Tamar estuvo envuelta en una cegadora radiancia azul por un momento, y luego fue lanzada violentamente al suelo. Su mandoble cayó de su mano, resonando mientras se deslizaba por la superficie del hueso ensangrentado. Su armadura estaba chamuscada y derretida en varios lugares, revelando parches de piel horriblemente quemada.
Hilillos de humo se elevaban desde debajo de ella, disipándose en el aire.
Lluvia se congeló por un instante, su mente entumecida.
«N—no…»
Entonces, Tamar se movió débilmente, revelando que aún estaba viva.
Lo que la había golpeado no era diferente de un verdadero rayo, más que capaz de convertir un cuerpo humano en cenizas. Sin embargo, la joven Legado debía poseer una Memoria que le otorgaba un nivel lo suficientemente alto de resistencia a los ataques elementales.
Así fue como había sobrevivido.
No obstante…
Ella aún estaba herida y tendida indefensa en el suelo, temporalmente incapaz de defenderse.