¡Sálvate a ti mismo!

—Carl, ¿eres tú? —Connor respondió débilmente.

—¡Sí, soy yo!

—En aquel entonces, dejé una conciencia divina en tu mente. Si alguna vez estuvieras fatalmente herido, esta conciencia divina se activaría para salvarte la vida —explicó Carl.

—En esta situación, ¿puedes salvarme? —preguntó Connor, mientras aún luchaba contra el tormento de la Formación de la Herida Quíntuple.

—No puedo salvarte, pero tú puedes salvarte a ti mismo —susurró Carl.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Connor.

—La parte crucial de esta formación es la caja de seda en el cielo. ¡Si puedes destruirla, la formación desaparecerá junto con ella! —dijo Carl directamente.

—Ahora mismo no puedo moverme en absoluto, y mucho menos ir a destruir esa caja... —Connor se sintió impotente.

—Puedo ayudarte... —Carl respondió débilmente, y de repente Connor sintió una energía misteriosa dentro de su cuerpo.

—¡No esperaba que tuvieras un as en la manga! —Connor no pudo evitar sonreír cuando percibió la energía misteriosa.