Molino de rumores

La Lluvia fue despertada por el estruendo de un cuerno de guerra. Abriendo sus ojos a una densa oscuridad, suspiró y se quitó un trozo de tela de la cara —la tela no era más que una de sus camisas enrolladas para parecer un antifaz, que usaba para bloquear la luz.

Casi cada soldado en Tumbadeus había sido forzado a buscar la oscuridad de alguna manera. La perpetua radiancia del asesino cielo era tanto opresiva como una fuente de miedo constante, pero sobre todo, era agotadora. Estaba brillante casi en todos lados a donde se iba, lo cual hacía el sueño esquivo. Así que, habían aprendido maneras de lidiar con la odiosa ausencia de oscuro y noche.

La forma de Lluvia era primitiva, pero aun así le dejaba dormir en paz. Por eso estaba bastante descontenta por haber sido despertada tan temprano.

«¿Qué diablos está pasando…»