Orum había visto demasiadas cosas terribles para contar, tanto antes como después del descenso del Hechizo de Pesadilla… pero el viaje a través del Marestorm fue, de lejos, la experiencia más angustiosa de su vida.
El nebuloso océano era infinito e insondablemente profundo, con horrores incontables morando bajo sus inquietas olas. A veces estaba envuelto en niebla impenetrable, y otras veces, rugía y hervía en medio de devastadoras tormentas. La noche y el día nunca seguían un patrón establecido, a veces iban y venían en un instante, a veces se demoraban demasiado tiempo.
La mayoría del tiempo, sin embargo, había crepúsculo, con innumerables pálidas estrellas brillando sobre el fondo de terciopelo del distante cielo. Todo se sentía como si el mundo estuviera fragmentado y desconectado aquí, y eso hacía que Orum se sintiera perdido.
El hecho de que estuviera lejos de la tierra, que era la base de su Aspecto, no ayudaba en absoluto.