Hazaña Milagrosa

De hecho, Lluvia ya sabía qué milagro podría salvarla. No era un milagro que pudiera sucederle, sino un milagro que ella podía hacer que ocurriera.

Era su Despertar.

Tal como su maestro había dicho, era la única solución a esta situación letal.

El problema era que la formación de su núcleo del alma estaba lejos, mientras que el Tirano estaba demasiado cerca. La abominación no se acercaba aún, pero lo haría pronto.

Si Lluvia pudiera descansar sin distracciones y concentrarse en meditar de manera constante, habría habido esperanza de Despertar antes de que el gigante horrendo atrapara a su presa. Pero ella tenía que escapar de él, arrastrando a Tamar a través del páramo, desde el crepúsculo hasta el amanecer.

Tenía que descansar por la noche para recuperar al menos parte de su fuerza, por lo que solo había unas pocas horas cortas para que pudiera circular su esencia mientras vigilaba.

Esas horas eran dolorosamente insuficientes para la tarea en cuestión.

Pero en realidad…