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Ves y Gloriana se sentaron en los tronos acolchados. Ves se sentó en el centro exacto mientras su novia tomaba asiento en uno más pequeño y menos ostentoso.

Gloriana podía ser parte de la familia, pero Ves estaba a cargo.

Sus gatos se sentaban orgullosos a los lados como si fueran guardias de honor. Adoptar esta postura y permanecer completamente inmóviles les venía de manera natural a Clixie, pero Afortunado ya empezaba a perder la paciencia.

—¡Quédate quieto, pillín! —susurró Ves en voz baja a su mascota.

Mientras Ves se preparaba para el discurso, la audiencia de los Larkinsons se veía afectada por el ambiente grandioso y solemne. Era como si este evento señalase un comienzo completamente nuevo en lugar de algunos cambios.

No solo los Larkinsons en Kesseling VIII, sino también sus parientes en otros lugares prestaban mucha atención a la ocasión.