Tormenta que se avecina

Mientras Lluvia estaba en medio de su Despertar, Tamar luchaba por no ahogarse. Riachuelos de agua caían del cielo, mezclándose con el barro… tendida indefensa en la camilla, se sentía débil y exhausta. La situación parecía desesperanzada.

No solo moriría ella, sino que Rani, que había rechazado abandonarla y se esforzaba tercamente por salvarlas, también sería asesinada. Observando el furioso cielo negro, Tamar quería rendirse.

Pero no podía.

—Ah… —un largo suspiro escapó de sus labios.

Entonces, un torbellino de chispas la rodeó, formándose en una hermosa lanza.

Tamar apretó los dientes y luego se puso de pie, usando la lanza como muleta.

Inmediatamente, un dolor severo atravesó sus frágiles piernas.