiado.
Jet la miró y sonrió.
—¿Mi culpa? Claro que no es mi culpa. No soy alguien que se moleste por esas cosas, de todos modos.