La pieza central de esta ceremonia era la estatua. No Ves. Aunque su papel era esencial para moldear las opiniones de su audiencia, él no era la estrella del espectáculo hoy. Para lograr sus resultados deseados, Ves necesitaba que todos adoraran la estatua de la Madre Superior. Para hacer eso, Ves tomó una página de ejemplos como el Profeta Ylvain y otros charlatanes exitosos. ¡Ya había construido una imagen espiritual de sí mismo como un proselitista fanático! Una vez que se puso esta máscara, ganó una intensidad en su mente que súbitamente lo hizo muy ansioso por difundir el evangelio de la maternidad.
—Madres —comenzó Ves—. Son las personas más honradas en existencia. Son las portadoras de vida. Cada uno de nosotros emergió de sus vientres. Cada uno de nosotros debe su vida a los sacrificios que ellas hacen.