—Vete a la mierda, ¿crees que esto es una col repollo cualquiera al costado del camino? ¡Si tuviera una más, entraría contigo! —murmuró el hombre con bigote.
—¿Por qué no vas tú? ¿No tienes miedo de ser descubierto por la Santa Williams? —se rió entre dientes Ethan Smith.
—No tengo miedo de una mierda, tengo muchas formas, no le será tan fácil detectarme —respondió con desprecio el hombre con bigote.
—Es un desperdicio dártelo a ti, cuando entres, estarás allí solo para ser carne de cañón —no pudo evitar suspirar el hombre con bigote.
—Te equivocas en eso. Si pudiera entrar, te garantizo que obtendría más que tú —se burló Ethan Smith.
—Basta, deja de fanfarronear, admito la derrota —murmuró el hombre con bigote.
Ethan Smith tampoco se lo explicó, después de todo, el tesoro secreto dejado por su padre no era algo que pudiera contar a otros.
Con la túnica santa del hombre con bigote, Ethan Smith finalmente se sintió aliviado.