—¡Señor Walker, le ruego una audiencia!
Lorenzo, por su prometida, abandonó la dignidad de los fuertes y, con un golpe, se arrodilló en el suelo.
Sus ojos estaban inyectados en sangre; lágrimas corrían por sus mejillas.
Sabiendo que Emery García no podría resistir mucho más, esta era su última oportunidad.
—¡Hermano, por favor levántate rápidamente!
Oliver Walker salió del coche en un instante y corrió hacia el hombre bajo el sombrero de bambú.
Cuando sintió la gélida frialdad que emanaba del cuerpo de la mujer, inmediatamente se dio cuenta de que la persona envenenada no era el hombre.
Era el hombre quien, para salvar a la mujer, había extraído forzosamente el veneno frío dentro de su propio cuerpo.
¡Una persona tan devota no puede tener un carácter pobre!
—¿Hay... hay alguna esperanza para ella? —El cuerpo de Lorenzo temblaba violentamente, una profunda inquietud, una severa ansiedad.