Niños de una Nueva Era

Los habitantes de la Ciudadela notaron su acercamiento desde lejos. Para cuando Orum y Pequeña Ki llegaron a las puertas del palacio, una pequeña multitud ya se había reunido en el gran salón más allá, mirándolos con emociones variadas.

Había muy pocos Despiertos anclados aquí—no más de treinta. Algunos de ellos parecían sorprendidos, algunos estaban tensos. Estos últimos probablemente eran aquellos que reconocieron a Pequeña Ki, y sabían que habían pecado contra esta joven mujer.

Las dos marionetas de barro maltrechas que la seguían también atrajeron bastantes miradas.

Orum se quedó atrás, dando espacio a Pequeña Ki. Ella avanzó con pasos seguros, manteniendo su mano en la empuñadura de una Espada de la Memoria que descansaba en una vaina improvisada en su cinturón.

Uno de los Despiertos dio unos pasos hacia adelante, también, enfrentándola con una sonrisa. Era un hombre algunos años más joven que Orum, con rasgos apuestos y largo cabello rubio.