—La situación... no era buena.
—Ray había logrado detener la mano monstruosa, cortándola en pedazos con sus armas — empuñaba una espada corta en una mano y un hacha en la otra. Lluvia había cegado a la abominación con sus flechas, y Tamar había inutilizado dos de sus brazos.
—El problema era que la criatura tenía demasiados de ellos. Lluvia ya había contado nueve, y más se levantaban detrás de la monstruosidad trepadora como un bosque espectral.
—Peor aún, era una abominación Despierta. Ella había apuntado a la vulnerabilidad obvia primero — los ojos — pero aparte de eso, no había mucho daño que pudiera hacer. Incluso si sus flechas perforaban la dura piel de la criatura, no la heriría demasiado.