Borde del Abismo

La tormenta envolvía todo en una oscuridad impenetrable. Los retumbantes truenos resonaban a través de la llanura, y una lluvia torrencial caía del cielo, como si las compuertas celestiales se hubieran hecho añicos bajo la inmensa presión, condenando al mundo a ahogarse.

Frecuentes rayos desgarraban la oscuridad, reemplazándola con luz cegadora. Y en algún lugar abajo, el zumbido de la colosal cascada se fusionaba con la canción furiosa de la tormenta enardecida.

Lluvia estaba al borde del abismo, mirando el cielo negro con expresión resentida.

Detrás de ella, Tamar miraba hacia atrás, hacia la forma horrenda del Tirano que las perseguía.

No tenían a dónde correr.

—¡Rani! El Tirano…

Lluvia miró al cielo, y luego tomó una respiración profunda.

Entonces, rodeada por la tormenta enfurecida, se sentó en el suelo al borde del abismo. Cruzando sus piernas, colocó sus manos sobre sus rodillas, y cerró los ojos.