Después de la cena con el Gobernador Temporal Estimado, la bóveda ya no le parecía ordenada y pulcra a Jest. En su lugar, parecía mórbida y repugnante. Allí, en la opulenta habitación, el tirano amable había explicado con entusiasmo sus desequilibradas opiniones a los miembros del equipo de Guardián… más bien, se había quejado de sus dificultades a sus compañeros Despertados, sin molestarse en comprobar si compartían su delirio. Como si fuera algo natural.